Mauricio Sandoval y la poética del trozo

Arte

La nueva exposición del artista mexicano establece, con rigor, las posibilidades del temblor del trazo, trabajando con una escala de contrastes tensionados por injertos y superposiciones.

Mauricio Sandoval. 'en el comienzo…'. Collage sobre papel. (Cortesía)
Salvador Gallardo Cabrera
Ciudad de México /

El temblor del trazo, el azar del rasgo, la suspensión del gesto, el acierto en el trozo: el nado majestuoso, lento y escandido como un alejandrino, de un rodaballo asimétrico con una mancha blanca y anaranjada superpuesta por la imantación del sustrato marino. Mancha de estrato: si el rodaballo ascendiese, o se sumergiese más aún, adquiriría otra coloración.

En Trozadero (agosto y septiembre; Acapulco 62, col. Condesa) Mauricio Sandoval trabaja con una escala de contrastes tensionados por injertos y superposiciones. Los injertos de sus collages dan el tono, crean la estructura rítmica para las superposiciones y los contrastes de plastas de óleos y barnices. De los collages a los óleos, de los injertos a las superposiciones, de los ensambles a los contrastes. En Pólipos y formasordas (2017, Museo Carrillo Gil) ya existía una inclinación para transformar las formas de orden en componentes de pasos, de mecanismos, de modos de funcionamiento. Ahora, la fuerza dislocante del collage permite ensanchar los tránsitos entre la Biogea y los órganos del cuerpo humano: ya no el orden moral de lo que desde occidente se ha llamado “naturaleza” —no es gratuito que en los collages de Sandoval no aparezca ninguna figura humana—, sino las superposiciones y contrastes de escalas diferentes, de gamas cromáticas irreducibles, de trozos de vida. Trozos que no son elementos de algo mayor o pedazos de un todo. Trozos que no están sometidos a la lógica de las antípodas, de las oposiciones polares, y que no buscan enlazar los reinos más distantes como hacían los surrealistas. La poética del trozo se despliega desde un signo afirmativo elemental. Y, como sabemos, lo elemental es aquello que en la corriente de la existencia resiste absolutamente. De ahí, la necesidad de trocear, de dislocar el trazo con el trozo, de alcanzar el contraste donde la superficie del mar toca las franjas blancas de una isla.

Mauricio Sandoval, La bestia de nuestro tiempo.

Óleo y grafito sobre tela.

2.20 x 1.50 mts.


Lo elemental se juega en Trozadero en dos vertientes principales: el relieve de vida que señala un ejercicio de trabajo con lo que se tenía a mano —grafito, barniceta, los libros perseguidos en las librerías de viejo y envueltos en una niebla mítica— debido al cerramiento extremo del tráfico humano en el tiempo de la Gran Pandemia. La antropausa. Injertar, superponer, cortar y pegar, se convirtieron en operaciones elementales por medio de las cuales se suspenden los trozos. En la segunda vertiente, se reemplazan las veladuras por los contrastes de plastas de óleos y barnices; la superposición desplaza las veladuras con un movimiento apictórico, a contracorriente de la técnica, pues la veladura siempre ha funcionado como una especie de filtro del color, y lo que encontramos en las pinturas de Trozadero son capas superpuestas, abultamientos, estratos.

Mauricio Sandoval, Rodaballo.

Óleo y grafito sobre tela.

2.20 x 1.50 mts.


Willem de Kooning decía que la carne motivó la invención de la pintura al óleo; el lento secado permite fusionar tonos y difuminar los contornos, lo cual es de la mayor importancia para representar los tonos de la piel. Pero también permite al pintor entrar en contacto físico con sus materiales, pintar con los dedos, pasar de la piel a las palpitaciones orgánicas o colocar las figuras como vistas en bajorrelieve, como trozos de un bajorrelieve. Fragmentos desencajados, rocas, plantas, animales, estratos de eras geológicas, bloques y aguas erráticas, ritmos de mareas, líneas de fractura que han dejado desgarros, cicatrices, irregularidades en los seres sublunares.

En Trozadero, Mauricio Sandoval ha abierto un campo sensorial y afectivo desde la potencia inacabada del trozo.

Mauricio Sandoval, soltero.

Collage sobre papel.

22 x 15 cms.

AQ

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