Reubicar la pintura

Artes visuales

La galería Acapulco 62, recién reubicada en Santa María la Ribera, busca ser un punto de encuentro entre distintas generaciones, posturas y apuestas.

Los retratos de Franco Aceves Humana revelan una tensión entre color, textura y materiales. (Cortesía)
Miriam Mabel Martínez
Ciudad de México /

Con la exhibición Los impresentables nacionales a todo color, de Franco Aceves Humana, se celebra el cambio de sede de la galería Acapulco 62 (de la colonia Roma a la Santa María la Ribera). Este proyecto, encabezado por Boris Viskin y Alfonso Mena, surgió como un foro para exponer y plantear las preguntas que, en esta segunda década del siglo XXI, sugieren que quizá la pintura es un género líquido.

Si bien la vocación de este espacio es problematizar la pintura, su acercamiento no es ni ortodoxo ni conservador: propone revisar cómo el hacer pintura ha ido mutando y aprendido de las estrategias conceptuales. Los fundadores de esta propuesta son dos pintores que se forjaron en las décadas de 1980 y 1990 y participaron en la batalla generacional entre pintores y artistas conceptuales, quienes se aferraron a creer que la pintura difícilmente participaba del arte contemporáneo. Y algo de razón tenían. La pintura también exige experimentación no sólo técnica, sino teoría, filosofía, contemplación y apertura, no para responder lo que es la pintura, sino para seguir preguntándose qué es, cómo es, por qué es. Quizá por ello aquellos que le huían a la pintura se han aventurado a experimentar no sólo desde lo conceptual sino desde esa pictoricidad aparentemente devaluada.

Esta diatriba anima a este espacio que pretende ser un punto de encuentro entre distintas generaciones, posturas y apuestas. Más que la convivencia entre artistas de distintas edades, formaciones, temáticas y procesos, se trata de exponer argumentos, de observar la experimentación plástica y la curiosidad intelectual, de intercambiar pinceles, ideas y teorías. Se trata, como ellos señalan, “de reubicar la propuesta por encima de la disciplina”.

En esta ruta está la exposición de Franco Aceves Humana, integrada por 22 retratos (género que ha explorado desde lo pictórico y lo conceptual) de personajes de la escena pública —política— mexicana, que han extendido los territorios del término “famoso” gracias no a sus acciones sino a sus dichos. Y son estos los que definen sus imágenes.

Los protagonistas no miran al espectador, exhiben su falta de empatía; tampoco parecen regodearse en el “personaje” que encarnan. Están retratados tal como son: soberbios, rígidos, solitarios, encerrados en su propia trampa de poder. Para sacarlos de ese ensimismamiento, el artista recurre a una paleta de color fosforescente que hace aún más visible nuestra antipatía, llamándonos, paradójicamente, a contemplar.

ÁSS​

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