Autora de libros tan exitosos como la novela Nuestra parte de la noche y las colecciones de cuentos Los peligros de fumar en la cama y Las cosas que perdimos en el fuego, Mariana Enriquez refrenda su prestigio con Un lugar soleado para gente sombría (Anagrama, 2024), en el que reúne doce relatos que, como es habitual en ella, escarban en los miedos más profundos y muestran sin recato los prejuicios sociales, la injusticia, la violencia contra las mujeres, la falta de solidaridad, la depauperización que nos acecha.
De acuerdo con Anne Meadows, editora de Granta Books, Enriquez: “Es una maestra de lo macabro que no apela a emociones baratas, sino que cada pequeño detalle de oscuridad está allí por una razón y cada una de sus historias contiene una carga política”.
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Contiene, puede decirse, una posición ante un mundo profundamente temeroso y egoísta, como sucede en “Mis muertos tristes”, el cuento que abre el volumen, en el cual una mujer, habitante de un barrio de clase media venido a menos, rodeado por unidades de departamentos baratos y una villa formada por “casas pobrísimas” en donde solo prosperan la ilegalidad y la violencia, tiene la capacidad de hablar con fantasmas, entre ellos el de su madre; fantasmas que los demás también ven, pero rehúyen. Vive sola, alejada de su ex marido y de una hija a la que visita ocasionalmente. Un día escucha toquidos en la puerta, es de noche y tarda en abrir. Encuentra a un muchacho desesperado y furioso, al que nadie quiso socorrer cuando pretendía escapar de sus agresores, otros adolescentes como él. Es un fantasma y en la oscuridad deambula por el barrio llamando a todas las puertas. En sus últimas horas, nadie quiso ayudarlo y él supo entonces “que estaba rodeado de verdugos sin capucha, escondidos tras máscaras de clase media y buena vecindad”.
En “Los pájaros de la noche”, la narradora es una mujer que se pudre en vida; vive en una casa a orillas del Paraná, con su padre, su hermana, solidaria pero también mentirosa irremediable, y su abuela, intolerante y despiadada. La hermana viaja a Buenos Aires, la abuela muere y el padre desaparece. Es un cuento de tristeza y desolación, en el que se recuerda una leyenda de que las mujeres al morir se transforman en pájaros cuyos cantos parecen sollozos, lamentos, súplicas que nadie entiende o acaso que nadie escucha. Pasado el tiempo, la protagonista se sienta en la musgosa escalera de su casa y aguarda a su hermana, una artista hermosa y alegre. Y piensa: “si vuelve como pájara, espero reconocer su graznido. No, graznido no, su canto: mi hermana canta muy bien”. La espera y la imagina como pájara, posándose en su hombro deshecho por la pudrición.
“Un lugar soleado para gente sombría” es el relato que da título al libro y cuenta la historia de una escritora argentina que viaja a Nueva York. Trabaja en una revista y escribe sobre política internacional. Pero como la revista abre una sección sobre hechos sobrenaturales, decide abordar la extraña muerte de Elisa Lam, que fue encontrada flotando en el depósito de agua del hotel Cecil de Los Ángeles. Tardaron varios días en encontrarla, podrida, “y los huéspedes se la bebieron”. ¿Cómo llegó al depósito? Nadie lo sabe, pero el hecho, que realmente sucedió, ha dado lugar a un culto que la narradora se propone investigar. Viaja a Los Ángeles, se encuentra con dos viejas amigas y recuerda a un novio que murió en la calle en esa ciudad, víctima de una sobredosis. La historia de ese noviazgo y la de Elisa Lam se entretejen en el relato que es también una mirada sobre la decadencia en Estados Unidos, con tantos adictos, homeless, cultos y la dramática destrucción del hábitat de animales como un puma (clasificado como P22) solitario y triste que la protagonista y sus amigas ven una noche de copas y plática a la orilla de una alberca en Lauren Canyon. Borrachas, se dan la mano después de esa experiencia, “conscientes de que habíamos visto la magia y el misterio, y que tenía ojos amarillos”.
“La desgracia en la cara”, “Julie”, “Metamorfosis” y “Los himnos de las hienas” son otros de los relatos de este libro que provoca el horror, pero también indignación y el desánimo, que hace pensar en una realidad que nos agobia tanto en las ciudades como en los lugares más alejados, porque en cada relato está una visión crítica de la sociedad y una evidente solidaridad con las mujeres y los desamparados de siempre, los pobres. Y así, entre sustos y calambres, Mariana Enriquez nos deja en este libro doce historias sobre la oscuridad que nos envuelve.
AQ