‘Ok, está bien’: la comedia de dos enamorados del cine

Cine

Con referencias a lo mejor y a lo peor del cine mexicano, la película escrita y protagonizada por Roberto Andrade Cerón predica con el ejemplo, es decir, con un guión impecable.

Póster de 'Ok, está bien'. (IMDb)
Fernando Zamora
Ciudad de México /

Un guión. Esto es lo primero que necesita una buena película. Lo sabe el protagonista de Ok, está bien, dirigida por Gabriela Ivette Sandoval y escrita y actuada por Roberto Andrade Cerón. Y es que el protagonista es también autor de este guión que divierte lleno de guiños y referencias a lo mejor del cine. A Manhattan, por ejemplo. Por eso al final de la película escuchamos un clarinete y asistimos a un montaje que elogia Tlatelolco como si fuese Nueva York.

Ok, está bien puede verse a través de Vimeo, plataforma que permite al espectador pagar directamente al creador de contenido, de modo que los cineastas no necesiten padecer las políticas de distribuidores y exhibidores al servicio del cine estadounidense. Así nuestro cine, con todo y sus penurias, puede aprovechar el momento histórico y democratizarse. El protagonista de Ok, está bien es, pues, un guionista de cine que se llama Mariano. Tiene veintinueve años, es gordo y no hace otra cosa que ver cine. En uno que otro momento lanza críticas (francamente justas) al estado del arte nacional. Por ejemplo, en las clases que ofrece en un asilo se queja de que los creadores parecen incapaces de levantar un proyecto sin el apoyo del gobierno. Y eso no es lo peor, dice, no consiguen historias redondas porque viven seducidos por el oropel de los efectos por computadora del cine hollywoodenses. Así que Ok, está bien tiene que predicar con el ejemplo. Y sale bien parada porque cuenta una historia redonda, aprovechando perfectamente sus recursos y sin la necesidad contumaz de “visibilizar”, “denunciar” o incluso medrar con las desgracias de este atribulado país. Ahora bien, además de un buen guión y un buen protagonista, una película, para ser excepcional necesita de buenos actores de reparto.

Los de Ok, está bien son magníficos. En torno a Roberto Andrade Cerón (quien a todas luces escribió la historia para explotar su histrionismo natural) gira la madre mexicana, esperanzada con que su hijo ya por fin escriba una película y, cuando menos, gane una beca. Gira también un primo que, cual pez fuera del agua viene de Querétaro para vivir con este soñador fracasado y una muchachita guapa que, nos enteramos, tiene aliento a guayaba. Todos ellos se dan cita en este departamento en Tlatelolco en el cual, de inmediato, se establece un triángulo amoroso. Es justamente en este triángulo que Ok, está bien deja de ser una buena película para volverse de lo mejor. Porque a un guión, un protagonista y buenos actores hay que añadir un tabú que permita reflexionar cómicamente en torno a la sociedad. El tabú es este: Mariano tiene casi treinta años y se ha enamorado de una niña de quince que, para colmo, es la novia de su primo Ramiro.

Con todos estos elementos es lógico que Ok, está bien resulte una magnífica comedia. Al nivel de, por ejemplo, Temporada de patos, de Fernando Eimbcke filmada, por cierto, en el mismo lugar. Porque la obra de Gabriela Ivette Sandoval y Roberto Andrade Cerón no necesita ni de vulgaridades ni de lugares comunes para hacer reír y pensar, no necesita de otra cosa que las vivencias de dos creadores capaces de reírse, primero, de sí mismos, de sus propios miedos y carencias, de la impuesta necesidad de triunfo al costo de vender los ideales y hacer cine que en el fondo de pena. Con este miedo al fracaso y amor al cine los autores de Ok, está bien han realizado una obra magnífica que, paradójicamente, se burla de todo lo malo del cine nacional.

Ok, está bien

Gabriela Ivette Sandoval | México | 2020


AQ

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