Definir cuáles fueron los descubrimientos científicos más importantes en un año, no es tarea fácil; sin embargo, en 2023 queda muy claro qué pudo haber sido lo más relevante, aunque no llegara a serlo. En julio de este año se reportó la producción del primer superconductor a temperatura ambiente y presiones normales.
Los superconductores no presentan resistencia al paso de corriente eléctrica, conducen sin pérdidas la energía, de manera que tener un material así modificaría por completo el uso de la electricidad, los consumos, el impacto que la actividad humana tiene en el medio ambiente, la velocidad de las comunicaciones y un sinnúmero tecnologías.
Lamentablemente, el revolucionario hallazgo fue desmentido poco tiempo después y el anuncio que presagiaba una transformación tecnológica de escala extraordinaria no fue validado, de manera que se pospone lo que hubiera tenido el mayor e indiscutible impacto este año.
Por lo demás tuvimos grandes notas en el mundo de la ciencia. Tal es el caso del anuncio de resultados del análisis de materiales traídos a nuestro planeta por la sonda espacial japonesa Hayabusa. Esta misión espacial visitó el asteroide Ryugu y regresó con rocas y polvo que, al ser analizados, revelaron la presencia de compuestos orgánicos entre los que se encuentra el Uracil, nucleótido del Ácido Ribonucleico o ARN.
En septiembre retornó al planeta la sonda norteamericana Bennu, que tiene objetivos parecidos. El análisis de lo recogido tomará algún tiempo y cuando llegue el momento podría desmentir, confirmar o amplificar lo que anunciaron los japoneses. El hallazgo deja en claro que el fenómeno de la vida en el Universo es más común de lo que se pensó por mucho tiempo. Ahora tenemos la impresión de que los ladrillos fundamentales de la biología están por todas partes y que la vida florecerá donde las condiciones sean propicias.
Nanograv (por sus siglas en inglés: North American NanoHertz Observatory for Gravitational Waves) anunció que observa un ruido estocástico en el espacio tiempo, es decir, una constante contracción y elongación del espacio y del tiempo provocado por variaciones gravitacionales de origen incierto. La medición tiene un buen grado de controversia de manera que espera a ser confirmada o descartada por otros grupos experimentales. Los investigadores de Nanograv habían analizado periodos más cortos sin encontrar nada especial y súbitamente, al ampliar el tiempo a 15 años, apareció el efecto que sólo puede ser explicado con el azaroso ir y venir del espacio tiempo que vibra sin cesar.
En enero se anunció la llegada al mercado del medicamento Lecanemab, que fue desarrollado por la compañía farmacéutica japonesa Eisai en colaboración con la firma de biotecnología norteamericana Biogen. Se trata de un anticuerpo monoclonal, es decir, proteínas del sistema inmune producidas en laboratorio a partir de una sola célula. Otro fármaco llamado Duonemab salió en mayo de este año por parte de la empresa Eli Lilly and Company. Este funciona con un mecanismo parecido al de los anticuerpos que son creados de manera natural en el organismo para reconocer patógenos que lo invaden para destruirlo; los monoclonales también reconocen blancos concretos. Se unen a moléculas particulares de una manera muy específica.
En los últimos años la hipótesis de trabajo que ha dominado la investigación en la enfermedad de Alzheimer se conoce como “cascada Amiloide”. Postula que el depósito del péptido amiloide beta en el cerebro es una de las causas de la enfermedad y que su eliminación revertiría la patología. Es en este paradigma que el nuevo fármaco se inscribe. El Lecanemab como el Duonemab eliminan la proteína amiloide-β que se acumula en el cerebro. Ensayos clínicos parecen mostrar mejorías del orden del treinta por ciento en la condición de los tratados, cuando se lo compara con el placebo. Contar con algo que parece tener efectos reales aun cuando la mejoría en los pacientes es pequeña es trascendente porque representa el inicio de la terapia en un área de estudio que ha estado dominado por el fracaso y la decepción.
En mayo se dio inicio con la primera fase de pruebas para la vacuna universal contra la influenza basada en ARN mensajero o mARN. Aunque podría tener una eficiencia menor al cincuenta por ciento es un buen comienzo en el terreno de esta nueva tecnología biomédica.
La entrega del premio Nobel de Física en diciembre será para quienes han desarrollado pulsos ultracortos.
Con la tecnología desarrollada en los últimos años ya se busca entender mejor lo que ocurre en escalas atómicas cuando los átomos reaccionan químicamente. Curiosamente, en Química el Premio Nobel se otorgará a los que produjeron pozos cuánticos en materiales de laboratorio. De manera que el premio Nobel de Física este año va para la tecnología que permitirá entender mejor la química mientras que el premio Nobel de Química será para los que desarrollaron tecnología de física cuántica.
En Fisiología y Medicina el premio Nobel se otorga a quienes desarrollaron la manera de modificar los genes a nivel de nucleósidos. Los nucleósidos son la unidad fundamental en los ácidos nucleicos que codifican la herencia. Esta técnica permitió el desarrollo de vacunas y de manera particular fue la base de la vacuna contra el covid 19. Es por esto por lo que el galardón lleva consigo un significado profundo para la humanidad que acaba de pasar por una etapa difícil. En esta como en muchas ocasiones previas la solución estuvo en el desarrollo científico.
No es todo lo que ha pasado en el terreno de la ciencia y la tecnología durante el año que está por terminar. Son sólo algunas notas de lo que pensamos puede tener consecuencias importantes en la manera como vemos la naturaleza y en la forma como el conocimiento puede ser útil en la búsqueda de bienestar común.
AQ