Mantenerse humanos

Danza

"México requiere artistas empáticos y comprometidos con su contexto, pero su criminalización no es el camino para dialogar y discutir con ellos".

Múltiples proyectos de danza habrían sido imposibles sin un apoyo como el del Fonca. (Foto: Alastair Muir)
Argelia Guerrero
Ciudad de México /

En días recientes ha escalado la polémica respecto de la existencia del Fonca como columna vertebral que sostiene la creación artística en el país. Debo decir, con pesar, que en muchos casos se ha reducido a un debate en redes sociales con muy poco aporte reflexivo sobre el rol del arte, las condiciones materiales desde las cuales los artistas de distintos gremios se desempeñan y las necesidades de una sociedad como la nuestra para trazar políticas culturales verdaderamente útiles que impulsen, además, las inquietudes creativas de los artistas y creadores.

La realidad es una: no existe, a estas alturas de gobierno, una política cultural clara para exponer y debatir con la comunidad artística y el debate se ha reducido a defender o denostar un sistema de becas. Considero que la discusión se desvía respecto del verdadero tema que debería colocarse sobre la mesa: ¿cuál es el proyecto cultural de la actual administración?

La reflexión de los artistas también podría apuntar sobre su rol en la sociedad, las pulsiones creativas y el tipo de política cultural que proporcione las condiciones idóneas para la creación.

Es cierto que la creación artística ha sido asfixiada de tal modo que las posibilidades para mantener proyectos, emergentes o de largo plazo, se reducen y colocan al artista en un estado cotidiano de preocupación por las formas de financiar sus proyectos por encima del mismo proceso creativo.

Es cierto que los procesos actuales para la asignación de becas han impedido rotatividad y democratización de este “beneficio” y urgen mecanismos que lo posibiliten. También es cierto que muchos artistas cuya trayectoria ha marcado la vida cultural del país merecen garantías mínimas para continuar con su trabajo, así como para tener una vejez digna. Hay que ser muy cuidadosos cuando hablamos de privilegios, pues he leído múltiples opiniones que romantizan la precariedad laboral de los artistas. Bajo ninguna circunstancia, ese escenario es deseable y mucho menos ejemplar. Habla, sí, de un compromiso de los artistas más allá de los resultados económicos, pero no hay que confundir este compromiso para colocarlo como el ideal del creador.

He visto múltiples ejemplos en el ámbito de la danza de coreógrafas y bailarinas cuyos proyectos habrían sido imposibles sin un apoyo como el del Fonca. También conozco casos en los que han funcionado como paliativo para que alguien solamente sobreviva diez, veinte, treinta años sin un compromiso real con la cultura y la danza. Eso podría resolverse con un diagnóstico que sirva como insumo para discutir políticas culturales democráticas y útiles tanto a la sociedad como a los creadores. El problema, insisto, es ¿con cuál proyecto de cultura estamos dialogando?

Sólo tenemos declaraciones aisladas, muchas de ellas a título personal, cuya narrativa coloca a los artistas como una clase privilegiada que debería avergonzarse de contar con una beca del Estado e incluso difunde nombres de beneficiados a modo de lista negra. La criminalización de los artistas no es de ninguna manera el camino para dialogar y discutir con ellos.

También es trabajo de los creadores responsabilizarse de su relación con la sociedad y reflexionar con ella. Tampoco veo como ruta protestar con consignas como “La sociedad necesita arte, no artesanía”, porque entonces se hace evidente que no hemos comprendido el ser y quehacer del arte. México requiere artistas empáticos y comprometidos con su contexto, ni metahumanos en castillos asépticos de cristal ni trabajadores pobres y precarizados. El trabajo de los artistas es fundamental para cualquier sociedad cuya vocación sea, parafraseando a G. Orwell, más que mantenerse vivos, mantenerse humanos.

Librar esa batalla, más allá del ego, es compromiso de todos quienes nos asumimos artistas.

ÁSS

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