Listen Up Philip (disponible en MUBI) no debería verse como la historia de un escritor que alcanza el éxito por aferrarse a ideales que son, en realidad, bastante convencionales: ser famoso y vender muchos libros. Vista así la película resultaría un cliché; una suerte de comedia en el estilo de Woody Allen.
- Te recomendamos Enjambres de opiniones | Irene Vallejo Laberinto
Para aprehender algo significativo de Listen Up Philip, consideremos que el hecho de que el protagonista sea judío, escritor y neoyorquino es anecdótico. Lo que es, en cambio, muy sugestivo es la historia de un hombre que, aferrado a su deseo, encuentra aquello que Heidegger llama resolución y que no consiste en un porqué o en un para qué. Se trata más bien de una actitud ante la existencia, un “poderoso dejarse llevar por la vida” (como dice Musil).
El título alude a la oración judía por excelencia: “escucha”. Shemá. En hebreo esta orden significa métetelo en los oídos, la mente y el corazón; escucha lo que te está llamando. El deseo, así, se vuelve vocación. En efecto, Philip tiene vocación de escritor, pero la gente le ha dicho, como se sabe, que morirá de hambre y que tiene poco talento. La obra inicia cuando Philip acaba de publicar su segunda novela y comienza a volverse notorio. Ha llegado al momento delicado en que puede consolidarse como aquello que lo llama (su vocación) o perderse poco a poco en el olvido. Si hubiera hecho lo que me pedías, reprocha a su exnovia, nunca hubiese llegado aquí.
Ahora bien, entendido el éxito como ser rico y famoso Philip va en el camino correcto, ¿por qué entonces decide comenzar a boicotear los esfuerzos de su editor? Esto es lo que vuelve a la película lo suficientemente misteriosa como para recomendarla aquí. Y es que obras sobre lo que realmente significa el éxito como escritor hay muchas. En la novela Elizabeth Costello, por ejemplo, un africano se queja de que el éxito sea escribir lo que en París se cree que un africano debe escribir, hecho que se aplica puntualmente a los mexicanos que triunfan en Cannes; en su Trilogía de Oslo (en la sección Reprise) el director Joachim Trier muestra lo mismo que en Listen up Philip: que la vocación de escritor no se consolida publicando dos, tres o diez novelas tanto como en un hecho mucho más simple: escribiendo.
Y es que, sí, el bailarín baila, y el escritor escribe, pero lo más difícil de ser escritor es justamente sentarse a escribir. Esto es algo que Philip irá aprendiendo con un amigo del todo inesperado.
En este sentido Listen Up Philip resulta también una entrañable historia de amistad entre dos narcisistas insoportables que han conseguido llegar a amarse como amigos mirándose en el espejo del tiempo. Uno es la versión del otro con una diferencia de treinta años. Y ambos han encontrado que, para escuchar el llamado, la vocación del escritor, lo que hay que hacer es simplemente sentarse a escribir. ¿Qué se hace entonces con las novias, las entrevistas y las relaciones inútiles? Tal vez la conclusión de Listen Up Philip sea que el precio de la resolución ante la vida implica la soledad. Ya lo vimos con Nietzsche.
Listen Up Philip es una película de la que se puede aprender mucho. Poco importan los clichés del escritor y el discreto olor a Woody Allen. Philip, a diferencia de los neuróticos de Allen, es un tipo odioso que poco a poco se va volviendo amable: cuando escuchamos con él que si el camino del llamado pasa por la soledad y el aislamiento no importa. Porque el éxito no estriba en vender libros sino en escuchar realmente tu llamado, tu vocación.
Listen Up Philip
Alex Ross Perry | Estados Unidos | 2014
AQ