“Creo en la libertad, la justicia y la democracia. Valores que van de la mano o no lo son. Tal vez por eso no me gusta el mundo en que vivimos, hostil, contaminado e insolidario donde los valores democráticos y morales han sido sustituidos por la avidez del mercado, donde todo tiene un precio”, dijo Joan Manuel Serrat el pasado 25 de octubre al recibir el Premio Princesa de Asturias de las Artes en Teatro Campoamor de Oviedo, la capital de Asturias.
Ese mismo día, la princesa Leonor, presidenta de la fundación que concede los premios, al referirse a Serrat comentó: “este músico y poeta del Poble Sec es mucho más que un referente artístico para varias generaciones a las que ha hecho felices. También ha mostrado su compromiso con la democracia y la tolerancia”.
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El miércoles 6 de noviembre, Serrat estuvo en Monterrey para recibir el Doctorado honoris causa de la Universidad de Nuevo León, el cual le fue otorgado “por sus valiosas contribuciones a la literatura española y a la música, reconociendo su excepcional trayectoria como autor, compositor y cantante a nivel mundial”.
La libertad, la justicia, la democracia, la tolerancia, la poesía, la música, efectivamente, son las señas de identidad de este artista tan querido en México —y en muchos otros países, por supuesto—, que nos ha hecho cantar los versos de poetas como Antonio Machado, Miguel Hernández y Rafael Alberti, entre muchos otros, y nos invita e incita al pensamiento crítico.
La relación de Serrat con la poesía es larga y conocida y de esto se ocupa el libro Serrat y los poetas de Luis García Gil, publicado por la editorial Efe Eme. Es un interesante estudio que indaga la relación de cantautor catalán con la poesía, que comenzó cuando grabó “La paloma” de Rafael Albertí, siguió con el entrañable álbum Dedicado a Antonio Machado, de 1969, para luego avanzar hacia León Felipe con el poema “Vencidos”.
Serrat despliega su experiencia y talento en el conmovedor álbum Miguel Hernández, con arreglos de Francesc Burrul. Hernández era el más pobre de los poetas republicanos, un hombre sin suerte, atado a la tierra y al anhelo de libertad. Para el disco —dice García Gil— Serrat escogió diez poemas, entre ellos las “Nanas de la cebolla”, “Elegía” y “Para la libertad”.
Cantautor bilingüe, Serrat se ha mantenido cerca de los poetas de su lengua materna. Ha musicalizado poemas de Joan Vergés, de José Agustín Goytisolo y Joan Margarit. Una de sus canciones políticamente incorrectas es “Por dignidad”, del barcelonés José María Fonollosa, poeta marginal que desafía a “una sociedad deshumanizada”.
Serrat también se ha acercado a la poesía del granadino Luis García Montero, del que versionó “Señor de la noche”. Asimismo, ha trabajado también poemas de autores latinoamericanos como Ernesto Cardenal, Mario Benedetti y Violeta Parra, y ha incluido en su repertorio “Un mundo raro”, una de las canciones más entrañables de José Alfredo Jiménez.
Serrat y los poetas nos lleva de la mano por un universo poblado de música y poesía, de canciones que forman parte de nuestra propia vida.
AQ