Leer nos hace peores

Toscanadas | Nuestros columnistas

Acaso, si elegimos leer clásicos, ampliaremos ciertos tipos de inteligencia, andaremos por el mundo con mayor dignidad, pero esos atributos no nos hacen mejores.

Por algo existió durante siglos un índice de libros prohibidos. (Foto: Lilly Rum | Unsplash)
David Toscana
Ciudad de México /

Leer no nos hace mejores. Acaso, si elegimos leer clásicos, historiadores serios, aceptable filosofía, ensayos sesudos y cualificados textos científicos, seremos más letrados, ampliaremos ciertos tipos de inteligencia, andaremos por el mundo con mayor dignidad, tendremos conversaciones más sabrosas, amaremos la libertad por sobre todas las cosas y aspiraremos a degustar la vida como gourmets, pero esos atributos no nos hacen mejores.

La palabra “mejor” no tiene sentido si la usamos aislada. Ahí donde alguien aprecia virtudes: dignidad, inteligencia, pensamiento propio, libertad y aspiraciones, otros ven defectos o estorbos o amenazas.

Por algo existió durante siglos un índice de libros prohibidos. Por algo la religión y el poder mandaron destruir incontables obras y quemar a algunos autores y traductores. Aún hoy, quienes romantizan la Unión Soviética disfrutan el balazo en la nuca a Isaak Bábel, la muerte de hambre de Ósip Mandelstam o la Noche de los Poetas Asesinados, mientras miden con otra vara el asesinato de García Lorca, como si no fuese idéntico el gatillo que se oprime con la izquierda o la derecha.

Los regímenes totalitarios de hoy no tienen empacho en censurar libros y perseguir escritores: los hay en Europa, África, Asia y América. Los gobiernos con careta democrática prefieren maleducar y denigrar.

El punto más bajo de la filosofía griega lo hallamos en el segundo libro de la República. Platón o Sócrates o ambos pretenden instaurar una estricta censura para que los niños no reciban opiniones “opuestas a aquellas que pensamos deberían tener al llegar a adultos”. Tomando en cuenta que mucha literatura era oral, habían de aleccionar a madres y nanas sobre lo que se les permitiría contar.

Para alcanzar sus fines: “Solicitaremos a Homero y a los demás poetas que no se encolericen si tachamos los versos que hemos citado y todos los que sean de esa índole, no porque estimemos que no sean poéticos o que no agraden a la mayoría, sino, al contrario, porque cuanto más poéticos, tanto menos conviene que los escuchen niños y hombres que tienen que ser libres y temer más a la esclavitud que a la muerte”. Aquí, cuando se habla de libertad, significa obediencia al propio Estado; la independencia es con respecto a otros.

Pico della Mirandola proclamó que leer, educarse y filosofar haría que pasáramos de ser bestias a convertirnos en seres casi divinos. En el proceso se le ocurrieron novecientas ideas. Desde Roma le mandaron decir que lo iban a chamuscar por pensar tan libremente.

Dios nos libre. Por eso, en los próximos días, sean buenos, no lean, sean bestias, sean mejores, vean el mundial.

AQ

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