La última fiesta de Carlos Martínez Rentería

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Emiliano Martínez Escoto narra los últimos dos meses en la vida de su padre y adelanta algunos detalles de la estela de homenajes que iniciarán el 26 de febrero, cuando habría cumplido 60 años.

Carlos Martínez Rentería, escritor, periodista y promotor cultural. (Cortesía)
Ciudad de México /

Lo más triste de estar enfermo

es que los sueños también se enferman.

Carlos Martínez Rentería


Fiel a su vida y obra, Carlos Martínez Rentería fue en contra del status quo hasta en su muerte: en medio de la pandemia por el SARS-CoV 2, su deceso, el lunes 7 de febrero, fue consecuencia de una bacteria, no del virus. Para este “Príncipe de la noche” —como diría Mario Vargas Llosa—, que luchó 30 años contra la diabetes, infecciones y aun asaltos a mano armada en su Ciudad de México, que se retiró tranquilo, tomado de la mano de su esposa, sonriendo, esperando el amanecer, en medio de una fiesta de despedida que le organizaron sus fantasmas, el mayor acto de contracultura fue el amor.

Amaba la noche, la encontraba poética; “sabía habitarla”, cuenta su hijo Emiliano Martínez Escoto. Ahí encontró su imagen perfecta del amor, su árbol: una jacaranda en la esquina de las calles de Xalapa y Zacatecas, en la Roma, que se fue acercando con los años a un poste hasta terminar abrazándolo.

Periodista, difusor cultural, buscador y generador de amigos, editor y director de la revista referente de la contracultura, Generación, que fundó en 1988 con Arturo Jiménez, Américo Guerra y Alejandro Jiménez Martín del Campo, preparó su velorio desde 2005 en Gayosso Félix Cuevas, en rebeldía premeditada contra sí mismo, aunque póstuma: “Quería irse adonde van los grandes artistas”.

Sus cenizas recibirán varios homenajes. El próximo 26 de febrero Martínez Rentería cumpliría 60 años y esa efeméride será el punto de partida para los homenajes en la capital del país y los estados.

Emiliano Martínez Escoto, que trabajó los últimos quince años con él en Generación, prevé que quizás el “número fantasma” sea el último de una revista fusionada a su padre, extensión de su alma. Recuerda que Martínez Rentería jamás aceptó que Generación deviniera edición digital. “Todos sabemos que los impresos tienen grandes complicaciones, pero Carlos siempre fue muy aferrado y prefería publicar poco a estar moviendo cosas por internet. Le parecía que ahí todo se volvía demasiado efímero, le importaba muchísimo la permanencia del papel, del impreso, como un testigo tangible del trabajo que uno hace. Siempre se negó, hasta el último día, a mandar Generación a la página web”.

El relato de Martínez Escoto sobre la despedida de su padre resulta conmovedor. “La causa final que está anotada en los papeles es un choque séptico. Tenía un historial de infecciones en diferentes partes de su cuerpo, provocadas principalmente por la diabetes que padecía desde hace 30 años. Llevaba varios años padeciendo infecciones, por ahí logramos salir de dos casos de pie diabético. En esta ocasión fue una infección en la pierna derecha, que tuvo un mal diagnóstico; un doctor privado, que a veces consultaba, le dijo que probablemente era ciática. Aquí es importante mencionar que los tratamientos y diagnósticos se complicaban debido a la pandemia, porque en ocasiones no se podía ir al doctor, solo podían hacerse consultas por teléfono. El Instituto Nacional de Nutrición, que fue el hospital de toda la vida de mi padre, se reconvirtió en hospital covid durante mucho tiempo. Entonces, cuando le diagnosticaron un problema del nervio ciático, él tuvo que aguantar el dolor un par de meses. Con ese malestar, mi padre sufre una caída a principios de diciembre, un tropezón con un gancho cuando colgaba su ropa después de lavarla en casa. Se cae y no puede moverse. Llamé a una ambulancia. El chiste es que tenía una cadera rota, nosotros no lo sabíamos, por supuesto, y aun así estuvo un par de días en casa, y eso agravó el malestar. Así decidimos ir a Nutrición, donde nos dijeron que era una infección con un avance muy intenso. Poco después salió que era provocada por una bacteria que no tenía tratamiento médico, que no hay antibióticos que puedan vencerla por completo”.

Aun así, los médicos hicieron todo lo posible, pero el cuerpo fue decayendo. Después de dos meses de hospitalización, Carlos Martínez Rentería ya no aguantó más.

“Por suerte, debido a la diabetes, por los tratamientos contra la infección, mi padre no presentaba gran dolor, casi no sufrió. El 6 de febrero tiene complicaciones, y los doctores me permiten hablar a la familia para que se despida. La última persona en entrar fue mi madre (Guillermina Escoto Garduño), el gran amor de su vida. Pasan las últimas horas juntos y ella me cuenta que mi papá le pedía: ‘Ya vámonos a casa’. Mi mamá le promete ir a casa al amanecer. Y, tomados de la mano, mi papá se va quedando dormido, con una sonrisa en el rostro”, relata Emiliano.

“Es una metáfora bonita: mi padre era un tipo de un gran corazón y de una enorme vitalidad, que siempre luchó por estar presente, por estar vivo, por estar disfrutando todo. Se salvó en muchas ocasiones de problemas de hiperglucemias agudas —más de 800 puntos cuando el promedio está entre 80 y 120—, sobrevivió a muchas complicaciones, sufrió tres casos de pie diabético, tenía infección en los huesos, que en el 90 por ciento en los casos llega a ser mortal o a provocar la pérdida de una extremidad, pero él terminó completo porque siempre luchó contra lo imposible. Tuvo que llegar una bacteria sin tratamiento conocido por el ser humano para vencer a mi padre. Su amor por la vida lo llevó demasiado lejos, incluso a soportar calamidades muy grandes en su propio cuerpo”.

Emiliano Martínez Escoto con su padre, Carlos Martínez Rentería. (Cortesía)

¿Tuvo miedo a la muerte?

“Siempre se burlaba de la muerte, decía que que estaba bien tanto con Dios como con la Muerte, que no tenía complicaciones en irse adonde lo llamaran en cualquier momento. Cuando sintió cerca el final, tuvo varios momentos de delirio. Nos comentaba que estaban con él, ahí, acompañándolo, sus padres, su tía Betita —uno de los grandes pilares de su vida—. Le decían que se acercaba el momento, lo estaban cuidando, lo cuidaron toda la vida, y lo cuidaron también en los últimos momentos. Hubo una noche muy complicada, muy intensa, en la que alucinaba. Y él saludaba en ese cuarto de hospital, saludaba a la gente, y decía: ‘Maestro, qué milagro, qué bueno que viniste, tómate un trago’. Entre las alucinaciones y la deriva que tenía, alcancé a reconocer que lo pasaron a visitar sus amigos, que lo pasó a visitar la familia, que mi padre estaba en medio de una gran fiesta, en la que se despidió de todos”.

Dice que su padre no le temía a la muerte y se quedó como en un gran sueño. Además, en sus momentos de lucidez, tuvo tiempo de despedirse de sus amigos más cercanos por WhatsApp.

“El día anterior a su muerte fue el cumpleaños de dos de sus grandes amigos, Felipe Posadas y Benjamín Anaya, y todavía les pudo mandar mensajes de audio agradeciéndoles lo que le habían dado, agradeciéndoles los buenos momentos, los momentos importantes, y despidiéndose a su manera. Todo el tiempo bromeaba, todo el tiempo inventaba mundos, hasta en los últimos instantes, hasta las últimas consecuencias. Se fue tranquilo, imaginando, inventando cosas hasta en su propia muerte”.

Refiere que, aunque a su padre no le gustaba pensar en el futuro y “despilfarraba cada instante de su vida”, desde 2005 empezó a pagar sus servicios funerarios en Gayosso. “Gran parte del funeral que quería lo pagó él mismo. Pero también lo pagó la generosidad de sus amigos, que nos permitieron despedirlo como él quería, darle un último tratamiento que permitió que mi padre no sufriera tanto”, señala Martínez Escoto, que adelanta cómo serán los homenajes.

“Mi padre era un tipo de muchos mundos, estaba bien con mucha gente. De pronto le costó trabajo abrir espacios, sobre todo institucionales; sin embargo, eso nunca fue un problema para él, siempre inventó sus propios espacios. Esa es una de sus grandes enseñanzas: no hay que esperar que te abran los espacios, hay que abrirlos uno mismo”, subraya Emiliano.

Dice que al darse a conocer la noticia del deceso, se acercó gente de lo más underground hasta de altas instituciones de la cultura en México, que le propusieron homenajes, espacios e incluso un velorio de cuerpo presente en algún recinto oficial, entre ellos el amigo de su padre Inti Muñoz, actual director de Ordenamiento Urbano capitalino, y Alfonso Suárez del Real, exsecretario de Cultura y exsecretario de Gobierno de Ciudad de México.

“Les dije que me parecía precipitado hacer un homenaje forzado e incluso me pareció un ejercicio de mediatización el hacerlo al día siguiente de su muerte. Me pareció que había que esperar un poco. Y mi contrapropuesta fue realizar una semana de homenajes, tanto institucionales como underground, alrededor del cumpleaños 60 de mi padre, que es el sábado 26 de febrero.

“Estoy trabajando con instituciones y amigos para hacer una semana de actividades que cubran todos los rubros de su labor artística y cultural, que vayan desde recordar lo grande que significa la revista Generación, con sus más de 33 años, hasta su trabajo poético y de búsqueda y exploración salvaje del mundo del performance”, adelanta.

Las sedes propuestas para el arranque de los homenajes son la Casa del Poeta Ramón López Velarde, en la colonia Roma, donde Generación tuvo sus oficinas durante más de 20 años, y que Martínez Rentería llamó “Redacción Charles Bukowski”, y el Museo de la Ciudad de México. Pero agrega que también llegaron invitaciones para reconocimientos a su padre desde Tijuana, Monterrey, Oaxaca, Xalapa y Mérida.

“Celebraremos sus 60 años como a él le habría gustado. Recordaremos a mi padre durante largo rato y ahí estaré con su cajita de cenizas llevándolo a recorrer el mundo, como a él le gustó. Obviamente, también habrá eventos en la Pulquería Insurgentes, que fue su último bastión, y en la cafetería La Juanita, un espacio en el que se dedicó a la despenalización de la mariguana”, añade.

¿Qué va a pasar con Generación?

“Carlos y Generación estaban fusionados. Generación era una extensión del alma de Carlos, y, para continuarla, hay que replantear muchas cosas y reinventarse. En este momento no tengo claro qué sigue para Generación, pues con la partida de Carlos también parte un poco Generación. Sin embargo, Carlos dejó una última petición, un último número inconcluso. Hace muchos años, de manera premeditada, él se brincó un número de la revista, entre el 88 y el 90, para inventar el ‘número fantasma’ de Generación. Y pidió a diferentes amigos, como una de sus últimas voluntades, que el día que partiera se hiciera un número con anécdotas e historias de gente querida que convivió con él. Entonces, lo único que tengo claro es que ese número fantasma que él dejó y pidió, tenemos que hacerlo. Y después ya veremos. Con el transcurso del tiempo decidiré qué seguirá para la revista. Algo me queda claro: Generación y mi padre son inmortales.

El último número de Generación que dirigió Carlos Martínez Rentería fue un homenaje al estridentismo por su centenario, coordinado por Eric List, nieto de Germán List Arzubide. Con un tiraje de mil ejemplares, lo presentó en 2021 en la Feria del Libro del Zócalo. “Fue el 11 de diciembre. Terminada la presentación, me fui con mi padre al hospital y ya no salió”, recuerda su hijo Emiliano tras destacar la afinidad de su padre con los estridentistas.

También espera publicar un libro póstumo en el que Carlos Martínez Rentería estuvo trabajando durante años y que fue una de las grandes motivaciones para soportar sus últimos dos meses de hospitalización. Es su libro sobre hospitales. Mi padre estuvo en hospitales durante muchos años a lo largo de toda su enfermedad de diabetes y tenía una cantidad impresionante de textos. Los últimos días siguió escribiendo historias de hospitales: sobre las camas, los camilleros, las afanadoras, las pesadillas. Una de las últimas frases que escribió en sus libretas fue: ‘Lo más triste de estar enfermo es que los sueños también se enferman’. Es un libro que quiero hacer en homenaje. En sus últimos días, su gran amigo, Guillermo Fadanelli, le dijo que lo apoyaba, y eso motivó mucho a mi padre, pues siempre quiso publicar su libro sobre hospitales. Buscaremos con quién editarlo, y si no, como siempre lo hizo mi padre, lo editaremos nosotros mismos”, concluye Emiliano Martínez Escoto.

AQ

  • José Juan de Ávila
  • jdeavila2006@yahoo.fr
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.

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