A través de los siglos, la igualdad ha sido una aspiración tan omnipresente como elusiva, una promesa grabada en la esencia misma de las democracias modernas. No puedo respirar, el más reciente libro del escritor mexicano L.M. Oliveira, profundiza en esta reflexión con una claridad que obliga a reconsiderar nuestras propias preconcepciones sobre el tema.
Novelista, cuentista, ensayista e investigador en el Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe de la UNAM, Oliveira advierte que la verdadera democracia no puede florecer sin una comprensión profunda y práctica de la igualdad. “La igualdad —dice— es un tema necesario que se discute poco o nada y que, sin embargo, está en la base de la democracia”.
Este ensayo —el primero de una trilogía que incluirá exploraciones sobre la libertad y la fraternidad— sugiere algunas ideas detonantes: ¿Cómo discutir la idea de la igualdad en un mundo tan fracturado y desigual? ¿Cómo podemos construir una sociedad donde todos tengan la posibilidad de “crear su propio relato”? Sobre estas y otras preguntas ahonda L.M. Oliveira en la siguiente conversación.
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Empezaste a escribir este libro en 2018. Desde entonces, hasta su publicación, ocurrieron muchos eventos significativos, incluyendo la pandemia y el asesinato de George Floyd. ¿Cómo influyeron esos hechos en la escritura de este texto?
Lo de George Floyd ocurrió mientras trabajaba arduamente en el ensayo, así que tuve que incluirlo. También pasaron otras cosas interesantes: algunos eventos se resolvieron mientras escribía, como la muerte de un sacerdote pederasta y la condena de un feminicida. Estos cierres le dieron pequeños cierres al libro. Si bien el tema es de actualidad, es una actualidad que ocurre en periodos más largos. Es una lucha actual desde hace 200 años.
Claro, escribes sobre casos recientes, pero las ideas fundamentales de tu ensayo podrían haber sido similares si lo hubieras escrito hace décadas.
Exactamente. Juego con la actualidad porque es la que me toca vivir, pero las ideas sobre la igualdad no dependen exclusivamente de la época.
En tiempos electorales como los que vivimos ahora, la palabra “igualdad” se banaliza con demasiada frecuencia. Tu libro parece combatir esa simplificación.
Me encantaría que los candidatos leyeran este libro. Por supuesto que el ensayo cae en muy buen momento para la discusión pública, porque es un tema que también se juega en las próximas elecciones. La democracia que defiendo es muy distinta a la que nos plantean los partidos y el propio INE. La democracia en que vivimos sigue siendo una simple contabilización de votos. Y eso no alcanza, es muy superficial. Para profundizar en la democracia, es esencial que las personas gocen de sus derechos, y eso comienza con la igualdad moral, la que defiendo en el libro.
En el libro sugieres que la percepción subjetiva puede contribuir a la igualdad. ¿Puedes profundizar en esto?
Necesitamos gobernarnos como sociedad democráticamente, lo cual implica aceptar y tener en cuenta que hay muchas formas de entender el mundo, no sólo una. El argumento fundamental del libro es que cada persona debe tener la posibilidad de construir su propio relato, siempre que ese relato caiga dentro de los límites aceptables. Y eso es lo que tenemos que defender, eso es lo que nos hace iguales. Este reconocimiento de diversas perspectivas es fundamental para la igualdad.
El título del libro, “No puedo respirar”, es una referencia poderosa a las últimas palabras de George Floyd. ¿Puedes hablar sobre su significado?
Si tomáramos en serio la igualdad, todos podríamos respirar libremente. La desigualdad nos lleva a situaciones de asfixia, tanto metafórica como literalmente. Vivimos en una sociedad donde muchos no pueden respirar debido a la violencia, la discriminación y la opresión. Gente que no logra respirar por vivir en una sociedad que no lo permite. En Estados Unidos hay violencias policiales, pero en México hay violencias perpetradas por el ejército, el crimen organizado.
¿Qué motiva la escritura de este libro, un compromiso con la realidad, con la sociedad o el mero hecho de complejizar una idea que asumes como necesaria?
Creo firmemente que se puede cambiar el mundo. A la gente le suena muy utópico, pero es necesario mirar los ríos más lentos de la historia. Las ideas de igualdad y los derechos humanos no están grabadas en piedra; defenderlas puede transformar nuestra realidad. Las ideas de la Ilustración, por ejemplo, cambiaron el mundo, y fortalecer la idea de igualdad puede transformar la sociedad mexicana y global.
ÁSS