La comezón de la masa

Toscanadas

"Muchos internautas se han pronunciado contra el retrato de Zapata, pero una novela que narra el amor de hombre del caudillo no causa la misma reacción, pues para eso hace falta leer, cosa que no está al alcance de los enjambres".

Adaptación del cuadro 'Revolución', del pintor Fabián Cháirez. (Especial)
David Toscana
Ciudad de México /

A buena parte del mundo le gusta atacar las artes porque nada saben de artes, y entonces les ofende la existencia de un mundo que pertenece exclusivamente a una élite espiritual. Sin embargo, las artes no pretenden ser elitistas, simplemente buscan ser una manifestación del alma humana y ¿qué culpa tienen los artistas vivos o muertos de que el grueso de los seres humanos haya perdido el alma? Por su parte, los que viven desterrados de ese mundo de las artes, en vez de tratar de acceder a él, justifican su rusticidad y, sin haberse dejado tocar por la poesía de Paz, Darío, Quevedo, Huidobro o Sor Juana, acaban por pensar que los reguetoneros hacen versos; aprecian el sonsonete del pop, mientras juzgan que Stravinski hace ruido.

Si les dan oportunidad, se lanzan contra una obra pictórica para que la descuelguen de un museo que ni siquiera piensan visitar. Del comedor de Cambridge acaban de quitar un cuadro del siglo XVII porque mostraba animales muertos y los veganos perdían el hambre; atacan la pintura de Gauguin porque estuvo con muchachas en un mundo donde bastaba ser núbil para ser mujer; condenan la obra de Balthus porque una niña muestra los calzones. Y los casos se suman.

La literatura no está exenta de ataques, pero sufre menos porque no basta un tuit para enfangarla; se puede enfangar al autor, pero no la obra. Ahora muchos internautas se han pronunciado contra un retrato que muestra a Zapata con sombrero rosa, ya que es una imagen muy obvia y basta un segundo para descubrir de qué se trata; pero la valiosa novela de Pedro Ángel Palou que menciona el amor de hombre del caudillo no causa la misma reacción, pues para eso hace falta leer, cosa que no está al alcance de los enjambres.

Los mismos que protestan por la existencia de becas para artistas suelen ser los que pillan cuando no hay becas para deportistas de élite; y claro, también rezongarían si el apoyo a deportistas no tuviese como norma la calidad, sino un torcido criterio democrático: “Apoyamos a este muchacho gordo, lento y torpe porque no vive en la Condesa”. Pero el hecho de que cualquiera entienda un gol y pocos comprendan un poema no quita que la poesía sea más relevante que el futbol.

Algo similar pasa con la inteligencia, que es lo más elitista en el ser humano. Las personas de buena cabeza suelen admirar a los intelectuales, aprender de ellos, dialogar y asentir o disentir; mientras que los de vacuo cerebro prefieren insultarlos con cinco faltas de ortografía por línea.

Que pasen estas cosas, ya es normal desde hace años. Lo que veo con inquietud es que ahora buena parte de las embestidas al arte vienen desde los propios artistas, críticos e intelectuales que han hecho suyas las comezones de esa masa que antes no pintaba nada.

RP | ÁSS

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