Con prólogo del historiador William Dalrymple, India es un libro publicado por Phaidon; es un viaje a través de un país con pujante desarrollo industrial, que invierte miles de millones de dólares en su industria militar y al mismo tiempo está lleno de pobres que viven en barrios miserables o de plano en la calle, y en el cual 1.7 millones de niños menores de cinco años mueren anualmente por enfermedades que se pueden prevenir.
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En las fotografías de McCurry, la India aparece con todos sus matices, con todo su colorido; en las calles, en las casas, en el campo. En el hombre cubierto de polvo durante el festival Holi de los colores; en el hombre transportado por la multitud en ese mismo festival; en la niña que pide limosna vestida como el dios Shiva; en los hombres con la barba y los bigotes teñidos de jena; en la ropa y los adornos de toda la gente.
Las imágenes de McCurry, dice Dalrymple, “se sitúan en un mundo casi fantástico y poseen un fuerte componente mágico y absurdo: un sastre con el agua hasta el cuello eleva una máquina de coser Singer oxidada para que no se moje; una serpiente verde se enrolla como un pañuelo alrededor del cuello de un chico; un niño de Jodhpur corre veloz por un callejón sin que sus pies toquen el suelo”. Y así, muchas otras imágenes extraordinarias.
Los barrios populosos, a veces anegados por los monzones, los viejos barqueros, los vendedores ambulantes, los cargadores, los obreros de una fábrica textil, las mujeres que trabajan en la construcción de una carretera, aparecen en este libro en el que también los poderosos tienen su lugar. Como el terrateniente rodeado de sus trofeos de caza o la hija de un millonario con sus sirvientes y sus carros de colección.
La India se ha convertido en un paraíso tecnológico, “con una clase media obsesionada por las marcas”, pero, afortunadamente, no ha perdido su profundo sentido espiritual. Es, lo han dicho los estudiosos, una tierra sagrada llena de peregrinos de diversas religiones, de templos como el maravilloso Taj Mahal o las alucinantes escaleras que llevan en Benarés y conducen al Ganges; es un país materialista pero asimismo religioso hasta el delirio. Esa es otras de las impresionantes paradojas que nos muestra el libro de Steve McCurry.
Las fotografías de Steve McCurry son fascinantes, por su composición, por sus colores, pero sobre todo por la realidad que enseñan, muchas veces terrible. En ellas aparece lo mismo un poderoso terrateniente rodeado por sus trofeos de casa que un mendigo mutilado y andrajoso, muerto en los andenes del tren, “invisible a la mirada de los pasajeros”.
Como otros fotógrafos, por ejemplo Scott Schuman con The Sartorialist. India (Taschen), como tantos cineastas que nos descubren un pedazo de ese mundo que parece tan lejano y misterioso, McCurry se deja envolver por los personajes y la atmósfera de la India para ofrecernos un libro de gran formato verdaderamente excepcional.
RP