Julio Ruelas: el ángel maldito del porfiriato

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El 21 de junio celebramos 150 años del nacimiento del pintor e ilustrador, renovador del arte y la cultura mexicana.

Alteración del 'Autorretrato' de Julio Ruelas, 1900. (Laberinto)
Marcos Daniel Aguilar
Ciudad de México /

El 21 de junio se celebra el 150 aniversario del natalicio del pintor e ilustrador mexicano Julio Ruelas (Zacatecas, 1870-París, 1907), considerado por los escritores de finales del siglo XIX como un artista luminoso y de talento superior, y por otros críticos, a lo largo de los siglos XX y XXI, como un artista provocador que rompió las estructuras estéticas en México e incluso las estructuras sociales de su tiempo para abrir brecha a lo que hoy se conoce como el arte moderno mexicano.

Hijo de un ministro del gobierno de Porfirio Díaz, Ruelas fue estudiante en la Academia de San Carlos, de la que después sería profesor. Becado en Alemania por la Academia de Arte de Karlsruhe, entre 1891 y 1894, a su regreso a México, según artículos escritos por su amigo desde la adolescencia, el poeta José Juan Tablada, al zacatecano se le esperaba como al artista que haría renacer y sacar a la escena pictórica nacional de un estancamiento producto de la rigidez académica y de la imitación europeizante. Ruelas lo haría, pero no para proclamar una nueva plástica nacionalista, sino a través de su individualidad desbordante de imaginación, basada en sus lecturas filosóficas y sus pasiones, frustraciones y obsesiones que desde 1898 irradiarían, quizá sin desearlo, hacia todo un grupo intelectual alrededor de la Revista Moderna, que marcó una etapa del modernismo y de la escena cultural porfiriana. 

Para hablar sobre la trascendencia de este artista sui géneris, entrevisté a tres expertos de la obra de Julio Ruelas: al ensayista Evodio Escalante, la investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas, Julieta Ortiz Gaitán, y la estudiosa de la plástica y la cultura zacatecana, Jánea Estrada Lazarín.


La academia artística mexicana en tiempos de Ruelas

A comienzos de la década de 1890, se vivía un “aire rarificado de un medio fatal para el arte”, un aire “asfixiante, como el vacío de las campanas”. Así describió Tablada al medio artístico nacido de la Academia de San Carlos a la llegada de Ruelas a la Ciudad de México. Al respecto, la doctora Julieta Ortiz Gaitán piensa que “es cierto que el contexto de la cultura en general, en tiempos de Ruelas, era precario, pero eso no es de extrañarnos porque el arte y la cultura siempre han estado desatendidas por el Estado.

“Cuando se llega al final del siglo XIX, había cierta decadencia de la cultura y el arte, y es Tablada quien gesta esta idea de la crisis en el arte académico y de la llegada de un renacimiento, y es curioso que, algunos años después, de la misma Academia saldrá la renovación del arte, con personajes como Ruelas, pero también con Gerardo Murillo, Alfredo Ramos Martínez, Roberto Montenegro”.

El mismo Tablada hace una descripción del estudio de Ruelas, un estudio estático, no apto para un artista de “talento superior”, cuyas paredes estaban tapizadas de “academias y paisajes al natural, y de la estampa y el yeso”, estructuras establecidas que se alejaban de las aspiraciones de libertad del artista. “Tablada narró cómo desde antes de ingresar a la Academia, Ruelas dibujaba todo lo que veía, y lo que leía, pues era un gran aficionado de la literatura germánica desde antes de su partida a Alemania, con una predilección por la anatomía humana. Así creaba sus propios personajes antropozoomórficos: los primeros faunos y sátiros ruelianos fueron de esa época”, afirma la doctora en Historia y promotora cultural en Zacatecas, Jánea Estrada Lazarín.

En 1891, pensionado por el gobierno mexicano, Julio Ruelas zarpó a Europa. El viaje y sus aprendizajes cambiaron no sólo su manera de pintar y dibujar, sino que traerían aires nuevos que terminarían refrescando “negativamente” a un ya aburrido ambiente positivista.


Lo que llegó de Alemania

Lejos de volver a la “patria” para devolver lo aprendido a los paisajes con lagos y volcanes, o para incorporar sus conocimientos a la sociedad mexicana afrancesada, Ruelas trae, tras su paso por la Kunstakademie de Karlsruhe, un conocimiento no sólo de la lengua y la cultura alemanas, sino algo todavía “más decisivo, ya que ahí Ruelas abreva en las tendencias más recientes de la pintura alemana, entre ellas la influencia de su maestro Böcklin y de otros posrománticos y decadentistas. Por cierto, los años durante los cuales estudia en Alemania son también los que marcan en Viena el ascenso de la estrella de Klimt, aunque hay que reconocer que la gran influencia en él fue la del torturado pintor belga Félicien Rops”, asegura Evodio Escalente.

A propósito de la técnica y tendencias que adquirió Ruelas en Alemania, Jánea Estrada manifiesta que en Alemania “perfeccionó la técnica del dibujo —por lo que se le conoce comúnmente— y se nutrió, en términos visuales, de todo lo que encontró en esa región; pero también encontró en la música, la literatura y la filosofía elementos indispensables para la consolidación de esa personalidad que lo distinguiría, y me atrevería a decir que en Alemania encontró el leitmotiv de su obra”.

Justo sobre el conocimiento filosófico que adquiere Ruelas en Alemania, Escalante dice que fue Julio Ruelas quien trajo el pensamiento de Friedrich Nietzsche a México: “Puedo suponer que en esa estancia le toca experimentar con fuerza una primera oleada nietzscheana, el pensador que propone una nueva Tabla de Valores”, entre estos el nihilismo, que se acomodó perfectamente entre la generación de escritores modernistas. Fue así que, a su regreso de Alemania, Ruelas compartió todo ese bagaje en un movimiento intelectual ya consolidado y congruente: el modernismo, cuyos personajes pudieron confluir, incluido Ruelas, en la Revista Moderna, y se dedicaron a “embalsamar con su arte el panteón de la patria”, como deseaba Tablada.


Modernistas y Porfiriato

Julio Ruelas desembarca en el Puerto de Veracruz, procedente de Europa, en septiembre de 1895. Antonio Saborit, en su ensayo “El amigo Ruelas”, afirma que al llegar debió sentirse como “volver a una ratonera”, como si fuera “un fauno desmembrado”. Pero, ¿cómo era ese círculo intelectual y artístico de la sociedad porfiriana? Sobre ello, Escalante estima que para contestar esta pregunta es necesario revalorar nuestro modernismo.

“Si consideramos que la Revista Moderna (1898-1911) —cuyo director de arte era Ruelas— es el tablado en el que se expresan sus aportaciones, no cuesta mucho trabajo concluir que esta generación fue la que aplanó e hizo posible el suelo a partir del cual se desarrolla nuestra cultura. En tiempos recientes, se advierte una cierta tendencia entre los estudiosos a pensar que la revista y sus animadores integraban una suerte de ‘correa de transmisión’ del régimen de Porfirio Díaz. Nada más falso. No hay que olvidar que la revista se funda a partir de una ruptura: José Juan Tablada y sus amigos son expulsados de El Imparcial por una intriga que habría encabezado doña Carmelita, la esposa del dictador. Más allá de la moralina que sirvió de pretexto, los modernistas, o sería mejor decir los decadentistas mexicanos, impulsaban una ideología que de manera implícita se oponía a las consignas de orden y progreso. En lugar de orden, la disolución de las costumbres, a veces hasta llegar al sacrilegio, al menos simbólico; en lugar de progreso, la decadencia. En lugar de positivismo comtiano, negativismo”.

La doctora Estrada Lazarín coincide con Evodio Escalante al decir que los modernistas eran críticos hacia el poder y hacia los valores que difundía el régimen, pero con una crítica por debajo del agua, que en ocasiones parecía contradictoria: “los integrantes de la Revista Moderna podían ser muy críticos hacia las manifestaciones culturales, pero siempre estuvieron de parte de no confrontarse directamente con el gobierno porfirista, y es así que muchos de ellos estuvieron pensionados por el gobierno, como el mismo Ruelas”. Por otra parte, la investigadora Ortiz Gaitán considera que los decadentistas mexicanos (entre los que se debe incluir a Ruelas) no se enfrentaron tanto al régimen de Díaz como sí lo hicieron contra los avances de la modernidad:

“Es que no es aún tiempo del enfrentamiento contra el gobierno. No encuentro a ningún artista en esta época que sea abiertamente contestatario. Había un malestar en general, derivado de la industrialización que se había desarrollado durante el siglo XIX y que los pintores veían como una amenaza que generaba cambios imparables en la sociedad. Además, los modernistas también estaban en contra del pragmatismo burgués que se había encumbrado durante el siglo XIX, una clase empresarial de hacendados, y una riqueza acaparada por unos cuantos. Los artistas eran sensibles a esto, a pesar de que muchos de ellos, como el mismo Ruelas, venían de una clase acomodada”.

Respecto a este tema, Escalante, autor del ensayo “Julio Ruelas: el genio absoluto de la plástica mexicana”, concluye que para entender la trascendencia de Julio Ruelas hay que saber que “todos los de su generación, de modo consciente o inconsciente, se rebelan en contra de la estabilidad porfirista. En la médula de sus huesos, estos artistas desprecian a la Iglesia católica y al régimen burgués. Hay un cierto toque anarquista en sus posiciones. Nietzsche, pero también Max Stirner, tienen que ver con ello”.


Aportaciones al arte mexicano

Cuando Julio Ruelas regresó a México trajo un autorretrato que hizo en Alemania, realizó algunos cuadros al óleo, las viñetas con las que ilustró el libro Cartones, de Ángel de Campo, en las que ya se asomaban formas simbólicas como la calavera, y comenzaba a dibujar y pintar sus faunos, como referencia al sátiro, ligados a la liberación y al erotismo.

Así ejecutó a los faunos que aparecen en el cuadro de 1904, con el que da la bienvenida al otro mecenas de la Revista Moderna: Jesús Luján. En este cuadro aparece no sólo la nómina modernista más cercana al zacatecano (Jesús E. Valenzuela, Bernardo Couto, Balbino Dávalos, Efrén Rebolledo, Jesús Contreras, Jesús Urueta, Leandro Izaguirre), sino un autorretrato de Ruelas en forma de fauno atormentado y en pleno suicidio, “eco y comentario del sombrío designio del pintor”, afirma Saborit en su ensayo. La noche, la melancolía, la muerte, los amoríos, la lujuria y la femme fatale fueron los temas del Ruelas decadentista y rebelde, ante la opresión burguesa y como búsqueda de la libertad, aunque el precio fuera la desolación. Ante este panorama, ¿cuál es la trascendencia de quien llegó a ser el ilustrador más importante de la Revista Moderna?

Para Escalante, Ruelas fue el genio absoluto del arte moderno mexicano, pues “como decadentista tuvo un mayor alcance, a través de su cosmopolitismo, que los pintores nacionalistas, como Saturnino Herrán, o los muralistas como Rivera, Orozco y Siqueiros. Ya que los dandis y los decadentes, como los proletarios a decir de Marx, no tienen patria. O quizá sí: su única patria es la belleza y el descreer de todos los demás valores.

"Podría decirse que quien mejor entendió a Ruelas, entre nosotros, fue sin duda el joven Alfonso Reyes, pues en un artículo que apareció en la Revista Moderna habla de él como un ‘cristiano negativo; un subjetivo intenso’. Su gran amigo Tablada, por su parte, y esto me parece más definitivo, escribió en su Historia del arte en México que ‘Ruelas inauguró la era del arte moderno entre nosotros. Fue un romántico a la manera de los alemanes […] y un verdadero poeta por su rica fantasía imaginativa’. Juicio que por supuesto suscribo. Cuando sostengo que Ruelas es el genio absoluto del arte moderno, tengo en cuenta que se convierte en el pivote o el eje en torno al cual trabajan quienes colaboran en la Revista Moderna”.

Estrada Lazarín piensa muy parecido a Escalante en el sentido en que Ruelas fue un protagonista entre los modernistas, ya que “su incursión en la Revista Moderna fue tan importante que era él quien proponía los temas a desarrollarse una vez entregadas sus imágenes; cuando él mandaba su colaboración (llegó a realizar 2564 dibujos para la revista), el director editorial tenía que buscar a quien escribiera sobre las ilustraciones y no al revés. En ese sentido, Ruelas era quien motivaba los debates que se dieron en esas páginas; el tratamiento, la inclusión de temas y colaboradores también estuvieron influidos por él”.

Respecto a la introducción de Nietzsche a los modernistas, Evodio Escalante dice que Ruelas “pudo transmitir a sus colegas el fervor por Nietzsche y por sus enseñanzas. Hay tres ejemplos de ello: el extraordinario dibujo que hace para ilustrar el poema ‘Implacable’, de Amado Nervo, en el que se anuncia la nietzscheana muerte de Dios (tal anuncio, curiosamente, nos llega en el poema de labios de una mujer); la caricatura en la que nos muestra a un Sócrates a cuatro patas y montado por una prostituta que además le picotea la cabeza con un pitagórico compás, imagen que no se explica sin una lectura previa de El nacimiento de la tragedia; y la portada de la Revista Moderna de la segunda quincena de enero de 1900, que muestra un perfil de Nietzsche, a quien su autor ve con ojos solemnes y admirativos, también surgido de la mano de Ruelas.

“El editorial de la revista está dedicado a Nietzsche y ahí mismo los redactores anuncian que habrán de publicar varios de los textos del filósofo y educador, lo cual, en efecto, llevan a cabo. Nada hace suponer que Justo Sierra, el ministro de Educación, apoyaría esta promoción. Por esto, Ruelas significó un comienzo absoluto, pues Nietzsche radicaliza y otorga un nivel filosófico a las posiciones del simbolismo. El toque perverso o morboso de muchas de sus composiciones, su manera de hacer congeniar erotismo y muerte, placer y sacrificio, carnalidad y redención, lo hacen contemporáneo no sólo de Bataille, sino de todos nosotros”.

Para Julieta Ortiz Gaitán, la originalidad de este artista está en “expresar cabalmente el momento que vivió; no todos los artistas logran eso. En la obra de Ruelas hay este testimonio de su tiempo. Hay genio, tradición y maestría. Si hay que considerar a Ruelas como un artista moderno y un primer rupturista, es por ese chispazo de modernidad que es la libertad, al hacer esas imágenes para una revista intransigente, y esa libertad moderna está en su atrevimiento, en su exacerbación de los sentimientos, de los hechos, de la narrativa, de los personajes, un llamamiento a lo perverso, a las torturas, a los desvíos, todo esto en medio de una sociedad conservadora como la porfiriana”.

Jánea Estrada destaca otra cualidad que hace diferente a Ruelas del resto de sus contemporáneos: “el carácter melancólico que lo llevó a ser más un artista con proclividad a lo individual, un loboesteparismo que lo alejó de lo colectivo. Su afán por demostrar que desde lo individual también se podía sentar precedente en la historia del arte”.


¿Que nos dice Ruelas en 2020?

Este artista arriesgado, liberador y transformador de la cultura mexicana, cuyos restos descansan desde 1907 en el cementerio de Montparnasse, sigue expresando ideas y sentimientos a la distancia. Para Evodio Escalante, en el año 2020 “la figura de Ruelas (y esto se aplica a todo nuestro decadentismo) sigue sin ser valorada. Ha quedado en la sombra el poderoso y persistente influjo de los decadentistas en la cultura del país. Habría que revalorar también la etapa modernista de Tablada, no sólo su paso por la vanguardia, y advertir, como un dato extra, que si no se toma en cuenta esta veta decadentista o nihilista, más o menos oculta pero inmanente, nuestro López Velarde, así como los Contemporáneos y los estridentistas, serían inexplicables”.

Para Jánea Estrada, Ruelas “nos dice que fue un adelantado a su tiempo, que si hubiera vivido en el siglo XXI las condiciones hubieran sido propicias para que su trabajo fuera cabalmente conocido. Julio Ruelas nos dice que un artista con tesón y ahínco puede hacer lo que se propone”.

Y Julieta Ortiz dice que “Ruelas nos trae de nueva cuenta fantasmas del pasado. Estos cambios de fondo se parecen a los días aciagos que vivió Ruelas. Los monstruos de la modernidad están de vuelta. Estamos más aptos para comprender a Ruelas ahora más que antes, pues él no era comprendido, por ejemplo, durante el 'milagro mexicano' a mediados del siglo XX. Sus dibujos, sus tintas, sus grabados nos ponen ante las fobias, pesadillas y temores que vivimos en México. Los degollados, los torturados de Ruelas se compaginan con los despedazados de hoy”.

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