En el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) se presenta Marcos Kurtycz: contra el estado de guerra, un arte de acción total que invita a explorar la obra de uno de los artistas más influyentes en el arte contemporáneo en México.
La influencia de este artista nacido en Polonia (1934-1996) se expandió y explotó como pólvora desde que llegó a este país en 1968. Si bien la consecuencia de estas llamas creativas siguen marcando caminos, esta muestra exhibe la mirada temeraria y experimental de este Kurtycz.
- Te recomendamos 'Desagüe': nos robaron la ficción Laberinto
En una versión ampliada de la expuesta en el Museo Amparo en Puebla, esta retrospectiva es un paseo por el arte como si fuera un campo de guerra en el que estallan sus piezas, retando al espectador a cruzar la trinchera del accionismo. Sin bajar la guardia, el curador Francisco Reyes Palma, con sensibilidad, empatía e inteligencia, nos reta a alterarnos al contemplar a detalle los procesos de Marcos Kurtycz.
Al observar piezas como Relieve cibernético (1968), Boba de maíz naciente (1983) o Alacranes (1990) es evidente que lo más importante es el proceso, la acción al límite. Le gustaba literal y metafóricamente jugar con fuego. Más que arte acción, Kurtycz practicaba arte de acción. Le interesaba accionar y escudriñar el desarrollo de esa acción —ya fuera provocada por un lápiz o un objeto encontrado o un gesto— hasta hacerse visible en materiales inestables, cotidianos, esos que están ahí esperando ser accionados, sin importar su caducidad. Más enfocado en lo efímero, es la huella de su ideas accionadas lo que impacta. Es lo impermanente lo que inspira.
Sin aparente continuidad o estabilidad o duración sus obras son excepcionales porque están fuera del orden. Sin tiempo y sin lugar específico su trabajo incomoda. Y es esa incomodidad la que cuestiona, la que aterra y libera, como se siente en el cuaderno de notas de Exhibición autodestructiva (1971), el cual también turba por la sinceridad obsesiva y detallada de las ideas, presente en las “bombas” con las que “atacaba” sin cesar a quien fuera su blanco. La Bomba cara pa’ Mathias [Goeritz], realizada con su comalprints (grabados que hacía utilizando un comal) o la Bomba giratoria, producida con sellos, dejan claro el uso de ciertas técnicas como estrategias de sobrevivencia, como se observa en el libro de artista Go Book (1988).
Al mirar la obra de Marcos Kurtycz queda claro que en el arte nunca hay tregua, y que quizá el estado de excepción es la única certeza.
ÁSS