Murmullos que musitan que he nacido,
que es la muerte tal vez quien se ha asomado
por un instante ciego al mundo de los vivos.
En un intento solo de trazar unos signos confusos en el aire,
callo y oigo que también estoy muerto.
Tiemblo ya como ahora
o quizás tiemblo hoy como entonces:
testimonio de ese morir naciendo,
signatura del miedo
que ha de marcarme para siempre,
recuerdo y permanencia
entre los límites del ser y del no ser.
Nacer y no:
llaga perpetua.