Meditaciones (Taurus, 2024) es la gran obra del emperador romano Marco Aurelio (26 de abril de 121-17 de marzo de 180), escrita en griego helenístico, es un clásico de la filosofía que nos previene, entre otras cosas, contra el egoísmo, la vanidad, la quejumbre, la cobardía, la intolerancia y el abuso del poder. En la siguiente selección, el excepcional gobernante reflexiona sobre la muerte, siempre al acecho y cercana, aunque se tenga una vida prolongada.
“Aunque fueras a vivir mil años y miles y miles de años más, recuerda, no obstante, que nadie pierde otra vida que la que vive ni vive otra vida que la que pierde. Tanto la más larga como la más breve llegan al mismo punto, ya que el presente es igual para todos, y también es igual lo que desaparece, y lo que se pierde es un breve instante. Nadie puede perder ni el pasado ni el futuro, pues ¿quién podría arrebatar a nadie lo que no tiene?”
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“No actúes como si te quedaran miles de años por vivir. Lo ineludible se cierne sobre ti. Mientras vivas, mientras te sea posible, sé un hombre bueno”.
“Todo es efímero, tanto el ser que recuerda como lo que es recordado”.
“Ya pronto estarás muerto, y todavía no eres sencillo, ni inalterable, ni inasequible para los daños procedentes de fuera, ni benévolo con todos, ni estás en el convencimiento de que la sabiduría consiste solamente en obrar con justicia”.
“Eres una pobre alma con un cadáver a cuestas, como decía Epicteto”.
“Todo lo que sucede es tan familiar y conocido como la rosa en primavera y los frutos en verano. Algo así ocurre con la enfermedad, la muerte, la maledicencia, la conspiración y cuantas cosas alegran o entristecen a los necios”.
“Alejandro de Macedonia y su mozo de cuadra, cuando murieron, fueron a parar al mismo lugar: o fueron restituidos a las razones generadoras del universo o quedaron dispersados por igual entre átomos”.
“La muerte es descanso de la reacción de los sentidos, de los impulsos que nos manejan como marionetas, de las idas y venidas del pensamiento y de la servidumbre de la carne”.
“Es vergonzoso que, en una vida en la que tu cuerpo todavía no ha sucumbido, el alma sea la primera en rendirse”.
“Cuántos de aquellos hombres tan celebrados están ya en los brazos del olvido. Cuántos de los que les cantaron hace tiempo que han partido”.
“Como si estuvieras ya muerto y tu vida no hubiera alcanzado este instante, vive lo que te queda de vida de acuerdo con la naturaleza”.
“La muerte no queda fuera del universo. Si permanece aquí y se transforma, también aquí se diluye en los elementos eternos que constituyen el universo y tu persona. También ellos cambian y no murmuran”.
“Detente a pensar, una a una, en cada cosa que haces y pregúntate si la muerte es horrible por el hecho de privarte de ellas”.
“Cuántos de aquellos con los que llegué al mundo ya partieron”.
AQ