Las lágrimas de Eros

La guarida del viento

'Kairós', la brillante novela de Jenny Erpenbeck que acaba de ganar el Premio Booker, es una de las grandes historias de amor de nuestro tiempo.

Detalle de portada de 'Kairós'. (Anagrama)
Alonso Cueto
Ciudad de México /

Katharine, una joven alemana, sube a un ómnibus en Berlín. El vehículo arranca y ella busca sostenerse. Más personas suben. Afuera hay un diluvio. Ella busca un sitio en el medio. Entonces ocurre algo. Hay un hombre cerca. Se llama Hans. Ella lo ve. Y él la ve a ella. Se bajan en el mismo paradero. Un vaho se va desprendiendo de la ropa de ambos. Y entonces se ven por segunda vez. Ya está escampando.

Poco después caminan juntos. A ella se le queda atracado un tacón en la acera. Él la ayuda. Pronto la invita a tomar un café. Es el once de julio de 1986. Están en Berlín oriental. El mundo se está derrumbando a su alrededor. Pero por el momento eso no parece importarles.

Kairós, la muy brillante novela de Jenny Erpenbeck que acaba de ganar el Premio Booker, es una historia de amor en medio de las ruinas. Katharine tiene diecinueve años y Hans más de cincuenta. Poco después de conocerse, él le cuenta que es un hombre casado. Tiene un hijo llamado Ludwig. Hans piensa que ha visto a Katharine antes, cuando era una niña, junto a su madre, en una protesta callejera. Cuando van a su departamento, Hans le pone un disco, la Mazurca en La menor de Chopin. Siente que “al ponerle su música, se está abriendo a ella”. Ella conoce la obra pero sólo entonces, cuando la escucha junto a él, siente “cuán al filo de lo clandestino está esa música”. Poco después, ella ve el estuche de sus gafas en la mesa y la cajetilla de tabaco Duett, y “piensa que ya no quiere sentarse a ninguna mesa donde no estén su estuche, sus cigarrillos”.

La relación entre Hans y Katharine se construye en base a una serie de rituales. Ella se somete a unas ceremonias de sumisión, que marcan la violencia y la toxicidad de la relación. El proceso lleva a una serie de encuentros frontales. Luego a un evento que marcará el inicio de la destrucción progresiva. “Para quedarme contigo, tengo que volverme indiferente hacia ti”, le dice Hans.

Mientras las ilusiones se van derrumbando, el mundo a su alrededor también pierde sus bases. Las estructuras políticas de Alemania Oriental se vienen abajo. Katharine nunca ha salido a una ciudad occidental. Hans le dice que estar en Occidente es algo parecido a probar una ensalada niçoise. La novela está dirigida por los recuerdos de ella que va abriendo una serie de cajas. Todo está presidido por Kairós, hijo de Zeus, el dios griego del momento justo y oportuno. Es el dios del tiempo señalado.

En su ensayo Las lágrimas de Eros, Bataille relacionaba, a través del examen de las obras artísticas, el amor erótico con la muerte. El erotismo está asociado a la conciencia de la muerte, no a los fines reproductivos según afirma Bataille. Este es el camino que elige Erpenbeck. Cuando Hans y Katharine se ven, todo se enreda: “la risa y la desesperación, el deseo, el desprecio, el amor, la compasión, el odio, la pena”. Kairós es, sin duda, una de las grandes novelas de amor de nuestro tiempo. Abrazamos a sus personajes enamorados, aún en medio de las ruinas.

AQ

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