La tristeza o por qué los estoicos no están de moda

Toscanadas | Nuestros columnistas

Hace siglos que los poetas tratan de expresar esa sensación única del dolor, pero la cotidianidad no es poética.

Lo que no me atrae es la exhibición de la tristeza, sea auténtica o falsa. (Ilustración: Kika Fuenzalida)
David Toscana
Ciudad de México /

Montaigne dice que no ama la tristeza ni la aprecia, “aunque el mundo se haya dedicado, como por acuerdo previo, a honrarla con un favor particular”. Menciona algo bien sabido: que los “estoicos prohíben a sus sabios sentirla, por ser siempre cobarde y vil”.

No me meto con la tristeza. Cada quien tiene el derecho de sentirla. Lo que no me atrae es la exhibición de la tristeza, sea auténtica o falsa.

Cuando los ocupantes de un cargo público han de informar sobre algún percance con cadáveres de por medio, nunca dicen “hubo tantos muertos”, sino “desgraciadamente hubo tantos muertos”. Ya con ese adverbio se hacen pasar por gente sensible y evitan que se diga que no tuvieron empatía con los deudos. Aunque “muertos” suele ser una palabra insensible y se sustituye por “fallecidos” o “personas que perdieron la vida”.

Los heridos se apuntan entre las desgracias cuando “afortunadamente no hubo pérdidas humanas que lamentar”.

Quien maneja redes sociales con muchos seguidores se tiene que “pronunciar” ante algún evento trágico con toda la congoja correspondiente. Los políticos gringos ya tienen un machote tuitero para cada balacera escolar. “Mis pensamientos están con…”. “Nuestras oraciones…”. “Se me parte el corazón…”.

En caso de la muerte de un personaje de la farándula, sus allegados entran en competencia para ver quién se siente más triste. Y, aunque ahora se diga que el estoicismo está de moda, ningún tuit estoico es bienvenido. “Ya está donde estaba antes de nacer”. “Nada tan natural como morirse”. “No da pena su muerte, sino su vida sin virtud”. O a quien murió luego de una larga hospitalización: “Trató deshonrosamente de prolongar la vida”. No, los estoicos no están de moda.

Allá en el 2011 vimos una de las mayores demostraciones colectivas de tristeza durante los funerales de Kim Jong-il. Costaba trabajo hacerse una idea de la veracidad del llanto norcoreano; pero es difícil xenocalzarse, pues cada líder, cada pueblo y sus tradiciones son diferentes; además se informó que en Norcorea arrestaban a quien no mostrara suficiente dolor.

Solzhenitsyn cuenta que muchísima gente estaba alegre por la muerte de Stalin, pero en la calle se tenía que fingir una gran pena.

Hace siglos que los poetas tratan de expresar esa sensación única del dolor, por la cual Tolstói decía que cada familia triste lo es en su propio modo. Pero la cotidianidad no es poética; por eso en ningún sitio se escuchan tantos lugares comunes como en un velorio.

AQ

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