Donde los nombres se transparentan

Reseña

Nepantla, de Elsa Cross, retoma el paisaje simbólico de las culturas prehispánicas.

Elsa Cross, la autora de 'Nepantla'. (Foto: Rocío Vázquez)
Diego José
Ciudad de México /

En Árbol adentro (1987), ese prodigioso testamento poético de Octavio Paz, se alude constantemente a la poesía como una zona intermedia donde “se despliega el misterio de la libertad humana: el accidente, la circunstancia, se convierte en obra”. Fiel a su vocación enunciativa y meditativa, Elsa Cross entrega un nuevo volumen de instantes poéticos que trazan, con la sutileza y la penetración de un mantra, una obra en la que acontece el tránsito de lo fenoménico a lo nominal, es decir, de la experiencia concreta a su vibrante conformación lingüística, y de ésta a su íntima resonancia poética, no solo por su capacidad de nombrar la manifestación de algo, o por desentrañar la oculta relación entre las cosas y sus significados, sino por hacer que la palabra se constituya como una entidad poética autónoma: un suceso. La idea vuelve a Paz: “El verdadero tema de la poesía, aunque secreto y nunca explícito, es la poesía misma”.

Desde Naxos (1966) hasta su más reciente título, Elsa Cross ha perseguido adentrarse en los territorios fundacionales del poema con la intención de extraer el oro finísimo de su sabiduría. Para alcanzar dichos espacios poéticos atravesó por la filosofía, el conocimiento de las religiones y por un delicado sensualismo que —más allá de los avatares del espíritu— nos recuerda la condición del cuerpo y sus circunstancias. El poema, en buena parte de la obra de Elsa Cross, es un umbral hacia la experiencia poética, entendida como la posibilidad que tiene el ser de integrarse o desasirse, ya bien desde los apegos de la sensualidad o desde el abismado goce de la conciencia. Si el poema es la entrada y el itinerario hacia dichas regiones donde acontece el misterio, cada palabra deviene huella que delinea el inaccesible camino hacia el centro de todo: “donde aquí es allá/ adentro es afuera/ arriba es abajo”.

Nepantla (ERA, 2019), tal como lo suscribe su autora, significa “en medio; estar en medio”. El libro sugiere una peregrinación hacia los bordes entre la vida y la muerte, entre la palabra y el mundo, entre el símbolo y sus referentes. El solo término “Nepantla” es un lugar “donde los nombres de las cosas/ se transparentan/ se anulan”. La lectura pisa con tiento las inmediaciones del Mictlán náhuatl, la tierra de los muertos, para recordarnos que todo desemboca en su hondura: “Nacen las cosas enamoradas de su muerte”. Sin embargo, no se refiere a la muerte como finitud sino como renacimiento o posibilidad. Por esta razón, desde ese territorio indeciso y numinoso, las cosas emergen para “empezar a ser”: “Entre lo que aparece y se disipa/ la vida se despeña/ y sus instantes/ danzan como hojas/ libres de morir/ gozosas/ en su vuelo/ y su caída”.

Elsa Cross ha desarrollado una cartografía poética imprescindible para nuestra literatura. Su lenguaje, reposado y cadencioso, facilita la experiencia imaginativa, sensorial y filosófica sobre la que se mueven sus principales libros. Si bien es cierto que Nepantla vuelve al imaginario simbólico de las culturas prehispánicas, su propuesta constituye una aproximación personalísima al sincretismo, donde es posible reconocer el hilo de la tejedora de símbolos que es la poeta. No se reduce a una doctrina ni a una estética, danza con absoluta naturalidad sobre los fenómenos reales y los simbólicos, tejiendo una ruta de aprehensión del poema como experiencia de vida. En Nepantla hay ecos de sus otros libros, por ejemplo, Baniano (1986), Jaguar (1991), Nadir (2010); pero a su vez, resulta insólito, actual. En Nepantla las cosas están sucediendo ante la mirada entrañable de la poeta que, con honesta humildad y sigilo, busca adentrarse en esa zona intermedia donde la conciencia y lo verdadero se encuentran en el poema: “Sueño o entresueño de esta vida/ ese instante /entre lo que termina/ y lo que no acaba de empezar”.

Quienes se aproximen por primera vez a la poesía de Elsa Cross encontrarán en Nepantla un magnífico portal para emprender el viaje hacia los territorios profundos de la experiencia poética. Para sus lectores habituales, el asombro de descubrir de nuevo la lozanía de una voz que nos ha permitido vislumbrar el paraíso.

ÁSS

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