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Una sátira feroz sobre la intimidad colonizada por la estética de las redes sociales. Un niño busca a su madre más allá del aro de luz; ella solo responde cuando hay cámara encendida.

Bruce Swansey
Ciudad de México /

     ‘Sí o sí amigas.’

     La cámara muestra una mujer joven sonriente.

     'Sí o sí amigas', dice la mujer exhibiendo una dentadura perfecta.

     Corte a un frasco azul oscuro.

     'Esta crema hermanas, yo no puedo vivir sin ella. Serio ¿eh?'

     La cámara barre los productos en el estante.

     Corte a la crema.

     Corte a la mujer que sonríe mostrando un rostro redondo como charola recién bruñida con la reserva nacional de Brasso.

     'Yo entrando a mi casa me quito los zapatos porque sí o sí hermanas'.

     Corte a la mujer descalzándose.

     Corte a otro frasco.

     'Y para mantener mis pies delicados este producto amigas, sí o sí'.

     La mujer sonríe todo el tiempo como si se acabara de ganar un premio.

     Corte a un pequeño calvo con ojos agrandados por la tristeza sobre un rostro pálido como el de una galleta sacada antes de tiempo del horno y demasiado grande para su cuerpo.

     'Eta cdema pada mami', dice agarrando el producto.

     Corte a la mujer con cara de charola pulida al alto brillo que sonríe abriéndole los brazos.

     'Sí o sí mijito'.

     Corte a barrido de los productos en el estante.

     Corte a la madre y su hijo.

     'Eto pa mami bonita'.

     'Sí o sí Antonio mi vida'.

     El video termina y la mujer se relaja. Hace muecas porque le duele la boca y las mejillas de sonreír incesantemente. Aún sin las luces, la enorme cara refulge como desollada. Fuera de la cámara hay una reducción al vacío del que emerge pasmada para revisar su índice de popularidad y pensar qué otros productos pedalear, una mercancía promoviendo otras.

     'Mami bonita', dice Antonio, esforzándose porque la cabeza gigantesca no lo arrastre al suelo. Mami bonita no reacciona. Su cariño sólo se activa ante la cámara. La nana se lleva al nene cuyo silencio reconoce la intermitencia de la vida que sólo sucede cuando hay espectadores.

AQ

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