En 1942, el año en que inauguraron la Diana Cazadora en el Paseo de la Reforma, los ultra fascistas de la Liga de la Decencia protestaron y le pusieron ropa interior, haciéndola más escandalosa, en su afán puritano cometieron un acto fetichista que revela la verdadera psique atrás de esa represión: el voyeurismo que aumenta el placer mirando.
La nueva “liga de la decencia” es el pensamiento políticamente correcto, el ultra feminismo que impone su moral, que, en este caso, es aún más puritana que la de hace más de 60 años. De la aspiración de crear una diosa, hemos involucionado la “Diana Decente”, el símbolo del baño de damas impuesto por la Liga Feminista de la Decencia, que continúa ominoso en la misma avenida en donde está la Diana Cazadora.
Es impensable que hoy, nuestra sociedad y gobierno puritanos instalen en un espacio público la escultura de una mujer desnuda. La fuente de la Diana Cazadora fue diseñada por el arquitecto Vicente Mendiola Quezada, el autor de la escultura es Juan Fernando Olaguíbel. La modelo que posó para la escultura fue la hermosa Helvia Martínez Verdayes.
La Diana Decente que impuso la Liga Feminista de la Decencia en el lugar de la hermosa estatua a Cristóbal Colon, además de ser un objeto horrendo, que humilla la condición femenina, es puritano. Es evidente que carecían del talento para hacer una escultura y por eso pusieron ese trasto, también es obvio que en su ignorancia no pudieron crear un símbolo complejo y audaz como la Diana Cazadora, pero lo que es de risa loca es que además son mojigatas. La Diana está desnuda, armada de arco y flecha, fuerte, es erótica, dionisiaca, de cuerpo musculoso, hembra que corre por el bosque, que recibe el sol y el viento, proveedora de su hogar. Las feministas hacen un trasto plano, con “vestidito”, peinadito, levanta el brazo, uy, en actitud de protesta, y para más ridículo, la trepan en un pedestal orgullosas de su Diana Decente.
Son nuestros tiempos de pusilánime actitud frente a la realidad. El Estado, por supuesto, paralizado. Este grupo de la Liga Feminista de la Decencia hace una carta abierta y una campaña de tuitazos, amenazando con que no vayan a quitar su Diana Decente porque eso es un atentado en contra de ellas, tan decentes y feministas, y el Gobierno de la Ciudad de México la deja ahí, no vaya a ser que las buenas conciencias se escandalicen.
A mí no me representa la Diana Decente de la Liga Feminista de la Decencia, no. A mí me representa la Diana Cazadora, la Flechadora de las Estrellas del Norte, esa mujer valiente, mítica. El trasto horrendo que desfigura un espacio público representa la cobardía del Estado para disciplinar a la masa inculta y la arbitrariedad de un grupo ultra fascista, la Liga Feminista de la Decencia, de imponer un golpe anti democrático en contra de la sociedad y de todas las mujeres pensantes, porque, por cierto, ellas no piensan.
AQ