Como el príncipe Tamino de La flauta mágica, el tenor estadunidense Lawrence Brownlee conoció a su esposa a ciegas, a través de un retrato, gracias al cual de inmediato estableció una conexión que se consumó en un matrimonio de ya casi tres décadas. “Como Tamino, creo en el poder del amor”, cuenta.
A punto de ir a bailar salsa en plena temporada de la nueva producción de la ópera de Wolfgang Amadeus Mozart que realizó Simon McBurney para la Metropolitan Opera de Nueva York (Metopera), Brownlee concede una entrevista exclusiva a Laberinto sobre el primer papel que encarnó a los 19 años: Tamino.
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Considerado uno de los grandes tenores belcantistas de las últimas décadas, especialista en Rossini, Brownlee apuesta por la diversidad: “La gente quiere ver diversidad e inclusión en la ópera”, sostiene.
Activista por los derechos civiles, defensor de la cultura negra con proyectos como Rising para difundir la gran poesía del Harlem Renaissance a través de la música, es amigo de varios colegas mexicanos y latinos como Javier Camarena, al que llama “mi hermanito”, y admirador de Luis Miguel y los boleros.
Encarnó en 2005 para la Seattle Opera a Arcadio, el enamorado de la periodista Rosalba en la ópera de Daniel Catán, Florencia en el Amazonas (1996), que tendrá su histórica premier el 16 de noviembre próximo en la MetOpera, que además la transmitirá en vivo para el mundo el sábado 9 de diciembre.
La flauta mágica (Die Zauberflöte), que también podrá verse este sábado 3 de junio en México, en el Auditorio Nacional y salas de cine, en transmisión en vivo desde Nueva York, está protagonizada por Brownlee (Tamino), la soprano Erin Morley (Pamina), el barítono Thomas Oliemans (Papageno), la soprano Kathryn Lewek (La Reina de la Noche) y el bajo Stephen Milling (Sarastro), con la francesa Nathalie Stutzmann al frente de la orquesta de la Metropolitan Opera House de Nueva York.
—Ha cantado en la Scala, Covent Garden, Zúrich, París, Berlín, Viena, Madrid... ¿Cómo se siente de volver a cantar en casa, en Nueva York?
La Metropolitan Opera House está considerada por muchos una de las más importantes casas de ópera en el mundo, si no es que la más importante. Siendo estadunidense, cantar este rol de Tamino ahí, que es el primero que interpreté en mi vida, significa mucho para mí. Estoy feliz de estar en el escenario de la MetOpera, la gente de Nueva York me aprecia mucho como artista. Me siento muy honrado de cantar ahí, donde tuve un debut importante en 2007 como Conde Almaviva en Il barbiere di Siviglia y muchas funciones relevantes en mi carrera. Estoy muy feliz de estar ahí, significa mucho.
—Su fama viene de papeles belcantistas, es considerado el gran tenor rossiniano de la actualidad, de hecho en 2011 lo vi en Nueva York en el papel de Rinaldo, en Armida, con Renée Fleming. Y viene ahora de hacer El rapto en el serrallo. ¿Cómo ha sido su experiencia con Mozart?
Sí, mucha gente me conoce como belcantista, por mis papeles en óperas de Rossini, Donizetti y Bellini. Pero la primera obra que canté fue La flauta mágica, cuando tenía 19 años, mi introducción a la ópera fue Mozart, por lo que me siento muy cercano a Mozart, amo su música, ojalá hiciera más roles suyos. Mi carrera se ha inclinado por el bel canto, que es lo que el público más ha apreciado, pero Mozart está muy dentro de mi corazón. De él hice El rapto en el serrallo, Così fan tutte, Don Giovanni, La flauta mágica, Bastian y Bastiana, así que tengo mucha experiencia con Mozart. Buena parte de la gente no lo sabe, pero amo a este compositor mucho y espero hacer más óperas suyas en el futuro, como Mitridate, Re di Ponto o La Clemenza di Tito, ojalá esas oportunidades se abran en el futuro.
—¿Cómo fue esa primera vez que cantó La flauta mágica? Era realmente muy joven.
Recuerdo mucho esa experiencia. No sabía gran cosa. Me sentía como adivinando qué iba a hacer. Antes de haber visto una ópera en mi vida, ya estaba cantando La flauta mágica. Y ahora, 31 años después, tengo una mejor comprensión de la ópera, del personaje. Este Tamino es muy diferente de cuando tenía 19 años. Me siento muy feliz de tener ahora mayor conocimiento, madurez para hacerlo.
—¿Quién es Tamino para usted?
Es alguien que tiene conocimiento de sí mismo, un príncipe que puede poseer cualquier cosa que quiera por eso, por ser príncipe, alguien de cierta clase social. Pero, cuando ve el retrato de Pamina y comprende quién es, se enamora genuinamente; él es sincero y se esfuerza por rescatarla de Sarastro, pone todo el corazón en ello. Tamino es alguien conmovido por su amor.
—¿Qué hay de Tamino en usted?
Igual que él, personalmente creo en el amor, creo en el poder del amor, de las emociones. El deseo de buscar a alguien a quien potencialmente puedes conocer. He estado casado por casi 30 años y conocí a mi esposa porque alguien me mostró su retrato, como ocurre con Tamino y Pamina, y sentí una gran conexión con ella, así que la busqué. El retrato o la imagen pueden darte valor para hacer cosas interesantes. Yo puedo ser esa persona que buscaría el amor a toda costa como Tamino lo hace.
—Vaya, eso sí que es destino.
Ja, ja, ja. Eso creo.
—La flauta mágica es quizás el primer acercamiento de muchos niños a la ópera. Esta producción de Simon McBurney incluye mucha tecnología, a diferencia de la anterior de Julie Taymor, que tradicionalmente se montaba en la MetOpera. ¿Cómo se siente con tanta tecnología?
La tecnología añade mucho a esta producción, nos da una comprensión realista de la obra y la hace más accesible. Mucha gente piensa que La flauta mágica es una ópera para niños, porque es una singspiel (ópera popular cantada en alemán con partes habladas). Me parece que creen eso porque tiene personajes muy simpáticos, como Papageno, que hace las delicias de los niños. También La Reina de la Noche o Pamina son personajes que los niños pueden comprender. Y la música tiene melodías muy cantables. (Canta) ‘Pa-pa-Papageno’. Son melodías muy cantables que aun los niños que no tienen una mente muy desarrollada pueden creer que la pueden cantar. Es una ópera muy accesible para los niños.
Pero, regresando al tema de la tecnología, el video, todo lo que se usa en esta producción, de cierta forma nos lleva de regreso a la época de Mozart. Se recrean en el teatro sonidos como los que se produjeron en los tiempos de Mozart. La gente puede tener una idea así de estar viendo una singspiel, que era una obra actuada con música. La producción tiene un gran trabajo, que me gusta mucho, presenta algo que podemos comprender usando el video y la tecnología de 2023, al mismo tiempo que los sonidos con los que Mozart estrenó esta obra en 1791. La gente puede apreciar así no sólo los personajes, sino también los aspectos históricos de La flauta mágica.
—Viéndola desde el siglo XXI, La flauta mágica también toca el tema de los derechos, el derecho de Pamina a elegir, por ejemplo. Usted ha sido activista de derechos civiles. ¿Cómo relaciona su activismo con la ópera?
Es importante tener un poquito de compasión y comprensión. Sí, he sido activista por la igualdad racial y también por los derechos de la mujer. Una de las cosas que discutimos sobre La flauta mágica es la misoginia, cómo se trata a la mujer. El Narrador (Speeker, Harold Wilson) se refiere a las mujeres de una manera muy sexista. Simon McBurney, nuestro director de escena, por eso decidió cambiar algunas cosas en esta producción. Pero tú ves la fuerza de Pamina, ves que fue hecha para tener igualdad con Pamino. Yo apoyo que, al lidiar con estos temas, al mirar atrás en todos estos momentos problemáticos, tengamos la sensibilidad de hacerlos funcionar para poder apreciar las óperas en 2023.
—Las sopranos Federica Lombardi y Ana María Martínez me decían, para la producción actual de Don Giovanni de la MetOpera, que encuentran las óperas de Mozart feministas.
¿Feministas? No estaría de acuerdo. No sé. A veces incluso me parecen sexistas. McBurney nos explicaba cómo en algunos montajes a las mujeres se les presentaba en una forma negativa, que no es tan buena. Aprecio el hecho de que ahora estamos empezando a ver las cosas de manera diferente. Como hombre, tengo una opinión diferente a la de Federica y Ana María Martínez, no creo que estas óperas sean feministas. Pero, reitero, mi experiencia es diferente a las de ellas.
—A propósito de su activismo. Acaba de lanzar en marzo su proyecto de Rising, ¿qué significa?
Rising es muy importante para mí. Consiste en tomar textos de poetas del Harlem Renaissance (1920-30), gente como Langston Hughes, Claude McKay, James Weldon Johnson, Alice Dunbar Nelson, que hicieron contribuciones significativas dentro de la sociedad estadunidense y que no siempre fueron reconocidos porque los consideraban que eran escritores para la población negra, lo que, por supuesto, no estoy de acuerdo. Con Rising quiero dar la oportunidad a jóvenes compositores afroamericanos de escribir obras musicales sobre textos que considero que son importantes para todos, para que podamos familiarizarnos más con la obra de estos autores, cómo ellos contribuyeron al canon de la literatura estadunidense. Es un proyecto que amo y que ha sido recibido positivamente.
—Esto está llegando a la ópera. En estas dos temporadas pasadas vimos las óperas de Terence Blanchard Fire Shut Up in my Bones y Champion y la próxima veremos X. The Life and Times of Malcolm X, de Anthony Davis. ¿En su experiencia ha habido diversidad en las casas de ópera?
Todas lo están intentando. La gente quiere ver diversidad en la ópera, inclusión. Yo y mucha gente hemos trabajado y exigido esto durante mucho tiempo. Y ahora lo estamos viendo con las óperas de Blanchard. En la pasada transmisión en vivo de Champion yo fui el anfitrión y tuve la oportunidad de verlo. X. The Life and Times of Malcolm X y otras óperas (de compositores negros) también llegarán al escenario de la MetOpera. Así que sí, hay un deseo real de traer más conciencia, más igualdad, de programar más obras que celebren la contribución de los afroamericanos al mundo de la ópera. Es grato verlo. Espero tener la oportunidad de estar involucrado en más producciones así de la MetOpera.
—En esa diversidad, justo en la próxima temporada, en noviembre, se estrena en la MetOpera Florencia en el Amazonas, la primera ópera cantada en español y mexicana en ese escenario.
La ópera de Daniel Catán. Sí, de hecho yo canté antes Arcadio. Estaba en la Seattle Opera, hace como 17 años. Fue muy grato interpretar a ese personaje, cantar en español, hablar sobre el Amazonas, todo este folclore, la historia. ¡Dios! Fue hace tanto tiempo. La ópera transcurría en un barco. Nathan Gunn estaba en el elenco. Fue muy agradable. Estoy feliz de que se estrene ahora en la MetOpera, estoy seguro que los neoyorquinos la disfrutarán mucho, es una bellísima y maravillosa composición. Si estoy en Nueva York, iré a verla, estaré muy feliz de verla. ¿Quiénes estarán en el elenco?
—Aylyn Pérez, como Florencia. Arcadio, su papel, lo hará el tenor guatemalteco Mario Chang. También estarán Gabriella Reyes (Rosalba) y Nancy Fabiola Herrera (Paula). La producción es de Mary Zimmerman.
¿Aylin Pérez? La conozco muy bien, desde que tenía 18 años. Estoy contento del éxito de Aylin, hará una gran Florencia. También conozco a Gabriella Reyes, a Mario Chang y a Nancy Fabiola Herrera, es un gran elenco. Si estoy ahí iré a Florencia en el Amazonas.
—Proviene de una familia que fomenta la cultura, la diversidad cultural. ¿Por qué ama la salsa?
Fui introducido a la salsa hace unos 20 años, cuando vivía en Seattle, Washington. Muchos de mis amigos eran latinos, mexicanos, peruanos, colombianos. Cuando conocí esa música, su ritmo, el baile, la salsa tomó un lugar en mi corazón y esto no ha parado, todavía bailo salsa, de hecho, planeo ir a bailar salsa esta noche o la noche de mañana, es algo que siempre está ahí para mí. Pero, no solo amo la salsa, también el gospel, el R & B (rhythm and blues), muchos géneros, porque todos ellos contribuyeron a mi educación musical. Aprecio que las influencias musicales puedan cambiarte, que puedan ser colectivamente una parte de quién eres. Lo mismo Mozart que otras gentes como Gilberto Santa Rosa o Luis Miguel. La música no debe ser limitada a un estilo, uno puede ser influido por diferentes estilos. Así que sí, amo la salsa, tanto la música como bailarla.
—Curioso que les guste Luis Miguel a varios tenores, como a Javier Camarena o Rolando Villazón.
Javier Camarena es mi hermanito, así lo llamo. También Rolando. Amigos y colegas. Escuché a Luis Miguel por primera vez cuando iba a la universidad; es alguien que canta con gran pasión grandes letras. Yo entiendo la melodía, me gusta, no es música clásica, pero me gusta, como en general los boleros, que tocan el corazón de mucha gente. Sí, Luis Miguel me gusta como cantante.
—En Estados Unidos como en los países latinoamericanos, cantantes con formación clásica optan por la música popular. ¿Alguna vez sintió la presión de cantar música popular en lugar de ópera?
No, soy muy específico en el tipo de música que canto: bel canto. Algunas veces es bueno tener algo de otro género, crecí con el gospel, R & B, muchos otros géneros, y cuando tienes esto, se queda en tu corazón. Pero, un cantante profesional, como yo, paso mucho tiempo protegiendo y perfeccionando mi arte, y trato de ser mejor en él y de entenderlo mejor. Y cuando hago esto soy muy práctico en mi género, pero eso no significa que no incursione en otros géneros. No, la presión nunca la tuve, porque afortunadamente he podido impactar en el género que hago, que conozco mejor, y que es el bel canto.
—Ya ha participado en muchas transmisiones en vivo de la MetOpera, con Renée Fleming en Armida en 2011, con Elīna Garanča en La Cenerentola en 2009… ¿Cómo se siente de volver a estar frente a un público global de cientos de miles de personas?
Tampoco siento presión alguna. En mi carrera de casi 30 años he cantado en teatros como los de Milán, París, Londres, Zúrich. Aquí en Nueva York canté, efectivamente, en las transmisiones en vivo de Armida y La Cenerentola. Así que tengo la experiencia para no distraerme (por las cámaras). Para mí, mi meta es hacer mi trabajo, estar en el escenario, tratar de encarnar a un personaje y hacerlo creíble, que pueda comunicar, que sea el personaje al que estoy retratando. No, no estoy nervioso. Muchos de mis amigos me escriben desde otras partes del mundo y me dicen: “Estaba en el cine y te vi en la pantalla. Fue agradable verte”. Y quizás también yo tenga la oportunidad durante los intermedios de saludar a todos mis amigos en México, en Europa, en Estados Unidos. Así es como yo lo veo. Estoy emocionado de que la gente pueda verme en algo que muchos no saben que hago. Espero hacerlo bien.
—¿Hay algún plan para venir a cantar a México?
Nunca he ido a México a cantar, nunca. Es curioso porque tengo muchísimos amigos mexicanos colegas: Alfredo Daza, Javier Camarena, Rolando Villazón, Rebeca Olvera... Muchos mexicanos que son muy buenos amigos míos y colegas. México tiene una gran tradición de muchísimos tenores maravillosos. Para mí sería un honor cantar en México y espero que algún día ocurra.