Lo más perturbador del espectáculo mexicano no son sus escándalos, sino la impunidad que los envuelve. Karla de la Cuesta vivió esta circunstancia en primera persona. A finales de los años 90 del siglo pasado, fue víctima de uno de los casos más sombríos en la historia judicial mexicana: la red de trata, abuso y explotación del llamado Clan Trevi-Andrade, del que también formaba parte María Raquenel Portillo —Mary Boquitas—.
Los perpetradores de estos crímenes —entre los que se cuentan secuestro, trata de personas, corrupción de menores y otros delitos graves— fueron buscados por la Interpol en varios países. Los arrestaron en Brasil y los deportaron a México, pero su estadía en prisión fue breve. Al ser liberados, Trevi, Andrade y Raquenel Portillo retomaron sus actividades profesionales.
Para entonces, el trauma ya se había instalado en Karla y en las otras jóvenes —sus hermanas Katia y Karola entre ellas— que padecieron los horrores de ese entramado de violencias.
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Después de un cuarto de siglo enfrentada a un sistema que silenció su voz, Karla de la Cuesta publica Todo a la luz. El caso criminal que México dejó en la oscuridad. El libro es algo más que el testimonio de su acre pasado; es una denuncia contra un sistema que permitió que el abuso ocurriera y que, además, lo normalizó. “México no sólo no impidió que estos hechos ocurrieran, sino que no investigó adecuadamente", cuenta en entrevista.
“Pasé muchos años tratando de justificar lo que me había pasado”, admite. “El miedo me mantenía callada. No podía enfrentar a ciertas personas ni a los hechos tal como ocurrieron”.
Durante mucho tiempo intentó minimizar el trauma. “Tenía miedo de decir lo que realmente pensaba”, confiesa. Leer las declaraciones de sus compañeras la trastocó.. “Entendí que debía llamar a las cosas por su nombre”, añade con la firmeza que ha marcado los últimos años de su vida. Este proceso de sanación no fue inmediato ni sencillo. “Enfrentar mi historia fue durísimo, pero también sanador”.
Para escribir Todo a la luz, De la Cuesta reconstruyó el caso judicial con base en los miles de documentos alojados en el expediente del caso ventilado el año 2000 en los juzgados de Aquiles Serdán, Chihuahua. En esos mil kilos de papel —no es exageración— hay testimonios demoledores que muestran la indefensión de niñas y adolescentes deslumbradas por una estrella del pop que aprovechó su fama y su caracterización de personaje desparpajado para azuzarlas para que accedieran a tener relaciones sexuales con un hombre muchos años mayor.
El archivo había permanecido inaccesible para las víctimas por muchos años. “Es increíble que alguien pueda escuchar a una joven narrar hechos atroces y aún así no abrir una carpeta de investigación”, dice con incredulidad. Esta inacción es una de las heridas más profundas para Karla, quien aún lucha contra la revictimización que han sufrido ella y otras mujeres a lo largo de los años. “No es sólo que no nos protegieran, es que permitieron que el abuso continuara a través del silencio institucional”, explica.
Cómplices de la revictimización, los medios han ejercido un papel lamentable. Al respecto, “En muchos aspectos seguimos en 1998”, lamenta. Se refiere al modo en que algunos medios de comunicación han tratado el caso con saña sensacionalista. Ellas soy yo (2023), una bioserie sobre Gloria Trevi auspiciada por TelevisaUnivisión, es —dice De la Cuesta— el ejemplo más reciente de la manipulación de la narrativa. “La serie no tiene perspectiva de género, ni de derechos humanos. Nos revictimiza una vez más”, comenta, frustrada por la manera en que la industria del entretenimiento ha convertido la tragedia en espectáculo. Sin embargo, no todo ha sido negativo. Karla reconoce que las plataformas digitales y los periodistas jóvenes han abierto una nueva puerta para contar la verdad. “Hoy tenemos acceso a medios alternativos, a plataformas como YouTube, donde podemos hablar directamente al público sin manipulación”, afirma.
Al iniciar el libro, la autora escribe: “Soy Karla de la Cuesta, abogada y activista de derechos humanos. Gracias a ambas actividades hoy soy capaz de entender lo que viví como víctima de abuso y explotación, y también de ayudar a otras mujeres, niñas y jóvenes que vivieron situaciones similares”.
Amparada en ese destino alcanzado, Karla y las demás víctimas aspiran solamente a alcanzar el derecho a la verdad. “Queremos que México reconozca que nos falló”, dice con firmeza. Tras 24 años de lucha, la justicia plena ya no es posible. El daño está hecho y no puede deshacerse. “La justicia tardía es injusticia”, sentencia. Sin embargo, para ella, el reconocimiento público de lo ocurrido es una forma de reparación simbólica, una manera de devolverles la dignidad que les fue arrebatada. “No buscamos dinero, buscamos verdad”, insiste.
El recorrido de Karla ha sido largo y doloroso, pero sabe que su historia es más que un caso aislado. Todo a la luz es, además de una denuncia, una herramienta de esperanza para otras víctimas que, como ella, se han sentido atrapadas en el mutismo impuesto. “Este libro es para todas las personas que han pasado por algo similar. Quiero que sepan que no están solas”, concluye. En un país donde el sistema legal y los medios de comunicación han fallado, Karla de la Cuesta ha decidido tomar el control de su narrativa y, con ello, inspirar a otras mujeres a hacer lo mismo.
Para saber másIntento de censura
“Antes de que el libro saliera a la preventa, los abogados de Gloria Trevi intentaron bloquear su publicación”, cuenta Karla de la Cuesta. La solicitud de medidas cautelares fue, para ella, un recordatorio de que el poder sigue intentando controlar la narrativa. “Es paradójico que en México puedas hablar del Presidente, pero no de una cantante”, dice con incredulidad. A pesar de estos obstáculos, el libro fue publicado y ha generado un gran interés. No solo ha encontrado lectores empáticos, sino también detractores. “Los ataques no han cesado, pero la respuesta positiva ha sido mucho más grande de lo que esperaba”, admite.
ÁSS