Para la actriz oaxaqueña Mónica del Carmen, ganadora de dos premios Ariel y en espera de adjudicarse otro en 2022 por su protagónico en Una película de policías, la corrupción del poder es consecuencia de la brutal desigualdad en México, y luchar contra clichés y prejuicios es parte fundamental del arte.
Del Carmen regresó apabullante al escenario tras la pausa por la pandemia de covid-19 para representar a Rosario y una bruja en Mendoza, genial adaptación de Juan Carrillo y Antonio Zúñiga de La tragedia de Macbeth, roles que viene representando desde hace una década con Los Colochos, compañía de repertorio que reúne en una temporada cuatro obras de William Shakespeare mexicanizadas, que se presentan entre septiembre y octubre en el teatro El Galeón “Abraham Oceransky”: Mendoza, Nacahue: Ramón y Hortensia (Romeo y Julieta), Silencio (Otelo, el moro de Venecia) y Reina (Rey Lear).
En su carrera, siempre ha participado en papeles en cine y teatro con alto contenido social, como la policía Teresa en Una historia de policías, un docudrama basado en la vida de una pareja de uniformados en Ciudad de México, estrenado en el Festival Internacional de Cine de Berlín en 2021 y con diez nominaciones a los premios Ariel, entre ellas a Mejor Actriz. Defensora del conocimiento tradicional y de la naturaleza, en Mendoza, Del Carmen incluso rinde homenaje en una escena por demás conmovedora e intensa a la oaxaqueña más conspicua: la curandera mazateca María Sabina.
De hecho, recurre a la herbolaria en lugar de a las farmacias cuando tiene algún padecimiento y aboga por la medicina tradicional con la que creció en su pueblo en el sur de Oaxaca, que incluso incorpora en el montaje teatral en el que ahora participa con doble papel de la Lady Macbeth mexicana y de una de las hermanas fatídicas transformada en chamana y acompañada de su coprotagonista, la gallina Canosa.
En entrevista tras el reestreno de Mendoza, que apadrinó Juan Villoro horas después del nuevo temblor el lunes 19 de septiembre y en medio de la superstición que merodea siempre a Macbeth en los escenarios y a la cual se refiere Del Carmen como “la obra escocesa”, la protagonista de la Lady Macbeth mexicana compara sus actuaciones como policía y como el trágico personaje de Shakespeare.
Del Carmen (Miahuatlán de Porfirio Díaz, Oaxaca, 1982) es una de las actrices más talentosas y reconocidas en México por sus trabajos en Año bisiesto, Babel, Después de Lucía, Las hijas de Abril, Nuevo orden, Asfixia y Una película de policías, en las que ha trabajado con directores como Michael Rowe, Alejandro González Iñárritu, Michel Franco, Kenya Márquez y Alonso Ruizpalacios.
Ganó su primer Ariel en 2011 como Mejor Actriz por su papel de Laura en la cinta de Rowe, Año bisiesto, y el segundo por Coactuación Femenina como Conchita en Asfixia, de Márquez. En 2021 fue nominada a Mejor Actriz por su protagónico de Martha, en la polémica Nuevo orden de Franco, y en 2022 es la gran favorita por su espléndido trabajo en Una historia de policías, de Ruizpalacios.
—¿Cómo ha sido esta experiencia con Mendoza?
Ha sido una experiencia de diez años actuando en esta obra. Juan Carrillo y yo estudiamos en la misma obra, en la Escuela Nacional de Arte Teatral (en el Cenart), somos teatreros de corazón y tenemos un respeto al teatro muy profundo y, en especial, al trabajo que se hace en esta obra tan sentida y tan dolorosa para todo el público, y más en estos momentos que vive nuestro país.
—¿Quién es Rosario? Hay muchas diferencias entre Lady Macbeth y la Rosario de Mendoza.
Rosario es una mujer que creció en la pobreza de este país, en la época de la Revolución, y que desafortunadamente el poder le llega y no sabe qué hacer con él. Creo que es lo que acontece con muchas de las personas de este país, que crecimos en la desigualdad y que tenemos la posibilidad de acceder a las altas esferas del poder, que desafortunadamente corrompe a las personas. Y por lo mismo que no tenemos oportunidades educativas y de equidad de derechos en México, cuando llegamos al poder no sabemos qué hacer con él y termina ensuciándonos el alma, corrompiéndonos y afectando a toda una comunidad que nos rodea, como en el caso de Rosario; en Mendoza no sólo se comete una serie de asesinatos, al igual que en la obra escocesa, terminan matando a su familia, a sus amigos y a los hijos de sus amigos, que es lo que la destroza. El poder corrompido es una bola de nieve que destruye a las personas y más en este país donde la desigualdad es contundente.
—¿Cómo ha cambiado a lo largo de esta década su interpretación de este personaje y cómo la ha cambiado Rosario a usted?
Es una cosa de maduración, como los buenos vinos, o como los buenos mezcales, para ser más específica y local. Conforme pasa el tiempo no sólo los acontecimientos de nuestro país cambian —aunque parece que estamos en un círculo vicioso de desapariciones forzadas, del poder corrompido y de la militarización y todas estas cuestiones—, el personaje va creciendo con el país, va profundizando. Y yo voy disertando como actriz y actualizando todos los acontecimientos, porque esta obra no solo posee un sentido de universalidad, sino también de empatía con lo que pasa en este país, y la adaptación de Zúñiga y Carrillo es tan maravillosa que permite que la obra esté en constante vigencia.
—Entre los referentes mexicanos, trabaja con el chamanismo y la herbolaria en Mendoza, interpreta a una de las hermanas fatídicas de Macbeth (o a las tres), y al personaje de Rosario, que también es chamana. ¿Qué tiene que ver esto con usted?
Al principio fue un poco difícil, pero conforme ha pasado el tiempo, y regresando un poquito a la pregunta anterior, se han asentado los personajes, cada vez hay más bagaje para interpretar tanto a Rosario como a la bruja. Vengo de un pueblo en la tierra sur del estado de Oaxaca, donde crecimos con la herbolaria. Mi madre es yerbera; yo me curaba de espanto cuando era niña. Y todavía hay cosas por las que recurro a la herbolaria, casi nunca tomo medicinas porque me crié en ese contexto donde las hierbas son más efectivas que las medicinas. Y las conozco muy bien. Y conozco muy bien el contexto de la obra y de la adaptación que estamos presentado, y conozco muy bien de lo que habla y empatizo muy bien con los temas y con todo ese sentir pueblerino y chamánico y onírico que está en la obra.
—La gallina con que sale en Mendoza, Canosa, ¿es suya?
Sí, ahorita la cuidamos nosotros. Hemos tenido otras Canosas; la nueva tiene diez años y las gallinas viven alrededor de 6 u 8 años. La anterior vivió seis. En mi casa, en mi pueblo, todo ha sido como un rescate a esos animales, que desafortunadamente viven en condiciones muy críticas en este país en donde no apreciamos a los animales. Canosa se volvió una integrante más, una actriz más; la cuidamos mucho, la respetamos mucho, la consideramos parte sustancial del elenco.
—La vi hace unos meses en Una película de policías. Hablando de espantos ¿qué le dio más espanto ser policía o Rosario?
Ja, ja, ja. Ser policía, no es que me diera espanto, pero sí descubrir tantas desigualdades. Sabemos que la policía comete atropellos, abusos, desapariciones forzadas, pero hay que entender quiénes son los policías de este país, en qué contexto viven, a nivel de salario, de políticas laborales, a nivel de toda una rama de corrupción que no solamente va de abajo hacia arriba, sino que los policías, al final, son el resultado de un sistema que viene desde los altos estratos del poder, corrompido desde hace muchos años. Y darme cuenta de eso al principio me espantó mucho y me dolió mucho.
El teatro siento que es para artistas, actores y actrices de alto rendimiento. Porque enfrentarse al público, estar en escena sin nada más parafernalia que tus cuerpos, tus ojos, tu alma, tu corazón, respirando y sintiendo... El día que estrenamos estaba muy, muy nerviosa. A raíz de la pandemia nos retiramos un poco de los escenarios teatrales, y sí fue impactante ver tanto público. Afortunadamente, nos ha ido muy bien. El estreno fue muy bonito. Tuvimos el honor de contar con la presencia de Juan Villoro, que fue nuestro padrino. Entonces, las dos cosas: los proyectos en los que me involucro tienen ese sentido, más que de espanto, sí de mucha adrenalina y de mucha emoción donde hay que estar atenta y alerta en todo momento.
—Juan Villoro recordaba la superstición que está muy presente dentro y fuera de Macbeth, y que reestrenaron Mendoza horas después de otro fuerte temblor en México. ¿Usted es supersticiosa?
Hay cosas que desafortunadamente acontecen más allá de nosotros; en ese sentido, creo que sí podría considerarme supersticiosa. Pero, también tengo un sentido científico y de conocimiento que no necesariamente tiene que ver con la suerte, sino con cuestiones que van más allá del plano humano, que son la naturaleza, la energía, lo que se mueve alrededor de la Tierra, y el alma de la Tierra también está viva. Vivimos en un planeta vivo, donde el plano humano es un pequeño sistema de todo un gran universo energético y poderoso y vivo, que va más allá de nuestro entendimiento y conocimiento.
—Le preguntaba sobre su conocimiento sobre la herbolaria y el chamanismo, que para mucha gente es superstición, pero detrás de ambos hay un conocimiento profundo sobre la naturaleza y la naturaleza humana. Es un cliché que se les endilga de superstición.
Sí, claro, hay mucho desconocimiento. Por ejemplo, en Mendoza hay mucha poesía de la chamana María Sabina, que muchos la consideran, hombres y mujeres de poder, que compartió sus conocimientos y que son muy elevados. Yo considero a los buenos chamanes y a las buenas chamanas personas de conocimientos, no personas supersticiosas. Hay personas que están muy involucradas con los estados alterados de conciencia, con la metafísica. Son ciencias muy precisas y muy complejas, que yo no les llamaría superstición, les llamaría poderes y conocimiento elevado de conciencia.
—He vuelto a ver Asfixia, en donde es amiga de la protagonista, una joven albina (Alma, Johana Fragoso) y Una historia de policías. Ha hecho papeles de todo ¿cómo se revierten clichés? Sobre Lady Macbeth se ha mantenido un estereotipo misógino y usted, con Rosario, cambia esa mirada.
Luchar contra los clichés en México es parte fundamental del arte, combatir todos los prejuicios que giran en torno a las personas. Me ocupa como creadora y como intérprete combatir esos clichés y darles profundidad, darles una visión más compleja de lo que son. En Una película de policías justamente nos salimos del cliché; en Asfixia procuramos también criticar esos estereotipos del hombre macho misógino y de la mujer abnegada y sumisa, y convertirlos en personajes con alma y que se complejizan.
Y lo mismo en Mendoza. Siempre se ha visto a Lady... en la obra escocesa —para no mencionar el nombre, en la obra escocesa, que todos sabemos cuál es—, siempre se ha visto como una mujer malvada y maquiavélica, que sí lo es, pero creo que con esta adaptación de Zúñiga y Carrillo podemos entender por qué es así, por qué funciona de esa manera su ser, y damos cierta empatía a las cosas y eso nos permite no juzgar, sino quizás entenderla y dimensionar por qué las personas se vuelven así. Siento que con Rosario —repito—, muchas personas hemos vivido en una desigualdad tal, que cuando llega el poder hay algo que nos enajenamos y podemos corrompernos, porque tenemos una visión de las cosas de querer tener dinero, bienes, poder, y eso desafortunadamente es consecuencia de toda esta desigualdad.
AQ