Margherita Luti: misterio y musa

Arte

Rafaello di Urbino inmortalizó a su amante en varias obras. Llamada “La Fornarina”, su vida ha sido abordada por escritores como Flaubert y Balzac.

Detalle de "Retrato de una joven". (Wikimedia Commons)
Aída López Sosa
Ciudad de México /

Las musas tenían por costumbre aniquilar a los que inspiraban.

Katherine Neville, El ocho (1988)


La vida de Margherita Luti pudo haber pasado inadvertida en la historia de no ser porque fue el amor del artista renacentista Raffaello de Urbino, para quien posó e inmortalizó en varias obras. La joven nació cerca de la Basílica de Santa Cecilia en el Trastevere, en la Via di Santa Dorotea. Hija de Francesco Luti, un tahonero de Siena, le valió el mote de “La Fornarina” —La panadera—. Los biógrafos del arquitecto y pintor revelan que la conoció cuando él trabajaba para el papa León X en el mismo barrio donde ella vivía; mientras caminaba la vio salir al balcón y de ahí su insistencia en conocerla hasta convertirla en su amante, a pesar de su compromiso con Maria Bibbiena, sobrina del cardenal Bernardo Dovizi de la casa Medici, quien le ofreció una cuantiosa dote para consumar el matrimonio. El religioso tuvo que resignarse a la procrastinación del artista quien vivía días de pasión con su amante. El escritor Gustave Flaubert en su Dictionnaire des idées recues se refirió a La Fornarina como “C´était une belle femme; inutile d´en savoir plus long”—es una mujer bella, es todo lo que hay que saber—. Honorato Balzac la llama femme fatale en su libro Esplendor y miserias de las cortesanas (1838). Sobre ella escriben Baudelaire, Byron, Nabokov. Romanelli dedicó una escultura a los amantes.

El pintor y escritor Giorgio Vasari en su obra Vida de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos (1550) la llama “dama de su corazón” sin nombrarla. Describe la desesperada actitud del pintor como “una pasión violenta”, por la codependencia incontrolable a La Fornarina, incluso en horas de trabajo, lo que escandalizaba al Vaticano. Vasari escribe:

“Así, cuando Agostin Chigi, su entrañable amigo, le encargó la decoración de la primera galería de su palacio, viendo que Rafael no atendía mucho a su trabajo a causa de sus amores con una mujer, se desesperó tanto, que mediante intermediarios y personalmente consiguió instalar a aquella dama en su casa, para que estuviera continuamente en las habitaciones en que Rafael trabajaba”.

La compañía de ella lo inspiró en la decoración de la Logia de Psique, la bóveda con la Asamblea de los dioses en el cielo, a las Gracias esparciendo flores, ángeles y querubines, niños con emblemas de los dioses, Mercurio con su flauta, Júpiter besando a Ganimedes. Representaciones poéticas por doquier de un artista enamorado.

'Retrato de una joven', por Rafaello Sanzio di Urbino.

Vasari inicia el capítulo dedicado al pintor, exaltando la labor del cielo al conjuntar todas las riquezas de sus tesoros en el gracioso Raffaello, dotándolo de modestia, bondad, afabilidad, belleza, humanidad, gentileza, dulzura, con toda clase de personas y circunstancias. Raffaello nació a las tres de la madrugada el Viernes Santo 6 de abril de 1483 y murió también el Viernes Santo 6 de abril de 1520, fecha que le adjudicó cierto halo de divinidad al compararlo con Cristo. Su padre, poeta y pintor, no destacó como su único hijo, aunque sí lo orientó. Se ocupó de su alimentación “no con leche de nodrizas”, sino con la de la propia madre, también de su educación en el hogar con buenas costumbres y no en casas ajenas con modales toscos. Unos años después, lo encauzó hacia la pintura, lo convirtió en su ayudante hasta que tuvo los conocimientos básicos para ingresarlo al taller del mejor pintor de la época: Pietro Perugino.

Raffaello era famoso en Roma por su afición a las mujeres y su vida pecaminosa entre fiestas y orgías. Su prematura muerte coartó su relación de apenas seis años con Margherita —perla en latín—. Después de una noche de pasión con ella, se dirigió a prisa a la corte donde trataría el tema de la construcción de San Pedro, de momento se sintió mal y se retiró a su casa con fiebre. Respecto a la causa de su muerte no hay consenso; algunos creen que fue malaria, otros aseguran que fue sífilis; sin embargo, hay un alto grado de probabilidad de que se haya tratado de una intoxicación crónica por la exposición a pigmentos como el plomo y el mercurio que tenía constantemente en las manos y la nariz. A más de cinco siglos de su muerte, aún no se llevan a cabo estudios anatomopatológicos de sus restos enterrados en el Panteón de Roma.

¿Pero qué pasó con su musa amante? Raffaello pidió que se fuera a su casa y así evitar escándalos, antes instruyó que le entregaran una suma considerable de dinero para sostenerse en el futuro. El pintor recibió la extremaunción, después de 15 días de agonía murió el mismo día que nació a los 37 años. Después de cuatro meses, ella ingresó como viuda al convento de Santa Apolonia; murió a los 29 años dos años después, sin tampoco tener clara la causa.

A pesar de que La Fornarina no tenía el cuerpo ideal para los cánones de la época, Raffaello vio en ella la belleza, no en la anatomía, sino en la suma de virtudes que la adornaban: conocimiento, inteligencia, manera de hablar, buenas costumbres, gestos; ornamentos en una dama. Sus amigos encontraron en su aposento la última pintura que realizó: Retrato de una joven, el rostro de Margherita y sus senos al descubierto; turbante y vaporosos velos, un brazalete con la firma: RAPHAEL VRBINAS y la perla; se cree que también con el anillo que podría ser por su matrimonio secreto y que cubrieron con pintura para evitar escándalos posteriores, ya que se suponía comprometido con la noble. Análisis médicos en fechas recientes refieren que la posición de la modelo en la pintura, donde se pueden comparar sus pechos, denota una diferencia entre el derecho y el izquierdo, este último presenta cierta deformación y diferente color, lo que podría anticipar de lo que unos años más tarde se cree que murió, cáncer de seno. El óleo sobre tabla de 85 x 60 centímetros se encuentra en la Roma Gallería Nazionale d´Arte Antica, Palazzo Barberini, después de que fue recuperado del saqueo nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Obra que da continuidad a la celebración de cinco siglos de grandeza arquitectónica y plástica de Raffaello Sanzio de Urbino.

Texto tomado, con autorización de su autora, del libro 'La vuelta al arte en 20 retratos excéntricos' (LibrosEnRed, 2022).

AQ

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