Nicaragua en llamas

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Poetas y escritores condenan al gobierno de Daniel Ortega y lanzan un S.O.S. por el país centroamericano

Protestas civiles en Managua (Foto: Alfredo Zúñiga-AP)
Gabriela Selser
Managua, Nicaragua /

Al cumplirse tres meses del estallido de las protestas en Nicaragua, el presidente Daniel Ortega se aferra al poder con la fuerza de las armas. Actuando como fuerza combinada, unos 3 mil policías y paramilitares dotados con armas de guerra han provocado desde entonces más de 350 muertos y al menos 2 mil heridos, en su mayoría jóvenes y estudiantes, según organizaciones de derechos humanos.

En medio del terror y la agonía del proceso de diálogo iniciado entre el gobierno y la opositora Alianza Cívica, nacida al calor de las primeras manifestaciones estudiantiles de abril y que reúne a jóvenes, sociedad civil y empresarios, las principales figuras del arte y la literatura del país condenan la represión y reclaman a Ortega, un ex guerrillero de 72 años, que abandone con urgencia el poder.

“El tiempo de Daniel Ortega se acabó, se lo quitaron sus propias acciones y la historia es implacable”, dijo en entrevista el laureado escritor Sergio Ramírez, Premio Cervantes de Literatura 2017 y Premio Carlos Fuentes 2015.

Afirmó que el viejo comandante que luchó contra el dictador Anastasio Somoza, derrocado en 1979, pelea hoy contra una población desarmada. “Puede tener una ventaja en el terreno, pero la ventaja estratégica la perdió hace tiempo; puede estar librando una guerra de terror, pero la guerra política la tiene perdida”, agregó.

Ramírez, quien fue vicepresidente durante el primer gobierno de Ortega (1985–1990), señaló que su antiguo camarada “soltó al genio maléfico de la botella” al responder “con caos y terror” a las manifestaciones cívicas de cientos de miles de personas que siguen en las calles exigiéndole su dimisión.

“Otra guerra civil es indeseable por completo. Nadie la quiere. Pero la resistencia civil, que es legítima, está siendo reprimida sin piedad y ya estamos en medio de un baño de sangre”, advirtió el autor de Castigo divino.

Sobre la respuesta internacional a esta crisis, Ramírez confió en que aumentará la solidaridad, incluyendo de parte de México y de su próximo presidente, Andrés Manuel López Obrador, cuyo triunfo lo recibió “con alegría y esperanza de que acompañe nuestra marcha sin retroceso hacia la democracia”.

Otro grande de las letras nicaragüenses es sin duda el poeta y sacerdote Ernesto Cardenal, que a sus 93 años ocupa todo su tiempo y la soledad en la que vive para leer, escribir y orar.

Desde el comienzo de esta crisis, Cardenal fue tajante: “Lo que queremos es que haya otro gobierno, una república democrática. ¿Para qué diálogo? Nada de diálogo”, afirmó al dar a conocer una declaración de su puño y letra en la cual aplaudía con entusiasmo a la juventud por haber recobrado las calles.

“El diálogo no tiene sentido porque un diálogo es para entenderse, y nosotros no nos podemos entender", afirmó el autor de El Evangelio de Solentiname, que hace más de dos años se declaró “perseguido” por Ortega y por su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, a quienes acusó de dirigir “una dictadura”.

Cardenal, ministro de Cultura durante la revolución sandinista, opinó que fueron proféticas las palabras de su hermano Fernando, sacerdote jesuita que en 1980 dirigió la Campaña de Alfabetización y falleció en 2016: “Mi esperanza es que los jóvenes vuelvan a las calles a hacer historia”. 

“Ahora repentinamente en todo el país han surgido los jóvenes en protestas, tomando las calles. Algo que no se esperaba porque la juventud parecía dormida, o que sobre ella había caído una losa sepulcral. Mi hermano lo habrá visto ahora desde la eternidad. Nicaragua ha resucitado en todas partes”, afirmó.

También la reconocida poeta y novelista Gioconda Belli ha exigido las renuncias de Ortega y Murillo como única solución al conflicto. “Deben de tener la valentía para darse cuenta de que se les terminó su tiempo. Deben renunciar, sin que muera nadie más”, escribió la autora de La mujer habitada.

A su juicio, la crisis detonó el malestar generalizado tras “la acumulación de abusos de poder y actos de corrupción que el pueblo soportó calladamente por más de diez años, hasta que salió a las calles para reclamarle a Ortega por su mal gobierno, sus arbitrariedades, su falta de ética, los fraudes electorales, el apañamiento de delincuentes, la malversación de las leyes, la entrega de nuestras tierras, la venta de nuestra soberanía, el descuido de nuestros recursos y la arrogancia de su opacidad informativa”.

Involucrada también desde muy joven en la lucha contra Somoza y luego en favor de la revolución sandinista, Belli subrayó que Ortega, con su represión, se apartó de los principios e ideales del sandinismo. “Daniel Ortega hace tiempo que destruyó ese legado y hoy escribe las páginas más oscuras y negras de la historia del Frente Sandinista”, dijo en una reciente entrevista.

“Lo que quiere el pueblo nicaragüense es que le devuelvan su libertad, su democracia y sobre todo su derecho a elegir sin fraudes a sus autoridades. El gobierno está cometiendo crímenes terribles y acusando a la propia población de ser la que causa su propia desgracia. Eso es algo que ni siquiera Somoza hizo”, comentó.

La resistencia de Ortega a abandonar el cargo, sumada al comienzo de una “cacería de brujas” contra los participantes en las protestas y los principales líderes de la oposición, hacen pensar a Belli en una situación aún más peligrosa, “porque este es un gobierno vengativo que ha demostrado una capacidad de represión e intolerancia extraordinarias”.

“No sé si vamos a lograr que Ortega se vaya o llame a elecciones anticipadas. Estamos realmente acorralados, solos, sin defensa en este país, por este gobierno que ellos están sosteniendo a sangre y fuego. Su estrategia fue tan burda, tan gruesa y tan cruel contra la gente, que creo que está claro que vamos a sufrir enormemente porque se van a vengar de toda nuestra inconformidad”, alertó.

Ramírez, Cardenal, Belli y más de un centenar de artistas, músicos y escritores del país suscribieron a inicios de julio una declaración llamada “S.O.S por los derechos humanos”, en la que advirtieron sobre la magnitud de la crisis y el riesgo de que se produzca un nuevo genocidio en el país.

“Nunca se ha visto el uso de armas de guerra de alto calibre contra un pueblo desarmado. Ortega y Murillo parecen estar dispuestos a no detenerse en su afán por aniquilar las protestas de un pueblo que simplemente ejerce su derecho constitucional a la manifestación pacífica”, señaló el texto.

“Llamamos a la comunidad internacional a poner su mirada en Nicaragua. El mundo entero debe interceder por este pequeño país centroamericano que está siendo masacrado por el gobierno de Daniel Ortega, quien para sorpresa de muchos ha superado en su actuación desmedida al dictador Anastasio Somoza, el mismo a quien él ayudó a derrocar hace casi 40 años”, subrayó el documento.

La declaración la suscribieron, entre muchos más, los poetas Michelle Najlis, Daisy Zamora, Francisco de Asís Fernández, Gloria Gabuardi y Luis Rocha; la activista de derechos humanos Vilma Núñez; los músicos Marlene Álvarez y Norma Helena Gadea, y los académicos Ernesto Medina y Josefina Vijil.

Igualmente la firmaron los famosos cantautores Carlos y Luis Enrique Mejía Godoy, que hace más de cuatro décadas recorrieron casi todo México para dar a conocer las canciones que acompañaban la lucha revolucionaria de Nicaragua. Ellos también han expresado su condena al actual gobierno.

Carlos Mejía Godoy, que al igual que su hermano compuso en estos días nuevas canciones testimoniales, ahora dedicadas a “la revolución de abril”, divulgó una carta pública dirigida a su antiguo compañero Daniel Ortega, instándole a poner fin a la represión:

Daniel, detené ya este genocidio. Por la sangre de tu hermano Camilo, asesinado por el somocismo en Las Sabogales, pará ya esta barbarie (…). En nombre de ese Dios con quien te llenás la boca y el alma. En nombre de ese Dios que está viendo este holocausto, dejá de matar.

Luis Enrique Mejía Godoy, por su parte, se refirió así a la situación del país: “En los acontecimientos terribles que vivimos en los que nuestro pueblo se sigue llenando de muertos, heridos y desaparecidos, mi inmenso deseo de libertad, democracia, justicia y paz se acrecienta”.

“Tenemos que seguir denunciando el crimen, la alevosía, la impunidad, la represión y la muerte”, subrayó el trovador de 72 años en su cuenta de Facebook, donde anunció con tristeza el repentino cierre de La casa de Los Mejía Godoy.

El sitio, una hermosa y cálida peña folklórica cerca de la laguna de Tiscapa, cuyos techos de palma cobijaron durante años a artistas y visitantes extranjeros, es uno de los más de 6 mil negocios turísticos de Nicaragua que han desaparecido definitivamente, asfixiados tras 90 días de muerte y violencia imparables.





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