La iglesia de la Santa Veracruz, construida en el siglo XVI, destruida por un incendio. Los responsables no son los que prendieron el fuego, los responsables son las autoridades del Estado y el INAH, que la dejaron en el abandono.
Las leyes de Reforma de Juárez expropiaron los bienes eclesiásticos, la consecuencia es que la Diócesis explota y utiliza las iglesias sin darles mantenimiento porque no les pertenecen, incluso disponen de las obras de arte. El INAH tampoco les da mantenimiento ni vigilancia porque les retiraron 75 por ciento del presupuesto, el resultado es que hay decenas de monumentos históricos cayéndose a pedazos.
Dañado en el sismo de septiembre de 2017, el templo lleva tres años con los andamios y con los trabajos de restauración a medio hacer.
Es indignante el caos y la negligencia de esta tragedia artística: iniciaron un proceso de restauración, pusieron pilotes y andamios y dejaron dentro las pinturas y las esculturas, casi todas del siglo XVIII, entre ellas una invaluable obra de Cristóbal de Villalpando. ¿En dónde están los supuestos expertos que cometieron tal irresponsabilidad?
El órgano quedó completamente destruido por el incendio y la Curia afirma que no tenía mantenimiento, como la mayoría de los órganos de las iglesias que son monumentos históricos. Es decir, el maltrato al acervo es una constante.
El populismo del gobierno de la ciudad que permite que los vagos y vándalos sean los dueños de las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México, así la plaza en donde está la Santa Veracruz tiene décadas tomada por un grupo de vagabundos que ahí viven y se drogan, y fueron los que se metieron a la iglesia abandonada por las autoridades y la incendiaron, porque por increíble que parezca después de que los bomberos apagaron el primer incendio, la iglesia se quedó otra vez sin vigilancia, y pudieron volver a entrar para iniciar un segundo incendio que acabó con todo.
Ahora sí, dicen con gran énfasis que van a terminar con la restauración, después de tremenda tragedia, el Fondo de Desastres se supone que les va asignar 10 millones que son incipientes y aún están en trámite.
La otra catástrofe es que el INAH carece de un catálogo completo de los bienes muebles e inmuebles eclesiásticos, por eso suceden robos y saqueos.
Esos bienes continúan sin ser importantes para la Secretaría de Cultura. ¿En dónde está la investigación para saber si las obras de arte están completas? Es obvio que en ese abandono podrían haber sido robadas. ¿En dónde está el peritaje y el catálogo?
Siglos de arte y de historia destruidos por el desprecio y la ignorancia.
El Estado no está cumpliendo con el legado juarista de preservar esos bienes como acervo de la nación. Los templos y catedrales, nuestro arte sacro han pasado del purgatorio al infierno de la burocracia y la ignorancia, y ahí se están quemado como lo podemos atestiguar.
ÁSS