¿Por qué Judas y el mesías negro, a pesar de estar tan bien hecha, resulta tan aburrida? Nominada a seis premios Oscar, la película fue dirigida por Shaka King. Es el segundo largometraje de este cineasta de origen panameño quien, luego de graduarse en Ciencia Política, ingresó a la Universidad de Nueva York, donde fue discípulo de Spike Lee. King tiene, pues, todas las credenciales para conducir un proyecto de esta envergadura. Y sí, hace bien su trabajo.
- Te recomendamos Past is in style | Por Avelina Lésper Laberinto
La cámara está en su lugar y los actores estuvieron bien dirigidos. Sobre todo, Judas y el mesías negro está bien editada de modo que, no, no es culpa del director que la película produzca sopor. ¿Será el guión? Es posible. Sobre todo, porque la fórmula está avejentada: hay una entrevista y el hombre cuestionado recuerda… Corte y nos vamos al pasado. Sólo parece faltar la cortinilla que se usaba en televisión. Hay, sin embargo, un par de películas muy buenas que utilizan este recurso. El irlandés de Martin Scorsese, por ejemplo. En cuanto a las actuaciones, la verdad es que Daniel Kaluuya hace un trabajo estupendo. Merece sin duda haber ganado el Globo de Oro en la categoría de mejor actor. A pesar de su edad, Kaluuya encarna con toda energía a Fred Hampton, jovencísimo líder del Partido de las Panteras Negras, una organización que en su tiempo llegó a ser considerada terrorista por el nefando FBI.
Como se sabe, Judas y el mesías negro cuenta la historia de un líder social acosado por la policía de su país. Nada nuevo. Y es en esta sinopsis, de apariencia inocua, que podemos comenzar a evidenciar las fallas de la película. Pero, antes de ir a las conclusiones es necesario decir que las críticas por la edad de Kaluuya son injustas. Se ha dicho que el actor de 33 años es demasiado viejo como para encarnar a un líder de tan solo 21 años, pero no. No es este el problema ni tampoco lo es la actuación de Bill O’Neal, quien hace un papel del todo creíble. Incluso Jesse Plemons, quien hace al maquiavélico policía que infiltra a las Panteras Negras, está muy bien.
Otro punto rescatable es la fotografía: una delicia. Aunque, tal vez, un poco melosa. Sean Bobbitt, el cinefotógrafo, ha trabajado con los mejores y en obras con moraleja similar. ¿Cómo olvidar los pausados movimientos de cámara y aquellos atardeceres que fotografió Bobbitt para la película 12 años de esclavitud? En fin, que el problema de Judas y el mesías negro no radica tampoco en la fotografía, por más que sea tan pomposa que a veces resulte evidente que Bobbitt está tratando de imitar de modo descarado a Christopher Doyle, fotógrafo de cabecera del mítico Won Kar-wai. Entonces ¿qué sucedió con esta película? La clave, decíamos, está en la sinopsis. Es un problema que se encuentra en los orígenes del proyecto, en su concepción: en la idea de producir una apología que termina por ser pesada como cualquier hagiografía. Se vuelve un panfleto. Un folletín.
Con Judas y el mesías negro sucede lo que con Gandhi de Richard Attenborough: no basta la historia de un hombre, por importante que sea, para regalarnos un mito. Para ello es necesario más bien cierto arte, un oficio que sólo tienen los autores más avezados. Como Carl Dreyer, creador de La pasión de Juana de Arco. Así que, aunque la película no está mal, resulta larga sobre todo porque quiere crear tensión cuando, si uno sabe un poco de historia, adivina el final.
Judas y el mesías negro
Director: Shaka King | Estados Unidos | 2021Puede verse en algunos cines.
AQ