Marcelo Pakman: una filosofía de la psicoterapia

Filosofía

El psiquiatra bonaerense presentará su libro El sentido de lo justo, en la FIL de Guadalajara, el sábado 30 de noviembre a las 16:30 horas.

Marcelo Pakman nació en Buenos Aires en 1953. (Especial)
Julieta Lomelí Balver
Ciuadad de México /

He leído con asombro la obra del psiquiatra y referente de la terapia sistémica Marcelo Pakman. En sus palabras encontré una voz original y crítica, no solo alrededor de la teoría de la psicoterapia, sino también una ética y un compromiso con dicha práctica: una reconsideración de la empatía, de la escucha y de la singularidad del paciente, antes que del método. Pakman plantea lo que yo llamaría una “filosofía de la psicoterapia”.

Dialoga con filósofos que le han apostado a la apertura del discurso, e incluso a un pensamiento interdisciplinario, alejados del reduccionismo del giro lingüístico o de cualquier posible conceptualización unilateral no solo del discurso, sino de la existencia misma. En este sentido, por las páginas de Pakman transitan ideas de Jean-Luc Nancy, Michel Foucault, Roland Barthes, Alan Badiou, Emmanuel Levinas, Giorgio Agamben, entre otros pensadores afines a construir un pensamiento arqueológico, en términos foucaultianos, tejido por múltiples entradas y salidas, que no depende de una interpretación lógica o conceptual, que es laberíntico y disecciona la conciencia de los individuos. O, como escribiría Pakman, “un pensamiento del evento, de lo vivido y del cambio discontinuo”.

Desde tiempos inmemoriales, se abría una tradición práctica de la filosofía que sugería como paliativo al sufrimiento, el ejercicio práctico de la sabiduría. Ese “Conócete a ti mismo” (Gnóthi seautón), inscrito en el templo de Apolo en Delfos, sembró una inquietud que floreció a lo largo de la filosofía socrática, extendiéndose hasta el estoicismo helénico y retomando nuevas formas hasta la modernidad. Sin embargo, este “conocerse a sí mismo” siempre tuvo más que ver con un conocimiento normativo. A partir de la correcta dirección de la razón, se podría llegar a la sabiduría y adueñarse así de la Alétheia, de la Verdad de las reglas morales, virtudes, o imperativos: el individuo que se conoce a sí mismo podría conducir de forma racional y adecuada su obrar.

Muchas de las teorías filosóficas de orden dogmático que aspiraban a la uniformización de modos de ser y a la explicación normativa de su conducta han sido las ideas espermáticas de los inicios de la psicología, y también de la práctica más humana de dicha disciplina: los distintos estilos de psicoterapia existentes, ante los que Pakman quiere plantear una alternativa. Por ello, como lo refiere, muchas de las terapias actuales tienden a ser más bien enfoques técnicos, estructurados desde una perspectiva racional, positivista y rígida, que aspiran a homogeneizar una poiesis más cercana a la dignidad individual: una práctica más creativa y comprometida con lo singular del individuo.

Pakman juzga que los tipos de psicoterapia existentes pueden correr el riesgo de convertirse en “la expresión de fuerzas de objetivación de “guiones estereotipados”; cree que algunos de los discursos de las terapias de intervención al paciente podrían tener en cuenta “un sentido de lo justo”, uno que implicara un regreso a la ética en un sentido más originario, más allá de la inscripción de una “moral explícita”, de ética de postulados, o de cualquier tipo de normas que remitan a la vida jurídica.

Pakman, como escribe en El sentido de lo justo (Gedisa, 2018), una terapia ética, considera “que el valor está implícito en el concepto del sentido del mundo que se hace presente de manera discontinua pero incesante y que se torna visible tanto en los eventos poéticos como en el trabajo de la imaginación que los continúa y consolida en situaciones vitales específicas”. Es necesario un ejercicio de la psicoterapia que busque en experiencias singulares un valor y un sentido que se agreguen a la situación, y no en el contexto de narraciones de pretensiones objetivas y desencarnadas.

Su visión es original, una concepción crítica-poética de la psicoterapia, en la cual, como escribe en Palabras que permanecen, palabras por venir (Gedisa, 2011), el recurso de “lo poético es un escándalo necesario de la psicoterapia, más allá de los intentos, en sí mismos políticos, de moldearla como disciplina de la medicina”.

Lo poético debe tener un sentido transparente, originario, que haga que las palabras y evocaciones del paciente “movilicen, abran o amplifiquen la promesa de un devenir alternativo a los caminos más recorridos, a los conocimientos más estructurados y disciplinados, la palabra no se agota en el signo, en la deriva del significante”. La psicoterapia poética que sugiere Pakman tampoco habrá de buscar la normalización de un tipo de conducta, de estilo de vida o de carácter, al contrario: “con lo poético se busca interrumpir tanto la infelicidad como la felicidad programática, tanto de lo uniforme como de lo abstracto”.

Pero ¿qué es un evento poético desde las palabras de Pakman? Lo dibujaré con un ejemplo que él mismo refiere en Palabras que permanecen, palabras por venir, una anécdota que cuenta de su padre, quien acostumbraba fumar una pipa alternándola con habanos. Él la heredó, meses después de la muerte de su padre, y la “sostenía en sus manos o mantenía cerca de él mientras redactaba algún trabajo”. Esa pipa podría ser cualquier pipa, una de tantas copias de ese eidos platónico, pero no, era una pipa única, irremplazable, como también las imágenes y experiencias instantáneas que al mirarla provocaban en su memoria.

Pakman conoce la tradición filosófica, no sólo clásica y moderna, sino también la que nace después del giro lingüístico, volviéndose crítico de las psicoterapias que hunden sus raíces en la metafísica, la epistemología dogmática o la racionalidad estricta que no da paso a los excedentes de sentido, a lo prelingüístico, a la imaginación originaria. Proponiendo entonces la alternativa de lo poético: esa morada interior en la que la “singularidad genérica, la potencialidad humana de ser único e irremplazable, en la cual los recuerdos y experiencias instantáneas se vuelven evidentes en eventos específicos”. La terapia como una poética, tal vez tan complicada como encontrar esas palabras que expresen y nos ayuden, a cada uno de nosotros, a construir, como escribe Nicolás Gómez Dávila, “nuestras moradas en granito, así sean las moradas de una noche”.

ÁSS

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