La posibilidad real de Julián Castro

Reseña

Un viaje improbable es la autobiografía del demócrata mexamericano que busca la presidencia de EU

Castro fue alcalde de San Antonio y miembro del gabinete de Barack Obama
FEIGUE BERMAN
Ciudad de México /

Tres hispanos aspiran a lo improbable: ganarle el puesto a Trump en 2020. De ellos, Julián Castro es el que tiene la trayectoria política más reluciente: alcalde de San Antonio, secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano en la administración de Obama, dio el discurso de apertura en la Convención Nacional Demócrata de 2012 y fue considerado para vicepresidente cuando Hillary Clinton fue candidata en 2016.

Castro tiene en su contra ser demasiado joven, no tener suficiente trayectoria política y ser de origen mexicano. A su favor, acaba de publicar su autobiografía (requisito casi indispensable en Estados Unidos para considerarse presidenciable). Su historia es cautivadora. Encarna la realización del American Dream y describe cómo la administración actual está destruyendo este sueño para los jóvenes estadunidenses de hoy.

Un viaje improbable (Hachette) arranca cuando Victoria Castro, oriunda de Coahuila, se queda huérfana y es recogida por unos parientes que la llevan al “otro lado” de la frontera. Su vida se desarrolla en la época de la segregación, cuando había letreros en Texas que prohibían la entrada a perros, negros y mexicanos. La sacan de primaria para que ayude en los quehaceres. Madre soltera, limpia casas ajenas el resto de su vida.

Rosie, su hija, estudia y trabaja. Sus años universitarios coinciden con la institución de programas de equidad en el Partido Demócrata, que garantizan la erradicación de la discriminación en el trabajo, y el voto por motivos de raza, sexo u origen nacional. Rosie se beneficia de ellos, pero además participa como líder local del Partido para mejorar la infraestructura y la educación en zonas pobres, y aumentar el registro de votantes y la representación política.

Ante la frustración de que no se elijan líderes que representen a los mexamericanos y de que la equidad prometida no llegue plenamente al sur de Texas, Rosie se une a otros líderes mexamericanos y forma con ellos el partido La Raza Unida, que se extiende a varios estados y unifica a la comunidad mexamericana: ricos y pobres, intelectuales y analfabetas. La participación de líderes mujeres ayuda a mitigar el machismo cultural. 

La historia de Jesse Guzmán es similar a la de Rosie. Como ella, él es universitario, maestro, activista e hijo de mexicanos. Se enamoran trabajando en La Raza Unida. Jesse deja a su esposa por Rosie. Con la llegada de sus gemelos, Julián y Joaquín, los cuatro se vuelven familia durante diez años. 

La Raza Unida logra estimular la conciencia política de la comunidad hispana y coloca dirigentes en consejos escolares y municipales de Texas, e incluso al primer alcalde mexamericano en San Antonio. El ímpetu del partido enciende un despertar cultural y artístico: el movimiento chicano. 

Pero ni la pareja ni el partido sobreviven. Lo que queda de la pareja son dos chiquitines que maman de ambos padres la ambición de superarse más allá de las expectativas y la convicción de que para lograrlo se necesita educación y empoderamiento personal basado en la ayuda a otros. Lo que queda de La Raza Unida es que obliga a que el Partido Demócrata se vuelva más progresista y a que Julián y Joaquín Castro (actual miembro del Congreso representando a Texas) y otros hijos de miembros de La Raza se encuentren ahora entre sus líderes más progresistas. 

La vida de los mellizos es una extensión de la vida de su madre. La acompañan a la universidad, a las juntas y protestas políticas. La importancia que Rosie le da a la educación se refleja en la asistencia de sus hijos a escuelas que esperan mucho de sus estudiantes y en la obligación de ser buenos alumnos. El activismo de Rosa se traduce en el interés de sus hijos por el servicio público. Por otro lado, la rivalidad y la simbiosis entre los mellizos les ayuda a triunfar. 

Becas, esfuerzo y especialmente el programa Affirmative Action (discriminación positiva que ayuda a menguar la desigualdad de circunstancias por diferencia de clase socioeconómica o de raza), les permiten ir a Stanford y a Harvard. Sueñan con ser periodistas, luego abogados. Pero traen en los genes el bicho político y una meta clara: lograr que otros logren lo que ellos lograron, volver realidad el American Dream para otros.

Durante y tras sus estudios, siendo abogados y políticos, juntos y por separado, los mellizos establecen programas de servicio público con esa meta. Es decir: establecen programas que crean oportunidades y así mejoran las circunstancias de los desaventajados.

Como alcalde de San Antonio, Julián extiende la educación preescolar gratuita y revitaliza a la ciudad invirtiendo en vivienda pública, reduciendo el precio de préstamos para adquirir un hogar, atrayendo compañías que ofrecen empleos bien pagados. Como secretario de Vivienda en el gobierno de Obama, aumenta la vivienda pública rural y urbana, establece un programa para controlar que la inversión en infraestructura se haga en las zonas más necesitadas y aumenta el acceso a internet y a computadoras gratuitas en zonas pobres.

¿Por qué debe importarle a México Julián Castro? Porque desea legalizar a los once millones de indocumentados, porque rechaza el muro que propone Trump entre México y Estados Unidos, porque su enojo ante las leyes que discriminan y maltratan a la diáspora mexicana es genuino, y porque sus posibilidades de ser presidente de Estados Unidos en el año 2020 son reales.

Un detalle: que Julián Castro sea el primer presidente mexamericano nacido un 16 de septiembre, aniversario de la independencia mexicana, es buen augurio. 



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