León-Portilla: los inicios de una noción fundamental

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El legado de Miguel León-Portilla (1926-2019) no solo contempla la reivindicación del pasado náhuatl sino el de los pueblos originales.

Miguel León Portilla (1926-2019). (Ilustración: Ángel Boligán)
Rodrigo Martínez Baracs
Ciudad de México /

El lluvioso martes 1 de octubre de 2019 dejó de latir el corazón de uno de los intelectuales de corazón más generoso, que nos dio a los mexicanos una claridad sobre nosotros mismos y fue como aire fresco en nuestra atribulada autoconciencia. Miguel León-Portilla, nacido en 1926, retomó la bandera de su maestro el padre Ángel María Garibay K. (1892-1967) sobre el estudio de la lengua concebida como literatura y fuente histórica. El padre Garibay dio a conocer la “poesía” náhuatl en varias antologías, una de ellas bilingüe: Cantares mexicanos, y Romances de los Señores de la Nueva España (1965-1968), y escribió una amplia y excelente Historia de la literatura náhuatl (1953-1954). No es muy buena su Llave del náhuatl y abundan los errorcillos, y muchos nos preguntamos cómo pudo el joven Miguel aprender náhuatl con este manual. Más bien debió suceder que el propio padre Garibay fue un excelente maestro de náhuatl, y así Miguel pudo estudiar con provecho la antología de textos. Pronto supo suficiente náhuatl como para traducir él mismo los textos necesarios para construir su tesis de doctorado y después el libro La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes, de 1956, en el que fundió su vocación de filósofo (con su tesis de licenciatura sobre Les deux sources de la morale et de la religion, de Henri Bergson) y de historiador y filólogo nahuatlato, y que sacudió al ambiente filosófico mexicano que no creía a los nahuas capaces de tener pensamiento filosófico.

El padre Garibay preparó en 1956 una edición de la Historia general de las cosas de la Nueva España (1577) de fray Bernardino de Sahagún y sus colaboradores nahuas, en cuatro volúmenes, de la Biblioteca Porrúa. La edición del texto español tiene múltiples problemas porque no pudo consultar el Códice Florentino (como lo mostraron José Luis Martínez y Alfredo López Austin, cuando pudieron leer la edición facsimilar del Códice Florentino editada por Alejandra Moreno Toscano en el Archivo General de la Nación en 1979), pero el cuarto volumen contiene un apéndice con traducciones al español de varios textos en náhuatl del Códice Florentino, particularmente el libro XII sobre la conquista de México, basado en los testimonios de mexicas tlatelolcas sobrevivientes y en los Anales de Tlatelolco. Miguel León-Portilla se dio cuenta de la particular importancia de esta publicación y decidió reunir estos y otros materiales para armar un volumen en la Biblioteca del Estudiante Universitario, de la UNAM (en la que Garibay había publicado dos volúmenes: Poesía indígena, de 1940, y Épica náhuatl, de 1945). Miguel León-Portilla tituló el libro Visión de los vencidos. Relaciones indígenas de la Conquista, organizó los textos y agregó una introducción general e introducciones a cada capítulo, esclarecedoras notas y un preciso apéndice sobre fuentes y bibliografía, para que el lector curioso continuara su propio camino. En sucesivas ediciones realizadas por León-Portilla se enriquecieron la selección de textos y el apéndice.

Esta edición de los textos traducidos por el padre Garibay tuvo un impacto inmediato a varios niveles. Uno fue que el libro, por su claridad, se convirtió en un clásico de la literatura mexicana, a la altura de sus contemporáneos Pedro Páramo, Juan Pérez Jolote, El laberinto de la soledad, por su tratamiento del gran “trauma” del mexicano (Samuel Ramos) de haber sido conquistado. Se percibe un énfasis provocador de Miguel León-Portilla al destacar a “los vencidos” en el título de su edición. Asumir la derrota es un paso primero para la curación, para la cura psicoanalítica de la nación. Además, el título es una burla a los vencedores, porque se supone que ellos escriben la historia, y aquí la vemos escrita por los vencidos. A partir de entonces, los indios quedaron plenamente incorporados a la historia de México, pese a la destrucción que trajo la Conquista y, después de ella, la Independencia.

Por su claridad y carácter didáctico (como corresponde a la Biblioteca del Estudiante Universitario), la obra fue muy leída por la gente culta y también en la prepa y la universidad, y se ha traducido a muchas lenguas. Algunos quisieron considerar la Visión de los vencidos como una expresión de la “historiografía oficial”. Sencillamente era una aproximación introductoria y antojatoria para mostrar al público amplio la existencia de abundantes fuentes escritas en lengua náhuatl sobre el periodo prehispánico e hispánico, y que logró su cometido. Sus detractores ignoraban que precisamente entonces el padre Garibay y Miguel León-Portilla emprendieron un programa de trabajo fundamental sobre las fuentes indígenas en lengua náhuatl, particularmente la obra de Sahagún, que derivó en la fundación en esos mismos años del seminario sobre las fuentes indígenas de la cultura náhuatl, en el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, con la participación de Alfredo López Austin, y de la revista Estudios de Cultura Náhuatl que entre 1959 y 2019 publicó 54 magníficos y riquísimos tomazos con estudios de los mejores especialistas, de varios países y corrientes, sobre el periodo prehispánico, colonial e independiente, hasta la Yancuic tlahtolli (Nueva palabra). El mismo Miguel León-Portilla realizó una sucesión de estudios esclarecedores, como Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares, de 1961, que mostró, de manera historiográficamente crítica, que las fuentes mexicas sobre su historia no solo fueron sesgadas por la influencia europea en su escritura alfabética, sino, de manera más fundamental, por la reescritura de la propia historia mexica realizada en el siglo XV por el hueytlatoani Itzcóatl.

La edición realizada por Miguel León-Portilla de los textos nahuas sobre la Conquista estaba igualmente animada por una intención filosófica subjetivista vinculada con la aparición en 1958 de La invención de América de Edmundo O’Gorman, que mostró como un proceso amplio el esclarecimiento por los europeos del ser, el “descubrimiento”, de América. Miguel León-Portilla escribió una reseña en la revista América Indígena y se adhirió a la propuesta de O’Gorman, pero propuso completarla con una investigación sobre “la visión indígena náhuatl de los conquistadores llegados a las costas del golfo”. Tú me ves y yo te veo. Así nació la “perspectiva de la visión de los vencidos”, el título del libro Visión de los vencidos, y al mismo tiempo la perspectiva dialógica del Encuentro de Dos Mundos, que cobró forma con la participación de Miguel León-Portilla en la coordinación en la que decidió no festejar, sino conmemorar, no el Descubrimiento de América, sino el Encuentro de Dos Mundos, que abrió a un conjunto muy amplio de investigaciones y reflexiones, no solo culturales sino ecológicas, sobre los grandes cambios que trajo el Encuentro. Entre otros, se abre el campo de los muy abundantes y ricas fuentes en lengua náhuatl, el corpus sahaguntino y el de Chimalpahin, los vocabularios, las gramáticas y doctrinas de los frailes (que estudia Ascensión Hernández Triviño de León-Portilla), los códices coloniales, los muy abundantes documentos judiciales escritos en lengua náhuatl en los pueblos de indios por escribanos nahuas (que estudió a partir de 1976 James Lockhart). Durante toda su vida, Miguel León-Portilla luchó por el estudio y la preservación de la lengua y cultura náhuatl y de todas las lenguas originales americanas, y de las fuentes sobre ellas, desde el siglo XVI hasta el XXI, que constituyen un patrimonio cultural invaluable. Por ello todo su legado se condensa en su bello poema “Ihcuac tlahtolli ye miqui”.

Cuando muere una lengua

Las cosas divinas,

estrellas, sol y luna;

las cosas humanas,

pensar y sentir,

no se reflejan ya

en ese espejo.

Seamos leales a los ideales de nuestro querido maestro, al estudio y defensa de nuestro patrimonio lingüístico, histórico y cultural. La gente buena es conservadora porque busca la preservación de nuestro patrimonio natural y cultural, en alarmante proceso de destrucción en todo el planeta debido al ataque implacable del capitalismo y de los tiranos ciegos y depredadores. Con su sonrisa juguetona y su generoso genio comunicativo, Miguel León-Portilla nos llama, nos sigue llamando, a dialogar entre todos, a escucharnos, a ver con claridad las cosas, y a cuidarlas. Ojalá todavía sea posible dialogar y pensar juntos nuestro mundo.


Rodrigo Martínez Baracs es historiador e investigador de la Dirección de Estudios Históricos del INAH.

ÁSS

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