Todos los negocios tienen un departamento
o una política de concesiones,
y no he conocido a nadie
que no tenga siquiera uno mínimo;
aun Diógenes lo tenía, así fuese ínfimo.
El mío es muy reducido.
No digo que es inexistente
pero sí que a lo largo de mi vida
he dicho muchos nos para ser poeta.
Tantos nos me han dado mucha libertad
para decir que sí a lo que quiero.
Es una de las razones por las que tengo
una obra tan variada y extensa,
y me ha permitido moverme
por todo el mundo
y por muchas disciplinas y artes.
Pero he tenido que pagar el precio.
Lo he hecho gustoso
sabedor de que, de todas formas,
todos tenemos que pagar impuestos.
Quien dice que sí, paga tributo.
Quien dice que no, paga tributo.
Quien no dice ni que sí ni que no, también.
Y si de todos modos
hay que dar algo a cambio,
prefiero, por mucho, la libertad.
ÁSS