Justicia relativa

Toscanadas | Nuestros columnistas

Nuestras ideas de justicia e injusticia suelen venir, más que de la reflexión, de los sentimientos.

Las leyes prohiben diversas conductas que unos aprueban y otros condenan. (www.gba.gob.ar)
David Toscana
Ciudad de México /

Más o menos se entiende que cumplir con la ley es una virtud cívica. Pero no toda ley es justa, no en todo juicio se toman decisiones acertadas ni las condenas son iguales para crímenes equiparables. La ley exige pagar impuestos, ¿pero es justo pagarlos? Es delito golpear a alguien, ¿pero no hay hocicones que se merecen un buen puñetazo? ¿Las leyes han de estar encima de lo que se perciba como justo?

Por aquí y por allá vemos leyes que prohíben tomar alcohol en la vía pública, fumar mota, que las mujeres se descubran la cabeza o conduzcan una moto, la homosexualidad, cruzar fronteras, divorciarse, abortar, las corridas de toros, jalarle al sanitario después de las diez de la noche, fumar tabaco, apostar, las peleas de gallos, echar fuera a los okupas, vender quesos de leche cruda, cazar conejos, la prostitución, hacer llamadas internacionales, anunciar comida chatarra, tener gozos extramaritales, vender o mirar porno, ser ateo, ser cristiano, leer ciertos libros, manifestarse, inmigrar, emigrar, llamar Caín a un hijo, usar minifalda, cantar o reproducir cierta música, bailar ciertos ritmos, poseer armas, boxear, ver películas extranjeras, comer tortuga o ballena, hacer una carne asada, limosnear, comprar píldoras anticonceptivas sin receta, volar papalotes…

Puedo continuar, pero a estas alturas el lector quizás ya pensó en que algunas de estas prohibiciones son justas; otras no. “Qué bien que prohíban los toros, pero no el divorcio”, dirá alguien. “Que no vendan comida chatarra”, dirá otro, “pero eso de andar buscando un ginecólogo para que recete las píldoras…” O quizás: “Está bien que yo posea un arma, pero no los demás”.

Fue Calderón de la Barca quien puso en boca de Segismundo: “Nada me parece justo en siendo contra mi gusto”. Y es que con frecuencia la justicia se mide desde el yo, desde las emociones o las opiniones apiladas sin uso de la razón.

En la República de Platón, Sócrates malabarea mil ardides lógicos para determinar qué es la justicia. Por supuesto no se llega a una conclusión y el diálogo se descarrila con conceptos como “la justicia es en sí misma lo mejor para el alma en sí misma” y se dice que “los justos aparecen como más sabios, mejores y más capaces de actuar”. De acuerdo, pero hay cretinos injustos que se creen justos y sabios, y cuando actúan…

La justicia es cosa escurridiza y hay que hablar de ella como San Agustín sobre el tiempo. Tras miles de años en la mesa de discusiones, los filósofos no han llegado a un consenso sobre qué es la justicia. La RAE sí cree saberlo, pero su definición deja mucho que desear: “Principio moral que lleva a determinar que todos deben vivir honestamente”.

Y por cierto, tengo un amigo que llamó a su hijo Caín, y el chico vive feliz con el nombre del victimario y no de la víctima.

AQ

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