Maria Callas maldijo a México, pero hizo una gran carrera en el país

Entrevista

Experto en la legendaria soprano, el conductor y productor de '¡Viva la Ópera!' habla de las hazañas musicales de 'La Divina', sus episodios oscuros y por qué es, hasta el día de hoy, una voz excepcional.

La soprano Maria Callas cantó varias óperas en México de 1950 a 1952.
Ciudad de México /

Cuando venía a México, Maria Callas disfrutaba comer mangos de Manila, pasear por Chapultepec, visitar a su padrino Leonidas Lanzunis en Cuernavaca o comprar abrigos de pieles con parte de lo que ganó por las 9 óperas que cantó en 28 funciones en Palacio de Bellas Artes a lo largo de 3 años, aunque en su primera visita se puso furiosa, sufrió insomnio, se sentía enferma, no respiraba bien y maldijo al país.

“Mucha gente no sabe que Maria Callas hizo una gran carrera en México”, cuenta Érick Zermeño, conductor y productor desde 2005 del programa de radio ¡Viva la Ópera! en Opus 94.5 FM del Instituto Mexicano de la Radio (IMER), quien emprendió la búsqueda de las grabaciones de todas las óperas completas que ofreció La Divina en 1950, 1951 y 1952 para difundirlas en podcast por Spotify.

En México, Callas debutó con el papel más importante de su carrera, la Norma, de Vincenzo Bellini, que interpretó 89 ocasiones; también se estrenó en el rol epónimo de Lucia di Lammermoor, de Gaetano Donizetti, cantó por única ocasión la Gilda del Rigoletto de Giuseppe Verdi, e hizo “la hazaña” de meter un mi nemol (sobreagudo) al final del segundo acto en sus Aídas de 1950 y 1951, por ejemplo.

Desde octubre pasado, Zermeño ha subido a la plataforma ocho podcasts con las dos Aídas y sus mi bemoles; Il trovatore y la Tosca de 1950; La traviata de 1951, con Cesare VallettiI puritani, La traviata y Lucia di Lammermoor, de 1952, estas dos últimas con Giuseppe Di Stefano de compañero.

Norma fue el papel más importante en la carrera de Callas, el que más cantó; es el Monte Everest del bel canto y uno de los más difíciles, por eso es que Callas se hizo famosa, no cualquiera lo cantaba. Cuando se recluyó en su departamento en París, a Maria Callas le encantaba escuchar sus grabaciones, y, sobre las de México, decía a sus amigos: 'Qué bárbara. Cantaba como una gata desquiciada. Tenía ese ímpetu, una fuerza, un fuego a los 26 años, que no lo puedo creer'. Aunque interpretó Norma tantas veces, la de México tiene lo que ninguna otra: un re natural que interpoló al final del primer acto”.

Zermeño, promotor cultural y especialista en Maria Callas, conversa con Laberinto en vísperas de la celebración del centenario de la soprano griega, nacida en Nueva York el 2 de diciembre de 1923, mientras prepara su conferencia Canto, luego existo. Vida y obra de Maria Callas, que dictará en un homenaje a la diva de la ópera del siglo XX en la Escuela Superior de Música del INBAL, a partir de la idea de que las experiencias de la cantante repercutieron para convertirla en quien fue en el escenario.

En la charla, subraya que Callas cantó en México las óperas emblemáticas que la hicieron famosa, y completas, no recitales, como en la actualidad hacen las figuras extranjeras del arte lírico que vienen al país: sólo en su primera visita, de mayo a junio de 1950, hizo 11 funciones con Norma, Aída, Tosca (otro papel clave en su carrera, lo interpretó en 51 ocasiones), y debutó como Leonora en Il trovatore.

De ese primer viaje a México, Callas escribe una curiosa carta a su esposo Meneghini –incluida en una recopilación de Tom Volf–, fechada en el país el 14 de mayo de 1950, en la que cuenta que su madre llevaba diez días en el hospital y dice: “Imagínate el placer de enterarme de ello”. Y enseguida refiere que Giulietta Simioniato, la Adalgisa de aquella Norma, sintió sed y el padre de Callas le dio una bebida que “resultó veneno para cucarachas”, que le provocó vómitos, diarrea y dolor de cabeza, por lo que ella se pasó el día yendo y viniendo del hospital “muerta de miedo” al cuidado de la mezzosoprano.

También refiere que fue recibida en el aeropuerto por el cónsul de Grecia y unas chicas que le llevaron dos cajas de orquídeas. Y confiesa que tiene dificultad en respirar y que, además, le duele el corazón.

Maria Callas para 'Il trovatore' en Bellas Artes, 1950.

El panorama se oscurece. En otra carta del 20 de mayo de 1950, le cuenta que no puede dormir, que está muy nerviosa, como si tuviera miedo de algo. Se queja de que está por estrenar Aída y no le han llegado peluca ni vestidos, y exclama: “¡Maldita la hora en que he venido!”. Días más tarde, está muy enojada, la quieren obligar a hacer La traviata. Discute con Antonio Caraza Campos, quien la invitó.

Arremete contra todos “son tan incapaces de cantar aquí”. Y llega un momento, después de su primera Aída, que manifiesta estar furiosa, por la improvisación con la programación, pero sobre todo con el tenor Kurt Baum, “es peor que una mujer celosa. Continúa insultándome y estaba enfadado porque he hecho el mi bemol agudo al final de Aída. En fin, está lleno de envidia porque el público delira por mí y no por él”. La desorganización la fastidia hasta el límite: “La forma de trabajar aquí es indignante (…) lo quieren todo de último momento. Estoy cansada y muy enfadada. Maldigo México...”

Sus maldiciones continuaron hasta su partida: “...te confieso que estuve terriblemente enferma aquí, en este maldito México”, dice a Meneghini, a quien le insiste en tener un hijo, que le “irá bien a su voz y a su maldita piel”, a la que le salió sarpullido. No obstante, se jacta de que el público mexicano delira por ella, por su mi bemol y subraya que fue a petición de Caraza Campos incluirlo al final del segundo acto de Aída. También presume que en su Tosca le aplaudieron cinco minutos a su Vissi d’arte. “Querían un bis, pero, por supuesto, no lo hice”. Y en la correspondencia de días más adelante, dice: “...tenía mucho que estudiar con Il trovatore y no puedo aprender nada aquí en México, te vuelves idiota, te lo digo” Y aun así, La Divina regresó los dos años siguientes a cantar otras 17 funciones.

En julio de 1951 dio 7 funciones para dos óperas: Aída, en la que tuvo de antagonista como Amneris a la potosina Oralia Domínguez, y La traviata, otro rol icónico de Callas: interpretó a Violetta Valéry 63 ocasiones. Además, en esa visita dio un concierto radiofónico de arias para La Hora Nacional.

De mayo a junio de 1952, hizo I Puritani, de Bellini, La traviata, debutó como Lucia di Lammermoor y Gilda de Rigoletto (por primera y única vez en escena) y cerró con Tosca, en un total de 10 funciones.

Maria Callas como 'La traviata' en Bellas Artes, 1952.

A pesar de que ha pasado casi medio siglo de su muerte el 16 de septiembre de 1977, Callas sigue fascinando: en 2002, Franco Zeffirelli le rindió tributo con la película Callas por siempre; en 2020, Marina Abramović le dedicó su ópera performance 7 muertes de Maria Callas, que después se volvió filme; el cineasta estadounidense Tom Volf estrenó en 2017, Maria by Callasuno de los mejores documentales sobre la diva, y editó años después Maria Callas. Cartas y memorias, que recién tradujo Akal al español; en 2023, el chileno Pablo Larraín anunció una biopic con Angelina Jolie como Callas.

Sólo este año la Royal Opera House montó en el verano-otoño la exposición fotográfica Callas at Covent Garden, sobre el paso de la diva en el escenario londinense. Y en México, después del espectáculo virtual de 2019 en el Auditorio Nacional Callas in Concert. The Hologram Tour, la cadena Cinemex decidió lanzar en sus pantallas el 2 de diciembre el recital de la soprano en París del 19 de diciembre 1958, restaurado, remasterizado y coloreado para el centenario por Tom Volf, otro director hechizado por Callas, como en lo fueron Luchino Visconti, Pier Paolo Pasolini o Franco Zeffirelli.

La carrera de Maria Callas realmente fue breve ¿cuáles son sus aportaciones?

Breve, relativamente. Hay cantantes que darían toda su carrera de más de 15 o 20 años por una sola noche de Maria Callas; con una sola hazaña, su mi bemol de las Aída en el Palacio de Bellas Artes, muchas cantantes se podrían haber consagrado. Fue una carrera breve, pero muy intensa. Ha habido cantantes, incluso mexicanas, con carreras de 40 años, como Irma González, o la italiana Magda Olivero, pero ninguna revolucionó el arte de la ópera como Callas, que es una de sus aportaciones más importantes, gracias no sólo a su voz, sino también a su actuación, que empezó a implementar desde que empezó a cantar, porque ella era una gran actriz. Otra de sus aportaciones fue que ella descubre un nuevo repertorio o al menos uno que no se había hecho en el siglo XX, las óperas belcantistas italianas del siglo XIX, que fue prácticamente lo que movió casi en toda su carrera, el repertorio italiano, con el que mostró sus dotes histriónicas a través de nuevos papeles: Ana Bolena, Il Pirata o Norma, que aunque ya se había cantado en el siglo XX, fue el papel que más cantó Callas a lo largo de su carrera.

¿Qué tenía la voz de Maria Callas que la hizo La Divina?

Tenía la guerra, el sufrimiento, las lágrimas. Uno la escucha y escucha que ha llorado tanto. Callas tuvo que pasar una vida muy difícil, hay quien la llama Frida Callas, de tan sufrida, no en el sentido de la salud, sino en el emocional. Pasó muchas penurias en la guerra, con la invasión nazi a Grecia, por eso ella tiene que regresar a Estados Unidos, donde nació. Tuvo que pasar por una parte muy penosa, porque la madre la llega a prostituir con los alemanes. Fue una mujer que tuvo que luchar también por una transformación física. Todo eso se escucha en la voz. Y no sólo eso, también está el rango vocal, de tres octavas, y tenía una técnica impresionante, podía hacer lo que quisiera con la voz de joven.

¿A qué se refiere con que la madre la prostituía? ¿De dónde sale eso?

Es un capítulo muy duro en la vida de Callas. La madre (Evangelia) la llevaba con los alemanes para que, a cambio de favores sexuales, tuvieran dinero o comida. Está en un libro editado hace 20 años, que fue un escándalo: The Unknown Callas. The Greek Years, del historiador Nicholas Petsalis-Diomidis, que da santo y seña de todos los compañeros sexuales que tuvo en la guerra. Es la parte más triste de su vida y carrera, pero todo eso tuvo que ver con la voz, con la personalidad, todo eso lo vamos a escuchar después, todas esas penurias y angustias, todo ese rechazo que sufrió desde que nació por parte de la madre. Tuvo ese resentimiento hacia la madre, porque esta la utilizó para ganar dinero.

Bueno, su matrimonio fue pactado.

Así es. Duró más o menos 10 años. Se casó con un industrial veronés, Giovanni Battista Meneghini, 28 años mayor. Era un relación muy conveniente: él tenía que casarse para darle gusto a una familia conservadora; ella era una desconocida y necesitaba apoyo financiero y afectivo. Él sabía mucho de ópera, era gran aficionado, la descubre, la impulsa y la hace debutar y triunfar en la Arena di Verona.

¿Por qué viene Callas a México?

Callas llegó invitada por uno de los más importantes señores de la ópera de ese momento, Antonio Caraza Campos. Debuta el 23 de mayo de 1950 con Norma, era una chica de apenas 26 años y ya estaba debutando con la ópera de Bellini. Venía de haber hecho hazañas en Venecia: cantó primero Wagner, que es muy grave para la voz, y luego Bellini, que es muy ligero y delicado. Por eso en la marquesina del Palacio de Bellas Artes se anunciaba como “La soprano assoluta del siglo XX”.

Luego canta Aída en cuatro funciones (mayo 30, junio 3, 11 y 15) y da un Mi Bemol en todas porque tenía una rivalidad con el tenor (Kurt Baum). Hay una grabación, está históricamente documentada; en TikTok circula una versión fake. Aquí Callas cantó los cuatro grandes papeles de su carrera: Norma, Aída, La traviata y Tosca. Y disfrutaba México. Conversé con Carlos Díaz Du-Pond, que fue su gran amigo aquí, la atendió todo el tiempo, la llevaba a pasear a Chapultepec, la llevó a comprar muchas pieles, se dice que casi todo lo que ganó aquí se lo gastó en pieles, ella no podía darse esos lujos y aquí aprovechó para hacer esas compras; le encantaban los mangos de Manila, también.

Maria Callas como Lucia en 'Lucia di Lammermoor' en Bellas Artes, 1952.

Su última temporada, la de 1952, fue muy intensa, hizo 5 óperas, entre ellas su famosa Lucia.

Fue su primera Lucia di Lammermoor. De hecho, esas grabaciones que se generaron en México son prácticamente las primeras que se hacen de estos papeles de Maria Callas. Le tributaron una gran ovación. Ella estaba insegura porque nunca había cantado el rol. También en el 50 debutó la Leonora de Il trovatore, un papel que también hizo con mucho éxito por todo el mundo. En esas funciones en México también tuvo problemas, no sólo con el tenor, sino también con el barítono, Leonard Warren, que ya no quiso cantar en la última presentación, y la grabación que existe es con el búlgaro Ivan Petroff. También canta por primera y única vez en escena la Gilda de Rigoletto, a ella no le gustó nunca, pero la cantó con Giuseppe Di Stefano, que se hizo su gran amigo y compañero, con el que se acopló perfectamente, aunque también tuvieron sus diferencias. En esa temporada, que incluyó: I Puritani, La traviata, Lucia di Lammermoor, Rigoletto y Tosca, en la última función del título de Puccini, el 1 de julio de 1952, al final el público le cantó Las golondrinas, y Callas quedó muy emocionada de México, aunque no volvió a cantar aquí, pero sí regresó dos veces de vacaciones.

Callas vino a México en 1968, hay un registro de que ella vino y, por problemas con su pasaporte o visa, el entonces secretario de Gobernación, Luis Echeverría, le tuvo que autorizar la entrada al país. Venía a visitar a su padrino Leonidas Lazunis en Cuernavaca, triste, muy deprimida, porque se acababa de casar Aristoteles Onassis (con Jackie Kennedy); su padrino fue el único hombre que la quiso después de su padre, que era la adoración de Callas. Era todo lo que le quedaba, al morir el padre. Hay una foto muy borrosa de ambos y otra en el bar El Bohemio, en Cuernavaca. En 1973, hace justo 50 años, regresó al país, otra vez de vacaciones, con Giuseppe Di Stefano. Vinieron a Las Brisas, en Acapulco, y a la capital. Una madrugada, le llevaron serenata con mariachis y ella se asustó muchísimo, se sacó mucho de onda, hasta que le explicaron que eran mariachis que le traían serenata.

Giuseppe 'Pippo' Di Stefano y Maria Callas en Las Brisas, Acapulco, en 1973.

¿En qué consiste su proyecto de podcasts sobre Callas?

Tengo el programa ¡Viva la ópera! todos los jueves en la radio. Y nos hemos dado a la tarea de aprovechar la tecnología y hacer una serie de episodios de podcast en Spotify en los que subimos la historia de todas las funciones en México de las cuales tenemos grabaciones, con algunos comentarios de las entrevistas que realicé con Carlos Díaz Du-Pond, protagonista en las visitas de Callas a México. Es un material inédito, que estamos compartiendo con el público, porque desafortunadamente hay mucha desinformación o información incompleta alrededor de estas visitas. Una gran novedad es que llevan los comentarios en vivo del presentador de radio de entonces, Arrigo Coen Anitua, muy emocionantes. Todas esas grabaciones eran de radio, se transmitían a través de la XEX, no son pirata. Me siento muy orgulloso de poder hacer este trabajo, que espero concluir para enero o febrero próximo.

Cinemex va a proyectar el concierto de Callas en París en 1958. ¿Qué importancia tiene esto?

Estamos muy emocionados, fue el debut de Callas en París; en 1958, ella ya casi terminaba la última parte de su carrera (ella se retira en 1964 de los escenarios), y apenas ese año debuta en París. Gracias a la tecnología, vamos a ver a todo color esta función maravillosa, que tiene dos anécdotas curiosas: en un momento el coro se equivoca y Callas hace una seña con la mano para que se calle y la dejen cantar a ella; y otra, en medio del aria de Rosina (“Una voce poco fa, Il barbiere di Siviglia), alguien grita un Brava!. A ese debut acudió gente como Chales Chaplin, Albert Einstein, el presidente francés René Coty, Brigitte Bardot, Jean Cocteau, el duque y la duquesa de Windsor, Onassis, todo el mundo más importante se congregó en París para ver a Callas. Por supuesto, inició con Casta diva, de Norma, y concluyó con el segundo acto completamente escenificado de Tosca, en la segunda mitad”.

Hace 60 años Callas se retiró. Hace 46 murió. Hace un siglo nació. ¿Por qué sigue hechizando?

De entrada, no hay quien cante Norma como ella, no ha nacido desafortunadamente otra soprano que sea capaz de sus hazañas vocales. Si acaso hace unos años, Mariella Devia (1948), quien según coincidimos yo y muchos críticos, es la última diva italiana. Ella hizo todavía muchos papeles en los que se le podía comparar con Callas por el repertorio, el tipo de voz, el temperamento… Su problema es que mide 1.60 metros y los teatros no la contrataban, la MetOpera la contrató sólo una vez. Pero su voz es fuera de este mundo, increíble; tuve la oportunidad de escucharla en vivo y era asombrosa. Es la única —ya casi está retirada— que podría ser la Callas actual. Se habla mucho de Anna Netrebko, que ha querido copiar toda la carrera y los roles de Callas, pero no le llega ni a la cintura.

AQ

  • José Juan de Ávila
  • jdeavila2006@yahoo.fr
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.

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