Basquiat. La fuerza explosiva de las calles es el título de la biografía escrita por Leonhard Emmerling. En apenas 96 páginas traza las coordenadas de una vida que terminó el 12 de agosto de 1988 por sobredosis de drogas. El artista neoyorquino tenía 27 años y su carrera estaba en pleno ascenso. Desde entonces, se convirtió en un mito.
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Jean-Michel Basquiat nació el 22 de diciembre de 1960 en Brooklyn. Hijo de un padre haitiano y una madre de ascendencia puertorriqueña, hablaba inglés, español y francés. Tuvo dos hermanas —Lisane y Jeanine— y desde niño, impulsado por su madre, se adentró en el mundo del arte y comenzó a escribir y dibujar en publicaciones escolares.
La vida de Basquiat estuvo señalada por la inconformidad. Fue un mal alumno y un joven interesado en la literatura, la música, el cine, la pintura. En 1977, con su amigo Al Díaz, inventó el pseudónimo de SAMO con el que firmó los grafitis que, de la noche a la mañana, poblaron el corazón de Manhattan.
No hay casi fotografías de los grafitis que Basquiat pintó en los muros de edificios y en vagones del metro de Nueva York. Pero sus réplicas, realizadas por él mismo, pueden verse en la película Downtown 81, que protagoniza para documentar los días en los que era un marginal, un artista callejero perseguido por la policía.
Los grafitis de SAMO llamaron tanto la atención que Basquiat se vio de pronto inmerso en el mundo del dinero y el glamur contra el que supuestamente protestaba. Esto llevó a su ruptura con Díaz y a su integración y fulgurante promoción en el mercado del arte, regido por implacables leyes económicas antes que estéticas.
Con la fama llegaron las relaciones importantes, entre ellas la de Andy Warhol, quien se volvió su amigo y mentor; también su rival. Juntos realizaron varias obras. En un cartel aparecen los dos como si fueran boxeadores, con los guantes puestos. Una metáfora de lo que fue la vida de ambos, controvertidos, famosos, explosivos, peleoneros.
Líder de la banda de rap Grey, estudioso de la historia de la raza negra, admirador de Hank Aaron y Joe Louis entre muchos otros deportistas negros, Basquiat fue una estrella solitaria, un maestro sin discípulos al que la película de su colega Julian Schnabel convierte en cliché, quitándole toda su complejidad y riqueza.
En la película de Schnabel, Jeffrey Wright interpreta a Basquiat y David Bowie a Andy Warhol, que aparece como su amigo y promotor, mientras que Al Díaz es marginado, tal vez porque cuestionó como nadie la incursión de su compañero en un mundo en el que, antes que el arte, prevalece el dinero.
En sus últimos años, Basquiat pretendía alejarse de las grandes ciudades. Pasó muchas temporadas en Hawai y pretendía instalarse en Abidján, la capital de Costa de Marfil. Estaba inmerso en las drogas y la incertidumbre. Quería abandonar la pintura y dedicarse a escribir o dedicarse a la música. La muerte se atravesó en sus planes.
ÁSS