‘La memoria infinita’: una obra de arte sobre la experiencia de olvidar

Cine

La cineasta Maite Alberdi retrata con poesía y realismo la progresión del alzheimer del periodista chileno Augusto Góngora y aborda el olvido no sólo en los individuos, sino en las sociedades.

Augusto Góngora y su esposa Paulina Urrutia en una escena de ‘La memoria infinita’. (Cortesía: Netflix)
Fernando Zamora
Ciudad de México /

Estoy aquí para que recuerdes, Augusto Góngora. Con esta frase comienza La memoria infinita (disponible en Netflix) un documental de Maite Alberdi que trata, como es de suponer, de la experiencia de recordar.

Augusto Góngora fue un héroe del periodismo. Habiéndose adelantado a la era digital filmó en VHS documentos que verificaban las atrocidades del régimen militar. Sus videos se copiaban y distribuían de modo clandestino para que la gente fuese más allá de una vida que podía transcurrir confortablemente insensible hasta que un militar viniese a tocar a su puerta. Conforme atestiguamos la vida cotidiana de Augusto y su esposa Paulina (interpretados por ellos mismos durante la pandemia de covid) escuchamos una canción de Silvio Rodríguez que dice: ¿a dónde va lo común de todos los días? En ello parece resumirse la intención de Alberdi, preguntarse: ¿con qué nos quedamos cuando lo que más extrañamos del ayer es justo lo más cotidiano?

Están también los poemas que el enfermo de Alzheimer leyó. No tienen sentido para él: mi madre iba a la playa. ¿Iba a la playa?, pregunta. Coge una novela y grita desesperado: no lo entiendo, ¿qué significa esto? Su mujer lo tranquiliza y él responde: ¿qué me pasa? ¿Eres tú quien me ha hecho esto?

En el estado en que se encuentra hoy el cine de autor, cada vez nos aproximamos más al documental. No se trata solo de los encuadres y las historias, de la influencia del Realismo poético, el Neorrealismo Italiano o el Realismo Ruso. Son estas joyas que, si dejamos pasar, abrumados por la cantidad de basura que se hacina en el cine y el streaming, estaríamos siendo racistas. Por omisión. Esto es cine chileno, La memoria infinita no es ya un documental, es una obra de arte que habla de la experiencia de vivir el olvido. Y hay influencias fílmicas, por supuesto. Maite Alberdi se deja guiar por el espíritu del director Raúl Ruiz. Para ello introduce un documento visual en que Góngora (su protagonista) lo entrevistó cuando su país se liberó de Pinochet. En esta entrevista se toca entonces el tema de otra memoria; un tema nuevo que se enreda como en una obra de Bach. Es la memoria social.

Ya poco importa clasificar La memoria infinita como documental o ficción. Uno puede decir como aquel atontado: he visto una flor tan hermosa que parecía artificial. Afirma Raúl Ruiz: en Chile hay que resucitar a los muertos. Este nuevo tema reconfigura el ritmo de la película y va creando un diálogo estético en que charlan la memoria personal y la memoria colectiva.

Pero hay más. Hacia el clímax de la película Alberdi introduce el tema de la violencia que vive en su cabeza el hombre que todo lo olvida. Durante estas secuencias poco importa que la directora no haya podido poner el foco en su lugar ni colocar el tripié. Augusto va y viene: que alguien me ayude, por favor. Llévenme a casa. Cuando ha pasado la crisis y el cerebro de Augusto puede por fin recordar que su mujer se llama Paulina, atestiguamos algo que no he visto yo en ninguna película. Puede que sea un efecto corporal. Puede que sea algo sobrenatural. La memoria de Augusto en realidad se está moviendo. Aquí, dice. Aquí está. Se señala un lugar entre el ombligo y el pecho. Aquí está todo lo que fui. Maite introduce así el último tema: el fondo existencial. El contrapunto de todo lo que significa vivir y recordar llega a su clímax. Yo ya no soy, dice Augusto. Sí eres, contesta ella. Yo ya no existo, pero te amo más que a nada y quiero estar contigo toda la vida.

La memoria infinita

Maite Alberdi | Chile | 2023

AQ

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