Los muchachos de la guerra

Al margen

'Sin novedad en el frente', de Erich Maria Remarque, es un retrato de los extremos de la condición humana.

Portada de 'Sin novedad en el frente', de Erich Maria Remarque. (Navona)
Alma Gelover
Ciudad de México /

En 2022 se estrenó Sin novedad en el frente, dirigida por Edward Berger. Es una película en contra de la guerra basada en la novela del mismo nombre de Erich Maria Remarque, publicada en 1929, “tras haber sido rechazada en cuarenta y ocho editoriales”.

Tres camaradas (1937), Arco de Triunfo (1946) y Tiempo de vivir, tiempo de morir (1954) son otras obras del autor nacido el 22 de junio de 1898 en Osnabrück, Alemania, y muerto el 25 de septiembre de 1970 en Locarno, Suiza.

Nominada al Óscar como Mejor Película Extranjera, premiada en diversos festivales internacionales y disponible en Netflix, el éxito de la película impulsó la reedición de la novela por la editorial Navona, con la excelente traducción de Judith Vilar. La historia —como apuntan los editores— “es una denuncia brutal” sobre la vida de un grupo de jóvenes alemanes durante la Primera Guerra Mundial. Narrada por Paul Bäuer, alter ego de Remarque, recrea el devenir de estos muchachos en los cuarteles, en el frente de batalla, en los pocos días que se alejan del horror para divertirse en las cantinas o con prostitutas, para escribir cartas a sus familias. Son muchachos a los que la guerra canceló el futuro, que luchan con valor, sin saber muy bien por qué, que sufren los abusos de sus superiores, que miran a sus amigos quedar lisiados —sin piernas o brazos— o con morir con el cuerpo destrozado por el fuego enemigo.

“Este libro no representa ni una denuncia ni una confesión. Pretende únicamente mostrar una generación que fue destruida por la guerra, aunque escapara a las granadas”, escribe Remarque a manera de epígrafe. Y vaya manera de mostrar la maldición bélica, con escenas que reflejan lo absurdo de la violencia, el dolor de los seres vivos, entre ellos los caballos utilizados en la llamada Gran Guerra, descuartizados por la metralla. “Nunca había oído gritar a un caballo y apenas puedo creerlo —dice el narrador—. Es la desolación del mundo, la criatura martirizada, un dolor salvaje y terrible el que grita”.

Las noches en las trincheras, convertidas en “truenos y relámpagos” por el rugido de los cañones, por las granadas, por los proyectiles de todo tipo que hacen temblar la tierra y el corazón de los reclutas, muchachos sin experiencia, casi adolescentes a punto de enloquecer.

El hambre, el frío, los piojos, los días y las noches sin tregua, pero también la amistad, la solidaridad, la fortuita búsqueda de compañía y placer son ingredientes de esta novela que lee con emoción y escalofrío, con horror y una lejana esperanza ante la condición humana.

AQ

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