Con una amplia trayectoria en los terrenos de la teología y los derechos humanos, fray Julián Cruzalta Aguirre (Cuernavaca, Morelos, 1958) ha sido profesor de varias generaciones de religiosas y religiosos, director de la Comunidad Ecuménica Magdala, profesor de seminaristas anglicanos, presbiterianos, metodistas, luteranos, bautistas… También ha sido fundador y miembro de numerosos centros de derechos humanos, asesor de Católicas por el Derecho a Decidir y de otras organizaciones de mujeres en América Latina. Ha acompañado a las Asambleas Constituyentes de Bolivia y Ecuador en la elaboración de sus nuevas constituciones. Cruzalta se considera viajero del mundo y buscador de verdades espirituales. Esta entrevista versa sobre sus 40 años como activista de los derechos humanos en México.
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Hace cuatro décadas comenzaste un camino por la defensa de los derechos humanos en México, ¿cómo describirías ese mapa?
Han sido cuatro décadas muy interesantes porque he visto pasar grandes cambios en el país, mi trabajo en derechos humanos empieza centrado en Centroamérica, en El Salvador, después en Guatemala. En esos momentos en México, quien hablaba de derechos humanos, era doña Rosario Ibarra de Piedra con el grupo Eureka, este insistía en que había grandes violaciones. Nadie les hacía caso, nadie lo creía. Nosotros estábamos entrados en el tema aprendiendo en Centroamérica. Era el momento de las grandes crisis humanitarias centroamericanas: matan a San Romero de América en El Salvador, viene el equipo del socorro jurídico cristiano a México a un recinto de dominicos en la colonia Roma en la Ciudad de México, un convento llamado El Divino Redentor; empiezo descubrir qué es la lucha por los derechos humanos, la lucha por el bienestar de los pueblos, teniendo como base lo que llamaban los derechos humanos; entonces para mí fue el descubrimiento de otra realidad, de otras metodologías, de otras enseñanzas y, oh sorpresa, es el momento de volverse a México con lo aprendido en Centroamérica, con las metodologías de investigación en derechos humanos aplicadas a la propia realidad humana. Nos llevamos una gran sorpresa en cuanto a la violación de los derechos humanos, tenía razón doña Rosario Ibarra de Piedra. La fundación del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, el Vitoria fue, hace 40 años, la gran escuela que me enseñó nuevas metodologías aplicadas a la realidad.
La delincuencia parece apoderarse del país, ¿cuál es tu balance sobre los derechos humanos en México, ¿cómo podemos convivir con tanta impunidad?
La impunidad es un factor que perpetúa la violación a los derechos humanos. Cuando no hay justicia, esa es una señal de que se pueden seguir violando impunemente. A la justicia le toca impartir, precisamente, y como su nombre lo indica, la procuración de justicia. Las procuradurías, hoy llamadas fiscalías, consta en la Constitución mexicana, son las facultadas para iniciar un proceso de abrir carpetas. En este aspecto teníamos esta tendencia: ministerios públicos que no abrían investigaciones, policías que no investigaban, jueces sin investigación, y carpetas sin integrarse, no había impartición de justicia, no había procuración desde el poder legislativo. En México tenemos que esperar 20, 30 años para obtener justicia, y en la mayoría de los casos no la obtenemos dentro del país. Ahí es donde empieza un caminar y un aprendizaje en el sistema interamericano, en el sistema internacional, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la Corte Interamericana de Derechos Humanos y los diferentes mecanismos de Naciones Unidas para buscar la justicia que no hay en el país.
Uno de los derechos humanos en Morelos es el derecho al acceso de la cultura, ¿cómo darle continuidad a la promoción de la cultura ante el desinterés de las instituciones?
Cumplimos 30 años en Ediciones Eternos Malabares, desde un emprendimiento que inició no como proyecto, sino con el único objetivo de editar una plaquette de poesía cuando nadie editaba nada, fue abrir brecha. Cito un ejemplo de algo fundamental con más de 100 mil años: el método simbólico, que es dar sentido, y el arte es dar sentido, por eso el arte no es preciso, no lo es en el sentido de utilizar un lenguaje preciso, el lenguaje artístico es un lenguaje aproximativo, poético, dar sentido es fundamental, el arte nace hace más de 100 mil años, y habrá arte mientras exista la especie humana. Esperemos que el Estado comprenda que las editoriales independientes no están para competir, sino para complementar su función, y es obligación del estado apoyarse en la sociedad civil. Somos parte de la sociedad civil, así como las ONGs de derechos humanos requieren el apoyo del estado, las editoriales requieren también de ese apoyo. Recordemos que el estado administra el bien común, el dinero de los impuestos es también el dinero de los contribuyentes.
Cumples 30 años como fundador de Católicas por el Derecho a Decidir, ¿cómo ha sido para ti estar cerca de las mujeres y sus causas?
Recordemos que Católicas por Derecho Decidir en México llevó un proceso que inicia con la presencia de una gran investigadora, que no es nacida en Morelos pero toda su obra la ha creado desde Cuernavaca: la doctora Silvia Marcos.
Es muy importante la presencia de una académica, de una feminista destacada, de una investigadora que tiene muchas áreas de trabajo en la antropología, su origen es la psicología, la teología, el feminismo, y también es defensora de los derechos humanos desde la cultura. La doctora Marcos ha sido clave para impulsar los derechos de las mujeres, con su amplia trayectoria inició este proyecto. Posteriormente, quien lo sostuvo fue la maestra María Consuelo Mejía, una colombiana nacionalizada mexicana hace muchísimos años.
Poco a poco surgió una lucha gigantesca desde Católicas, ha sido un trabajo muy importante proponer leyes más adecuadas para combatir la violencia feminicida, por ejemplo.
AQ