La nueva novela de Haruki Murakami, La ciudad y sus muros inciertos (Tusquets, 2024) es una versión ampliada de la primera parte de El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas (Tusquets, 2009). En ambas, la historia transcurre en una ciudad amurallada, “situada en otro mundo”, cuyos habitantes carecen de sombra y viven una vida austera, por sus calles deambulan unicornios y su protagonista y narrador es un lector de sueños.
- Te recomendamos La aventura de Paul Auster en el cine Laberinto
Una pareja de adolescentes enamorados es el punto de partida de este libro de 560 páginas, traducido del japonés por Juan Francisco González Sánchez. No viven en el mismo lugar y sus encuentros, en un parque, bajo la sombra de un árbol, son esporádicos. Ella le habla de esa misteriosa ciudad. “Mi auténtico yo vive allí”, le dice un día. Ante el desconcierto de él, agrega: “La (chica) que está aquí, a tu lado, es una mera sustituta provisional, un reemplazo, una sombra transitoria”. Le cuenta que en la misteriosa ciudad ella trabaja en una biblioteca y le dice que cuando él vaya ocupará el único puesto disponible: lector de sueños. Él no lo sabe en ese momento, pero en esa biblioteca no se guardan libros, solo miles frascos que contienen viejos sueños que necesitan ser leídos para no perderse, para no ser borrados.
Un día ella desaparece, después de meses de angustia, él decide buscarla y sin saber cómo llega a la ciudad amurallada, donde el guardia que vigila la única puerta le arranca la sombra de un tajo antes de permitirle la entrada. Este es a grandes rasgos el comienzo de una novela en el coinciden lo real y lo onírico, lo fantástico y el tedio de la rutina que con frecuencia envuelve —y aun le da cierto sentido— nuestra existencia.
Como en las demás novelas de Murakami, aquí también está presente el rock, el jazz, la música clásica, aunque en la ciudad sin nombre en la que transcurre gran parte de la narración no hay música, no hay gatos ni perros y el reloj sin manecillas en la torre principal advierte la falta de interés por el paso del tiempo. El soundtrack se escucha fuera de las fronteras de esa ciudad, en otros espacios que el narrador —quien sin realmente pretenderlo abandona la ciudad— recorre en una existencia que avanza, entre el tedio y la nostalgia por su amor adolescente, en Tokio, de donde sale para aceptar el puesto de bibliotecario en una ciudad pequeña y remota en la cual el pasado regresa a través de dos personajes: su antecesor y un joven autista que viste casi siempre una sudadera estampada con el letrero de Yellow Submarine y quien anhela viajar y vivir en la ciudad amurallada.
Al otorgarle su puesto, el antiguo, sorprendente y entrañable bibliotecario, llamado Koyasu, le explica al protagonista porqué lo eligió para sustituirlo: “porque esta biblioteca no es una biblioteca común. No es solamente un edificio para uso público que atesora una enorme cantidad de libros. Se trata de un lugar especial que acoge a las almas perdidas, a los corazones extraviados”. Como el propio Koyasu, como el chico de la sudadera de Yellow Submarine, como el mismo narrador y todos aquellos que encuentran su lugar en los libros.
La ciudad y sus muros inciertos es una novela inquietante, con amores permanentes y fugaces, con recuerdos imperecederos, escrita con la probada maestría de su autor.
AQ