A Estela
El poema nos entrega en su esplendor a la palabra que, pulida por el poeta, se transforma en el diamante de la literatura. El primer contacto del hombre con la palabra fue el canto. Sentados junto a la fogata, los hombres inventaron una forma de comunicarse. Nació la literatura construida mediante la poesía donde se describen los sentimientos más profundos y viscerales del ser humano. Aquellas pasiones han sido dominadas por el amor, sentimiento punzante en el ser de cada individuo que mal administrado termina por regresarlo a su estado bestial.
El poeta, entonces, pule la palabra. La espulga de entre el mar de palabras que tiene el lenguaje. La suaviza. La contagia de nostalgia, de memoria, de amor y se la entrega al tiempo para que llegue a su destino: el lector que al momento de leer ese primer verso conversa con la tradición. Admira el brillo del diamante que solo la pluma fina del poeta puede escoger y dar, como el acto más noble y generoso, al otro que no conoce ni conocerá, porque quien construye poesía dialoga con la eternidad y hace, a la vez, que todo pasado llegue a un tiempo desconocido. La palabra sobrevive porque es rescatada en el poema, su ubicación y elección es exacta. El poeta es escultor del cuerpo como Miguel Ángel o Bernini, o pintor del detalle más sublime como Leonardo da Vinci o Sandro Botticelli. Toda esa belleza se construye con el amor y la fidelidad que se le tiene a la palabra.
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La palabra es el lazo más puro del amor, así lo refleja Luis García Montero en su poesía: “También es el amor una luz negociada. / Somos barcos nocturnos que fondean / en esta habitación / junto a una cama que parece puerto.” (Un año y tres meses, 2022). Nos devela la pasión que Almudena Grandes, su pareja, le genera. Ese amor es el puerto donde llega la palabra para buscar salida navegando en el mar de la imaginación donde el cielo es infinito; donde el sol brillante de día; donde la luna ilumina la hoja en blanco; donde las estrellas destellan en la noche; y la tormenta es arrasadora, destructora. Irrumpe y destruye lo que fue. Lo conocido deja de estar, se pierde en la maraña del tiempo y sobrevive en la memoria, el poeta hace el esfuerzo por mantenerla, logra que sobreviva al dolor que causa la partida de la mujer amada, aquella que es poseedora de la palabra porque en su cuerpo y su voz se encuentra el lenguaje del poeta. Su esencia y su vida. La razón de ser y la distinción que le permite ser en un mundo donde la inmediatez amenaza con borrar todo en un segundo, simplificando al sujeto en un simple objeto.
García Montero mira su sociedad, entiende las complejidades de los sujetos. Capta el dolor y la alegría. La enfermedad y la vida. Espera en soledad: “te beso mientras pasan en calma los silencios.” Encuentra, como Homero con sus personajes, al enemigo de su dolor, lo describe como miserable y con esa palabra lo maldice por arrebatar de sus manos el amor más puro que puede tener un hombre: el de una mujer que en silencio y con solo mirarte te dice: te amo y nunca me iré de tu lado.
El poeta va a las entrañas del ser, lo estruja. Lo llena de ausencia y lo sumerge en las profundidades de su alma, para tratar de encontrar y volver a hallar el sentido de la vida. ¿Lo encontrará? Sí, porque la palabra le sobrevive y con ella la presencia de un ser de su tiempo que no estará más en su presente y su ausencia le hace ver al futuro como incierto e imposible.
“Extrañado de amor, / nunca puedo alejarme de todo lo que eres. / En un hueco de torpe inexistencia, / me voy de mi / camino de la nada.” (Almudena, 2024) La palabra le permite permanecer en el tiempo. Si la memoria falla de manera irremediable, la poesía sobrevivirá para recordar lo que fue y lo que es. El poema está escrito en presente, sin importar el tiempo en que sea leído siempre estará dialogando con el lector desconocido del futuro, incierto, donde las pasiones humanas seguirán siendo las mismas y el amor perdurará porque es una de las esencia del alma.
Luis García Montero con la palabra nos regala la libertad, al igual que Prometeo entregó el fuego a los humanos y “empieza a ser humano en la medida en que se enamora” (Prometeo, 2022). Su poesía dialoga con nuestra tradición por ello es una gran noticia que haya ganado el Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en el Idioma Español 2024. Junto con el autor de Aura, comparte la pasión por la mitología griega. Fuentes tenía planeado escribir la novela Prometeo o el precio de la libertad. Ambos encuentran en la palabra la libertad que entregan al tiempo para impedir las cadenas de la ignorancia y darle continuidad a la lengua.
El poeta dota de amor cada palabra que escribe, la plasma para que viva en la eternidad donde su sueño lo lleva con Almudena y al entregárnosla, en sus poemas, formamos parte del silencio de su mente que dialoga con la poesía-mujer y con el alma de las palabras.
AQ