Mariana Palova (Jalisco, 1990) es una escritora que parece tener las ideas claras. Al poco tiempo de escribir El Señor del Sabbath, la primera entrega de su serie La nación de las bestias, se encargó de que se tradujera al inglés. Posteriormente, encontró en Océano al sello idóneo para llevarla a las librerías de México y el resto de América Latina.
A pesar de su juventud y de que la historia versa sobre los miedos de Elisse, un joven que tendrá que ir a Nueva Orleans para encontrarse consigo mismo y descubrir su sentido de pertenencia, Palova ha conseguido dominar sus temores para abrirse camino en el género fantástico.
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—Además de escribir La nación de las bestias, dibujaste la portada y el resto de las imágenes que acompañan a la novela. Tienes muy bien pensado el concepto de tu obra.
Escribo desde que tengo doce o trece años y comencé a pintar a los dieciséis. Desde entonces tenía en mente el proyecto. A los 26 años, durante un arrebato de pasión y enojo, me propuse terminar la novela.
—¿Por qué te sientes cómoda dentro del género fantástico?
El realismo no me interesa demasiado. En cambio, la magia me resulta muy atractiva. Durante diez años estudié ocultismo y he investigado acerca de la alquimia.
—¿El género fantástico te funciona como fuga de la realidad?
Fui una niña solitaria y los libros me han ayudado a encontrar un lugar donde tener cabida. La fantasía alimenta mi trabajo. Estoy convencida de que la imaginación es una de las herramientas más importantes del ser humano y creo que todo esto lo potencia la literatura. Estamos acostumbrados a la fantasía adulta tipo Isaac Asimov, Tolkien o Juego de tronos, pero la fantasía juvenil tiene propuestas muy interesantes.
—El libro incluye todo eso.
Se dio de manera natural y todo está sustentado en mucha investigación. La historia está situada en Nueva Orleans porque creo que es un lugar con el que compartimos raíces: es una ciudad criolla, con raíces españolas, latinas y francesas. Para fines de la historia necesitaba un lugar cosmopolita y multicultural, y esta ciudad cumple con este requisito. La novela me exigió profundizar también en el vudú para despojarme de los prejuicios que la etiquetan como una especie de magia negra.
"El sistema educativo promueve la lectura de una forma inadecuada"
—Recién publicas la primera entrega de tu tetralogía. ¿Cómo piensas mantener a tus lectores jóvenes para que no se despeguen de la saga conforme crezcan?
La literatura es un desafío. Los libros infantiles están escritos por adultos. El reto es hacer personajes creíbles. A pesar de que La nación de las bestias es una obra juvenil, también es muy leída por adultos.
—Otro de los temas es el sentimiento de fraternidad, algo muy valorado entre los jóvenes.
La amistad y la fraternidad son necesarias para un joven. A pesar de los tintes de terror, la base emocional del protagonista es muy fuerte. Elisse es un chico sin nacionalidad que nunca ha tenido familia. Estamos acostumbrados a personajes jóvenes que buscan independencia y necesitan salir adelante por sí mismos. Mi protagonista es todo lo contrario: se sabe vulnerable estando solo. Quiere tender lazos y conforme transcurre la historia descubre que su fuerza está en la unión.
—Que al final se traduce en una búsqueda de la identidad.
He sido migrante toda mi vida: he vivido en Estados Unidos, Jalisco, Aguascalientes. El sentido de pertenencia no a un lugar, pero sí a las personas es muy importante y Elisse lo va descubriendo. Su necesidad no es de reconocimiento sino de pertenencia.
—Uno de los personajes dice: tenemos miedo porque no conocemos aquello a lo que tememos.
Si empiezas a conocer, dejarás de temer. Las exploraciones y los monstruos que ve Elisse tal vez no son lo que piensa. Algo bueno de la fantasía es que por medio de los personajes enfrentas los miedos y descubres lo que implica hacerlo.
—Pasaste de la auto publicación a una editorial grande y con un libro voluminoso. ¿Esto contradice la idea de que los jóvenes no leen?
Creo que los jóvenes son quienes más leen. Tal vez el problema radica en que el sistema educativo promueve la lectura de una forma inadecuada. Sin duda los clásicos o la filosofía son importantes, pero me parece que los jóvenes necesitan un acercamiento más placentero a la literatura. Si disfrutas la lectura, tarde o temprano llegarás a los clásicos.
—Autores como tú conviven más con booktubers que con suplementos literarios, ¿por qué?
YouTube e internet nos acercan directamente a lo que nos gusta. A mí me gustan los suplementos culturales y entiendo que son importantes, pero no le hacen caso a la literatura juvenil.
ÁSS