El payaso de Nicolas Cage

Cine

Escrita y dirigida por Osgood Perkins, ‘Longlegs’ es una película que no debe tomarse en serio, pues está hecha con retazos de otros filmes. Y sus personajes también.

Nicolas Cage en 'Longlegs'. (Saturn Films)
Fernando Zamora
Ciudad de México /

Nicolas Cage interpreta en Longlegs a una suerte de payaso asesino. La película se puede disfrutar en cines, pero dice el sentido común que si uno se ríe en esta clase de filmes será porque la obra ha fracasado. No estoy de acuerdo con esta noción. Quienes a veces disfrutamos del horror hollywoodense, simple y llano, sabemos que el cine también está al servicio de entretener con personajes como el de esta chica frágil y tonta, la teniente Harker. Ella acaba de salir de la academia y se enfrenta ya a un payaso hecho con retazos de asesinos que interpreta Nicolas Cage. Además, esta clase de cine de terror se mueve como el antiguo teatro didáctico, entre la moral más estricta y la comicidad más boba.

Tomemos a nuestra heroína como ejemplo: ella no bebe, es incapaz de coquetear con un jefe más bien cínico y cumple su deber a pesar de que ello implique innecesariamente meterse en la boca del lobo. Los borrachos, seductores y babosos sabemos, desde antes de acomodarnos en los asientos, que van a morir. En realidad, son pocas las películas que asustan de verdad. Puede que Se7en, de 1995, sea una de ellas. Aquí el héroe sucumbe ante un dilema moral. El clímax de la película de Fincher, más que aterrador, es triste.

Longlegs toma también un trozo de Se7en porque nuestra heroína tiene que transgredir cierta regla moral que antaño parecía escrita con sangre. Y es que aquí los buenos matan. Y matan mucho, para eso viven en Estados Unidos, pero sólo si al hacerlo no están transgrediendo nada que, desde el punto de vista de la religión protestante pueda parecer sospechoso.

En Longlegs nuestra heroína dispara justo en la frente de alguien a quien normalmente debería amar, lo cual sería terrible si esto fuese un retrato de la vida real, pero no. Apenas culmina esta escena, hay un corte: El payaso que interpreta Nicolas Cage se ríe. Escuchamos la música de T. Rex y sabemos que todo el mal se ha derretido en la pantalla. Afuera nos espera la vida real.

Longlegs, escrita y dirigida por Osgood Oz Perkins, no debe tomarse en serio. Hay también una niña que se parece sospechosamente a Regan, la de El Exorcista, una historia calcada de El silencio de los inocentes y este asesino mezcla de Pogo, el payaso que inspiró al estrambótico malo de It y Richard Ramírez el satánico cuya película Acosador Nocturno pasó sin pena ni gloria. Hay, además, una monja que podría haber salido en la serie American Horror Story y varias muñecas inspiradas en Annabelle, aquella película en que Ed y Lorraine Warren exorcizaban a padres de familia que habían caído bajo el poder hipnótico del mal.

Como Lorraine, por cierto, la detective Harker en Longlegs goza de poderes paranormales y, al inicio de la película, encuentra una casa gracias a ello; justo como sucede en El teléfono negro, una película muy buena porque trata no de dar miedo sino de hablar del amor fraternal.

En fin, Longlegs está hecha con retazos de otros filmes y sus personajes también, pero a muchos habrá de gustarles porque el susto y la risa son dos hermanos catárticos que al final terminan produciendo placer. Además, al salir del cine, uno sabe que el mal se ha quedado allá atrás, en la oscuridad de la sala. Así que poco importa que Longlegs sea una quimera hecha con partes de otros monstruos, cumple su función y va a satisfacer a dos clases de personas: a quienes vamos al cine, a veces, también buscando diversión y a quienes han concluido irrefutablemente que Nicolas Cage es un genio poco aprovechado.

Longlegs

Osgood Perkins | Estados Unidos | 2024

AQ

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