‘Manto de gemas’, un acercamiento a la herida espiritual de México: Natalia López Gallardo

Entrevista

La ganadora del Oso de Plata debutó como directora de una cinta que muestra un país lleno de contrastes, donde la violencia de género atraviesa a todas las mujeres.

La directora Natalia López Gallardo muestra su Oso de Plata en la Berlinale 2022. (Foto: Ronny Hartman | AP)
José Juan de Ávila
Ciudad de México /

Natalia López Gallardo (La Paz, Bolivia, 1980) conoce las entrañas del cine, en especial de México. Desde hace dos décadas ha editado, producido e incluso actuado en filmes de realizadores como Carlos Reygadas y Amat Escalante. Pero decidió dar el gran salto y su primer largometraje, Manto de gemas, acaba de ganar el Oso de Plata, el premio del jurado del Festival Internacional de Cine de Berlín 2022.

De regreso a su país adoptivo, donde ha formado familia con Reygadas, con quien actuó en pareja para Nuestro tiempo (2018), estrenada en la Mostra de Venecia el mismo año que ganó Roma, de Alfonso Cuarón, expresa en entrevista su orgullo por dar otro premio internacional a la cinematografía nacional.

Además, cuenta que le sorprendió y conmovió que el presidente del jurado que la premió, el cineasta indio M. Night Shyamalan, se acercó a ella al finalizar la Berlinale a hablar sobre Manto de gemas. “Estaba muy interesado en hablar del lenguaje cinematográfico, de la forma, del tratamiento formal de mi película. Y, siendo un hombre arraigado en la industria de Hollywood —donde ha hecho películas como Sexto sentido (1999) y La aldea (2004)—, me sorprendió su sensibilidad y análisis sobre mi filme. Esa plática es algo que guardo en la memoria”, refiere la cineasta, productora y editora.

Manto de gemas, cuyo título se inspiró en algo que leyó sobre el budismo y las múltiples caras de la realidad, cuenta la historia de tres mujeres: Isabel (Nailea Norvind) que, en proceso de divorcio, va a una zona rural a tomar posesión de la casa abandonada de su madre, donde se reencuentra con su ex trabajadora doméstica, María (Antonia Olivares), cuya hermana está desaparecida. Mientras tanto, la comandante de policía que investiga el caso, Roberta (Aída Roa), está ocupada en sacar a su hijo Adán (Juan Daniel García) del reclutamiento del narcotráfico, en el que otros jóvenes quedan atrapados.

El filme, con guión de López Gallardo y fotografía de Adrián Durazo, se ubica en un pueblo de Morelos, donde la cineasta vive desde hace años y donde conoció múltiples historias.

—¿Qué le costó más trabajo al saltar de la posproducción y edición a la realización?

Escribir. No fue tan complejo construir las imágenes y el sonido durante el rodaje; fue algo que tenía claro, porque imaginé mucho la película. Pero escribir fue cuesta arriba, lo más complejo. La posproducción y el montaje son algo con lo que estoy familiarizada, también la búsqueda de locaciones y el casting. Pero escribir fue lo más difícil. Y, ahora que lo estoy diciendo, también fue un gran reto, tener las decisiones en mis manos todo el tiempo, acercarme a ellas en todo momento.

—¿Cómo vivió sus personajes al pasarlos del papel a la pantalla, con todo el contexto de información real y constante de violencia, feminicidios y desapariciones que se vive en México?

Dibujé a los personajes de manera muy abierta. Son personajes a los que se llega con quien los interpreta, con la personalidad de quienes vayan a encarnarlos. En el momento en que encuentro a los actores, trato de convivir con ellos el mayor tiempo posible. Es lo que hice para conocer sus gestos, sus modos de hablar, de caminar, sus familias, sus ropas, que después integré a los personajes. Fue muy delicado el trabajo de reescribir los diálogos después de conocerlos, porque me costaba poner palabras en esas mujeres. No quería inventar una emoción o una palabra para alguien que no podía encarnar. La vida de Antonia (María, en la película), a pesar de que puedo conocerla, no podía vivirla. Me parecía delicado. Me acerqué con mucha cautela a los personajes.

—En Manto de gemas hay también una confrontación entre mujeres de diferentes estratos socioculturales: Isabel, rubia, con dinero…, frente a Antonia y Roberta, morenas, sin privilegios.

Es así. Pero, yo la llamaría no una confrontación de dos Méxicos, sino del México que conocemos. México tiene muchas capas y nuestra realidad es muy diversa. Es un país conformado por estas diferencias, que son los problemas más horribles y arraigados, y quizá la tragedia más grande y más difícil de solucionar. Ese es el México que conocemos: el de los contrastes y las ambigüedades y las capas; es el único México que hay y por eso es tan complejo. Y me costaba mucho acercarme de una manera frontal a algo tan complejo, no solo por cómo es esta realidad, sino también por los desaparecidos y la violencia y el narcotráfico. Opté por acercarme de lado, para que viéramos las cosas con sus diferentes capas, no hacer un discurso único sobre algo muy complejo. Quiero añadir que el personaje de Nailea no es de una élite en particular. Sí, es una mujer blanca, que pertenece a un grupo social, pero, en su caso, no es una mujer que tenga muchos privilegios.

—En filmes en que ha trabajado como editora, productora y actriz el foco está en los hombres. En cambio, en Manto de gemas está en las mujeres. ¿Qué sensación le dio enfocarse ahora en mujeres?

En principio, escogí mujeres por un motivo práctico. Cuando empecé a escribir, lo hice con personajes femeninos. Las mujeres son algo de lo que puedo hablar. Puedo hablar de mi madre, de mi hija, de mi hermana y de mi amiga. Me es mucho más fácil escribir un personaje femenino e identificarme con él en muchas facetas, que con uno masculino. Seguí esa intuición. En el caso de la comandante de policía, en el primer tratamiento del guión y un poquito más allá, el personaje era un hombre. Pero cuando la conocí (a Aída Roa), me di cuenta que tenía que ser mujer, ella, esa persona.

—Pensaba más bien en el contexto de victimización de la mujer en México, en los feminicidios, en las desapariciones, en la violencia de género.

Definitivamente. Fueron las madres con hijos desaparecidos las que dieron pie a esta película y al impulso que me llevó a hacerla, a pesar de que no sea sobre desaparecidos, ni sobre el narcotráfico, ni sobre la violencia. Traté de acercarme a una dimensión psicológica que creo que todos los mexicanos y mexicanas compartimos, que es una especie de herida espiritual de por qué esta tragedia sucede desde hace tanto tiempo, más cerca o más lejos de nosotros. Esa madre me impulsó a hacer la película, pero terminó siendo algo más amplio y tal vez más abstracto.

Natalia López Gallardo: "Las películas responden a la necesidad de cada uno de los directores y directoras".(Foto: Hannibal Hanschke | Reuters)

—En la Berlinale 2022 hubo fuerte presencia femenina. Los dos principales premios los ganaron mujeres: usted y la española Carla Simón, que con Alcarrás ganó el Oso de Oro. Y dos mexicanas más presentaron filmes en el festival: Alejandra Márquez Abella y Claudia Saint-Luce.

Espero que en algunos años no nos estemos cuestionando cuántas mujeres u hombres hay en una selección y que sea natural que las mujeres tomen igualitariamente los cargos de la creación en general. Que no sea un tema que tengamos que discutir, que se normalice de manera total.

—En festivales internacionales, muchas de las películas mexicanas que triunfan tratan sobre la violencia. ¿Por qué cree que atraiga tanto la violencia en México a jurados y público de festivales como Berlín, Venecia, Cannes, San Sebastián?

Más que eso, creo que las películas responden a la necesidad de cada uno de los directores y directoras. Me imagino que en Alemania, o en otros países, hay ciertos temas que afectan a la sociedad y que las películas retoman. Los filmes hablan de zonas que nos conciernen a todos. Y, de alguna manera, este es un problema en México tan expandido, tan arraigado, a un nivel social tan grande, que creo que muchos de los creadores y creadoras mexicanas de los últimos años han tocado este tema, que está muy presente, nos está causando una herida muy profunda, y creo que va a durar generaciones, es algo que está en nuestras vidas. Probablemente, los alemanes podrán hablar de la soledad, de cosas que están arraigadas en su sociedad y que quieren transformar. En México, hasta que eso no cambie, los creadores y creadoras van a seguir hablando sobre la violencia.

Manto de gemasse suma al amplio número de filmes sobre violencia en México con premios en festivales europeos: El violín (Francisco Vargas, 2006, Cannes), Heli (Amat Escalante, 2013, Cannes), La libertad del diablo (Everardo González, 2017, Berlinale), Nuevo Orden (Michel Franco, 2020, Venecia) La civil (Teodora Ana Mihai, 2021, Cannes) y Noche de fuego (Huezo, 2021, Cannes).

Otras películas contemporáneas sobre feminicidios, violencia y desapariciones: Tempestad (2016), también de Huezo, Sin señas particulares (2020), de Fernanda Valadez; Las tres muertes de Marisela Escobedo (2020), de Carlos Pérez-Osorio; Camila. La justicia posible (2021), de Coitza Grecko; Soles negros (2018), de Julien Elie; 499 (2021), de Rodrigo Reyes; Niña sola (2022), de Javier Ávila.

AQ

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