Luces de bohemia inaugura los esperpentos de Ramón del Valle-Inclán. Publicada por entregas en 1920 en la revista España y como libro en junio 1924 en la editorial Renacimiento, cien años después la historia de Max Estrella, poeta ciego, irreverente y alcohólico, pero también lúcido y rebelde, conserva total vigencia en un mundo donde las apariencias engañan y detrás de la máscara del decoro y la honradez con frecuencia se oculta el rostro de la ambición desmedida, la envidia y el envilecimiento de muchas personas.
Recientemente comenzó a distribuirse en México una nueva edición de este clásico (Cátedra, 2017) a cargo del filólogo e historiador de la literatura Francisco Caudet (1942-2021), autor de la amplia introducción —un libro en sí misma— y de las notas que nos adentran al universo no solo de esta obra, sino al universo entero de Valle-Inclán, uno de los más altos representantes del modernismo como poeta y dramaturgo.
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“En su último día de vida —escribe Caudet—, Max Estrella se mueve físicamente en círculos por las calles de Madrid” acompañado por su amigo Don Latino de Hispalis, descrito por Valle-Inclán como “un vejete asmático”. Este recorrido “termina donde empieza, pero, de un lado, estaba en él que todo hubiera sido de otra manera, por lo que cuanto ocurre, cuanto pasa en esa última noche, es el símbolo de un fracaso; y, de otro, el recorrido de esa noche de la casa de Max a la calle y de la calle a la casa es, metafórico-simbólicamente, lineal, rectilíneo, porque hay, queda establecida, una relación directa —el naturalismo está presente en Luces de bohemia del comienzo al final— entre causa y efecto”.
La obra fue representada en México en los años ochenta con Carlos Ancira como Max Estrella; en esa misma década, en 1985, el español Miguel Ángel Diez la llevó al cine con un elenco en el que figuraban Francisco Rabal y Agustín González. La película comienza con el velatorio de Max Estrella luego de recorrer Madrid con Don Latino, quien llega a darles el pésame a la viuda y a la hija de su amigo, a quien llama “el primer poeta de España”.
La película —disponible gratuitamente en internet— no sigue la estructura circular de la obra, pero conserva fielmente los escenarios de la última noche de Max Estrella, quien visita los bajos fondos de Madrid y encuentra una amplia galería de personajes: políticos, policías, prostitutas, periodistas y aun escritores tan reconocidos como el nicaragüense Rubén Darío. Ese último recorrido por una ciudad tan entrañable como decadente es un delirio en el cual el poeta ciego mira como nadie la precariedad de la condición humana.
AQ