¿Alguna vez saliste de tu comunidad, barrio, colonia, pueblo o ciudad para vivir en otro lugar? ¿Alguna vez dejaste México o estás lejos de él? Cada vez que migramos, llevamos con nosotros nuestros territorios, experiencias, recuerdos, vivencias, pero sobre todo sensaciones que recorren el cuerpo entero. La comida, los sazones, los sabores y los colores, quedan impregnadas en nuestros sentidos, tangibles en el paladar. La alimentación, como sentimiento de nostalgia entremezclado con añoranza, parte de tristeza sutil, de deseo, de recuerdo. Adherida en el paladar, aparece y es evidente. Es una sensación personal, cognitiva y sensorial, que se refleja en el anhelo de sentir los sabores que evocan nuestros recuerdos, que es tuya y a veces la compartes.
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La riqueza biocultural de México nos regala una gran diversidad de alimentos que se presenta en cada platillo y se reproduce en las recetas. Los ingredientes, las técnicas de preparación, los instrumentos de cocina, los sabores y saberes inmersos en cada alimento pasan de generación en generación. Es un encuentro que te une con quienes te acompañaron, cocinaron o compartieron la comida, desde la siembra hasta la cosecha, y de la cosecha a la producción, y de la producción a tu boca. La nostalgia, según la Real Academia de la Lengua Española significa: “Pena de verse ausente de la patria o de los deudos o amigos. Tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida”.
¿Alguna vez dejaste México o estás fuera de él? ¡Acaso no has tenido nostalgia, por un mole oaxaqueño, una cemita, las tlayudas, los tlacoyos, el agua de lima, los deliciosos dulces de coco y qué decir del mezcal, el tequila, el rompope, los tamales, el chocolate! O cualquier otro alimento que, al degustarlo, te trasportaría a tu terruño. Activar el paladar con la comida que te recuerda ese lugar en el que has estado, la sazón que activa tus sensaciones corporales, nos da raíz y nos hacen sentir en el lugar. Como si no te hubieras ido. La nostalgia, a través de la comida, que sea el pretexto, para recordar no solo la belleza de México, sino la riqueza de cada rincón del país ¿Alguna vez dejaste México o estás fuera de él? Hay que agradecer la diversidad de condiciones climáticas, pues permiten las cosechas —resultado de las personas que trabajan en el campo y que garantizan nuestros alimentos—, pero también agradecer el registro de las recetas, que se comparten y se movilizan, entre quienes cocinan y quienes comemos. Pues la comida rompe las fronteras que nos separan entre personas y naciones.
AQ