La destrucción del mural de Siqueiros | Por Avelina Lésper

Casta diva | Opinión

“Es ominoso que el ataque provenga de alumnos de arte que están conscientes de que el arte se debe respetar. Ese ataque pervierte su causa, la ensucia con violencia gratuita y le resta legitimidad”.

Protesta en Ciudad Universitaria. (Foto: Haarón Álvarez | MILENIO)
Ciudad de México /

Las consignas, peticiones, conflictos y hasta necedades ideológicas utilizan el arte para descargar su furia. En una histeria colectiva iconoclasta, se ha impuesto la moda de atacar al arte para que sus causas existan, con gran cinismo dicen: “si te disgustó, cumplimos”. La visibilidad viene con la agresión.

Todo es válido: el cambio climático, la violencia en contra de las mujeres, la contaminación y lo que se les ocurra, son más importantes que el valor incalculable, histórico y estético, de las obras. Los alumnos de la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM, como parte de sus protestas y de su huelga, destruyeron el mural de la Torre de Rectoría de CU, obra de Siqueiros, Las fechas en la historia de México o el derecho a la cultura. Llevaban el rostro cubierto con evidente cobardía, porque la honestidad da la cara.

El pliego petitorio de estos alumnos, que para ellos justifica sus actos, exige lo siguiente:

Seguimiento a las denuncias por acoso de académicos en contra de los alumnos. Transporte desde la escuela que los acerque a sus casas. Almacenamiento en Drive. Pago a los modelos que posan para las clases de dibujo al natural. Atención a temas de género. Seguridad en los alrededores de la Facultad. Contratación de psicólogos, psiquiatras y servicio médico. Apoyo a los alumnos en situación de discapacidad. Informe del uso del presupuesto de la FAD. Mejoras en las instalaciones y el mobiliario, comida vegana, vegetariana y para necesidades específicas en las cafeterías que no administra la FAD ya que son concesionarias, mejoras de la cancha de basquetbol y uniformes, y otras cuestiones del sistema de trabajo.

No voy a cuestionar sus peticiones, ellos saben qué es lo que necesitan, la dirección de la FAD afirma que ya tiene un programa para responder a sus requerimientos. Sobre esas peticiones hay otras versiones de alumnos que no están de acuerdo, pero no se atreven a decirlo por temor a la estigmatización.

Es inadmisible que, como parte de esa protesta, destruyan una obra de arte irremplazable y de valor incalculable. Es más ominoso que ese ataque provenga de alumnos de arte que están conscientes de que el arte se debe respetar y preservar. Ese ataque pervierte su causa, la ensucia con violencia gratuita y le resta legitimidad. La reproducción de la Victoria de Samotracia fue derribada por unas alumnas y el pedestal grafiteado con la consigna “Tiren esta mierda blanca occidental y a la Samotracia también”, la universalidad del arte víctima de la ignorancia y de un acto vandálico.

Los alumnos saben el esfuerzo que implica la creación del arte, saben el valor que tiene para la sociedad, en todos estos actos se ve una politización influenciada por las modas ideológicas en las redes, por las ideas que circulan como detonadores autorizados de la violencia. Es un canon: si esgrimes tal o cual consigna tienes derecho a destruir. Estos actos violentos más que buscar mejorar el estatus de la FAD, buscan destruirla.

AQ

  • Avelina Lésper

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