'Los 3 del Infierno': el bodrio más bodrio

Los paisajes invisibles

"Un buen bodrio es digno de celebrar, aunque el adjetivo suene raro, porque como las obras maestras, el buen bodrio posee ciertos atributos que lo ennoblecen".

'Los 3 del Infierno' es dirigida por el metalero Rob Zombie. (Lions Gate Films)
Iván Ríos Gascón
Ciudad de Mëxico /

Como las obras maestras, hay bodrios que tienen encanto. Por ejemplo, las películas de William Castle o del mítico Ed Wood, que Tim Burton se ocupó de homenajear en la entrañable biopic protagonizada por Johnny Depp, o las cintas de John Waters, genuinos monumentos al mal gusto que encumbraron al travesti Divine en el papel de gorda patética y repugnante, pero divertida por camp e irreverente. Esos bodrios no solo se volvieron obras de culto, también hicieron escuela. Sin productos de ese tipo, serían impensables los filmes de maestros del híbrido entre el vértigo y el kitsch, digamos Quentin Tarantino, o mejor, Robert Rodriguez.

Un buen bodrio es digno de celebrar, aunque el adjetivo suene raro, porque como las obras maestras, el buen bodrio posee ciertos atributos que lo ennoblecen, sea la candidez, la mala hechura, el humor involuntario, la debilidad por llevar el delirio al punto límite, detalles que bloquean las reacciones negativas cuando insultan nuestra inteligencia y, por el contrario, terminan divirtiéndonos como un domingo en una feria cochambrosa y harapienta. Sin embargo, en el otro extremo está el bodrio súper bodrio, el bodrio vomitivo, ése que a los diez minutos denigra y enfurece, pues no hay nada peor a que nos traten como descerebrados.

Hacía tiempo que no me topaba con un bodrio del segundo tipo, el insolente, y a decir verdad, pensé que ya no caería en una trampa para osos del intelecto, hasta que llegó a la cartelera una boñiga llamada Los 3 del Infierno, dirigida por el metalero Rob Zombie.

Líder de la extinta banda White Zombie, que entre 1987 y 1995 publicó cuatro álbumes, de los que destaca el último, Astro Creep: 2000, y aún vigente como músico solista, Zombie también hace películas clase B, algunas con relativo éxito en taquilla, debido a su vocación por el horror bizarro (de todas sus porquerías, acaso puedan rescatarse sus remakes de Halloween, el clásico de John Carpenter), mas con Los 3 del Infierno sí que se voló la barda para humillar al respetable.

Secuela de otra mugre de título Los renegados del Infierno (la historia de la familia Firefly, tres hermanos que matan sin ton ni son hasta que los meten al tambo), Los 3 del Infierno retoma a esos Firefly de vuelta en las calles, solo que ahora son un trío de viejos sádicos sin chispa ni astucia ni humor negro, tres fantoches arrugados que dejan un rastro de sangre que se extiende hasta Durango, escenario que el tal Zombie ya no pinta como el Tercer Mundo de Speedy González sino como un chiquero despreciable, un México como extraído de la imaginación de Trump y de los Minuteman, donde el gringo blanco es un ser omnipotente, el elegido por un Destino Manifiesto.

En un buen bodrio siempre hay algo que se rescata: una secuencia, una imagen, un diálogo, alguna sagacidad argumental, mas en esta última bazofia de Rob Zombie el guion es pobre y estúpido, y no irrita únicamente por sus artificios y clichés (la caricaturesca celebración del Día de Muertos en Durango; los narcos mexicanos con máscaras de luchador, o tal vez el peor: Baby Firefly, personaje interpretado por su mujer, Sheri Moon Zombie, pues ya entrada en años, hace el ridículo como una psicópata cachonda tipo la súpervillana Harley Quinn) sino porque de principio a fin, el relato se empeña en ponernos al nivel mental de los hillbilly, los red necks, esa fauna entusiasta de los muros, la que se traga lemas populistas como “Make America Great Again”, la que se hincha de orgullo por la hipotética superioridad de un puñado de palurdos armados hasta los dientes. Así que, si en algo estima su inteligencia, no la vea, o hágalo bajo su propio riesgo.

ÁSS

LAS MÁS VISTAS