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Uno de los últimos proyectos de Eugenio Polgovsky fue Resurrección, documental que expone la contaminación en el Río Santiago y sus efectos en la población cercana. El realizador murió en agosto de 2017 sin llegar a ver el estreno comercial de su película. Correspondió a su hermana y colaboradora, Mara Polgovsky, concluir el proceso del filme.
¿Eugenio Polgovsky alcanzó a ver terminada Resurrección?
Alcanzó a terminar la película, incluso la vio en algunos festivales. Eugenio luchó mucho para que se estrenara. En 2017 buscó un estímulo para concretar su proyección y apenas nos lo dieron en 2018. Tenía esperanza de que la realidad del Río Santiago se viera y despertara cierto grado de conciencia. Juntos escribimos el guión y la editamos. No fue un trabajo fácil porque era muy cercano a la comunidad y al colectivo de Salto de vida, y tenía mucha esperanza de que el documental los visibilizara e hiciera eco de su lucha. Es decir, no se podía ir solamente por la pulsión poética, también había que incluir ciertas voces.
El documental mantiene los elementos propios del cine de Eugenio Polgovsky: una mirada crítica de la realidad y vinculada a temas ecológicos y sociales.
Algunos críticos ven a la película como un momento de ruptura, pero yo que trabajé con mi hermano en los guiones y la edición, la veo como una continuidad de sus obsesiones. Él decía que solamente podía hacer documental en México. Se sorprendía de la complejidad de los problemas que nos aquejan y nunca los trataba de una manera simplista. Siempre tratamos de no plantear una visión maniquea y en cambio abordar la realidad en su complejidad. En Resurrección, por un lado, tenemos el abandono como forma de vida, y por otro, la solidaridad que motiva un cambio. Eugenio no solo quería hacer una denuncia, también le interesaba hablar de la memoria y las solidaridades que surgen en medio del ecocidio.
Que era otro de los rasgos de su trabajo, incitar a la reacción social…
Sin duda, por eso trataba con dignidad y respeto a sus personajes. Buscaba empatía y conexión tanto con el lugar como con la gente. Su cine busca involucrar al máximo al espectador para que viva la problemática como algo que le atañe. Para Eugenio, Resurrección era una metáfora del desastre ecológico que sucede no solo en México, sino también en Brasil o China. Pero no solo eso, también le gustaba encontrar la belleza en los escenarios apocalípticos.
¿Cómo era su relación a la hora de trabajar?
Eugenio tenía una visión muy clara de los procesos, y por lo tanto, era solitario. Le encantaba la edición de modo que trabajábamos muy de cerca, pero mi participación era la de quien ofrece una segunda mirada. Conmigo era muy generoso, incluso me propuso darme el crédito de codirectora en Resurrección, pero me negué.
¿Cuál era el proceso que más disfrutaba al hacer una película?
Eugenio, ante todo, se consideraba un fotógrafo; de hecho, pronto publicaremos un libro con sus primeras imágenes. A los 16 o 17 años ya le interesaba retratar personajes de la calle con planos bajos y paisajes con atmósferas melancólicas. Armaba la secuencia desde la mirada, le interesaba mucho ser fiel a lo que pasaba en la escena.
¿Dejó algún proyecto inconcluso Eugenio Polgovsky?
Sí, hay un gran proyecto que prácticamente terminó de filmar, así como un par de cortometrajes. El largometraje es un documental acerca de un narcotraficante de los años noventa que ahora vive como jardinero en un barrio del sur de la Ciudad de México. Mi objetivo es concluirlos, incluso ya hablé con el personaje, pero recién decidí que primero debe haber un espacio de silencio y duelo.