Para Jonás, en su segundo cumpleaños
La vida, amor mío, lo mismo que nuestras cortinas:
barracudas, barracudas azules, dientonas, pero
chéveres, nuestras cortinas —y la playa que eres cuando
juegas y revisas los álbumes (un Volkswagen, ¡cabum!:
la memoria de mi padre, 30 años después, ahora
mismo)—. Y tus pies, cangrejitos perfectos ocultándose
en la buena suerte. ¿Vino o mezcal? Se escuchan
mariposas cuando apagas la música. Somos esa novela
de Helen Emily Woods en la que comenzaba a llamarse
Anna (¿me dejas, querida, contarte más?), lo mismo
que, ahora, nuestras cortinas.
ÁSS